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ALIMENTOS Y POLITICA EN EL MERCOSUR. |
Blairo Borges, conocido en Brasil como el " rey de la soja ", es el gobernador electo del estado de Mato Grosso, en la frontera con Bolivia. No se trata de un dato aislado. |
El hecho configura la ratificación política de dos tendencias estructurales de la economía brasileña, estrechamente vinculadas entre sí, que habrán de tener una importancia decisiva en los próximos años en la redefinición del perfil productivo del país y del MERCOSUR.
La primera de esas tendencias estructurales es la proyección política del complejo agroalimentario brasileño, que constituye el sector más dinámico de la economía del país vecino, con una creciente participación en sus exportaciones totales. Si se tiene en cuenta que, a pesar de la devaluación del real, el conjunto de las exportaciones brasileñas no ha experimentado variaciones significativas en los últimos años y que Brasil estará inexorablemente obligado a fortalecer su inserción en el mercado mundial, cabe inferir que esa pujante cadena agroalimentaria está llamada a transformarse en un nuevo polo de poder económico y político.
La segunda de esas tendencias estructurales es la enorme importancia que, dentro de ese fenómeno general, adquiere la irrupción de una nueva geografía económica brasileña , como resultado del rápido ensanchamiento de la frontera agropecuaria, que se desplaza hacia estados como Goais, Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, cuyo desarrollo exige una fuerte conexión bioceánica, a través de una serie de obras básicas en materia de infraestructura y logística que vinculen a esa región con los puertos del norte de Chile, que conforman la vía natural de acceso de sus productos hacia los mercados de los países emergentes del Asia Pacífico, que son la zona de mayor expansión de la demanda mundial de alimentos en los próximos años.
Baste señalar que acaba de anunciarse que, en el transcurso del año próximo, China incrementará en un veinte por ciento sus importaciones de soja, mientras que en este año, por primera vez en la historia, el MERCOSUR pasó a constituirse en el mayor productor mundial de soja, ya que la producción sumada de la Argentina y Brasil superó a la de los Estados Unidos.
Todo esto está estrechamente relacionado con el presente y el futuro del MERCOSUR. El bloque regional está en vísperas de encarar una verdadera reformulación estratégica, cuya responsabilidad estará fundamentalmente a cargo de los nuevos gobiernos que asumirán en Brasil y la Argentina. En las actuales circunstancias internacionales, en especial frente al desafío que plantea la conformación del ALCA, ese replanteo tendrá necesariamente que inspirarse en la concepción del "regionalismo abierto". Por lo tanto, estará forzado a fundarse en el aprovechamiento intensivo de aquellas ventajas comparativas de la economía regional que sean susceptibles de convertirse rápidamente en ventajas competitivas a escala mundial. La más evidente de esas ventajas reside precisamente en la extraordinaria potencialidad productiva del sector agroalimentario, que es comun a toda la región, ya que no se circunscribe a Brasil y la Argentina sino que se extiende también a Uruguay y Paraguay.
Pero no existe ningun replanteo estratégico efectivo que pueda concretarse mediante simples previisiones tecnocráticas y que sea ajeno a la activa participación política de los actores sociales involucrados. En Brasil, el triunfo de Borgia en Mato Grosso revela que el sector agroalimentario, que ya tiene una nutrida representación parlamentaria, avanza hacia erigirse en un actor político relevante. En la Argentina, la cadena agroalimentaria, que sin duda constituye también, como sucede en Brasil, el sector más internacionalmente competitivo del sistema económico, adolece en cambio de una notoria sub-representación en el plano institucional, una falencia que es necesario revertir para dotar de un mayor equilibrio al sistema político y lograr así que los sectores económicamente más dinámicos adquieran un mayor peso en la toma de las decisiones relativas a la reinserción internacional del país.
Exactamente lo contrario de esta exigencia históricamente ineludible es la iniciativa, de obvia carga ideológica y sin ningun conocimiento de la realidad, lanzada por la diputada Elisa Carrió, con el curioso respaldo de dirigentes de la Federación Agraria Argentina, tendiente a prohibir la adquisición de tierras por inversores extranjeros. La Revolución de los Alimentos, una empresa que la Argentina tiene que poner en marcha para optimizar su reinserción en la economía mundial de la era de la globalización, y la construcción de un MERCOSUR agroalimentario, capaz de convertir al bloque regional en el primer exportador mundial de alimentos, por encima inclusive de los Estados Unidos, requiere una activa participación de la inversión privada, tanto nacional como internacional.
Este auténtico desvarío patológico del denominado pensamiento "progresista" solo conduce a consolidar el aislamiento externo y el atraso económico y tecnológico del país. Va totalmente a contramano del legítimo interés nacional de la Argentina y de la pespectiva de fortalecimiento del MERCOSUR como un actor relevante dentro del sistema económico mundial.
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Jorge Castro , 15/10/2002 |
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