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PERONISMO Y GOBERNABILIDAD |
estamos en vísperas de un realineamiento general de fuerzas, no sólo dentro del peronismo sino en todo el escenario nacional, on esos nuevos ojos, habrá que leer el significado de los acontecimientos que se avecinan |
El fallo de la jueza María Servini de Cubría que declaró la inconstitucionalidad de los decretos reglamentarios de la ley de internas abiertas, obligatorias y simultáneas, aprobada meses atrás por el Congreso Nacional, fue recibido con inocultable satisfacción por el actual gobierno de transición, que adoptó como costumbre alegrarse del fracaso de las iniciativas que propicia, como ocurre hoy con el juicio político a la Corte Suprema de Justicia. La decisión judicial introdujo por supuesto una cuota de incertidumbre adicional en el escenario político y apresuró el trámite de definiciones de enorme importancia en la lucha interna del peronismo.
De hecho, el Partido Justicialista era la única fuerza política efectivamente involucrada en este mecanismo legal. Los demás partidos, ausentes como alternativa de gobierno, se las habían ingeniado para evitar la realización de elecciones internas, fueran abiertas o cerradas, para nominar sus candidatos presidenciales, cuyas chances de triunfo son virtualmente nulas.
Desde esa perspectiva, el fallo de la doctora Servini de Cubría tiene cierta lógica. Si la legislación vigente establecía un procedimiento que iba a ser empleado únicamente por una fuerza política, en este caso el peronismo, resulta razonable devolverle a sus órganos partidarios competentes la responsabilidad legal de organizar y fiscalizar el comicio.
Esto resulta más así aún cuando la propia Carta Orgánica del Partido Justicialista estipulaba ya para la elección de su fórmula presidencial un mecanismo idéntico al de la legislación oportunamente sancionada por el Congreso, en cuanto a la realización de una "interna abierta", con la participación de sus afiliados y de la ciudadanía independiente.
Ahora, el peronismo está obligado a acordar lo que sea necesario para cumplimentar con lo que es, mucho más que un simple aunque necesario trámite legal, la elección del binomio presidencial que muy probablemente resulte triunfante en los comicios convocados para el próximo 30 de marzo. Máxime cuando en esta elección interna no estará en juego solamente una cuestión de nombres, de todas maneras fundamental en un país carente de liderazgo político, sino también la definición de un proyecto de gobierno para la Argentina de los próximos años.
Hoy más que nunca, el peronismo es responsable de su propio destino. La suerte está echada. No hay múltiples alternativas. Las únicas opciones realmente en juego son las encarnadas por Carlos Menem y por Adolfo Rodríguez Sáa. Ambas expresan, con las características propias e intransferibles de la cultura política del peronismo, la misma polarización estratégica que divide las aguas en la política argentina: reinserción internacional o aislamiento externo. En este contexto, el más elemental realismo político indica que, a partir de esa polarización, estamos en vísperas de un realineamiento general de fuerzas, no sólo dentro del peronismo sino en todo el escenario nacional. Con estos nuevos ojos, habrá que leer los acontecimientos que se avecinan. |
Pascual Albanese , 11/10/2002 |
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