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Argentina: Aislamiento externo o reinserción internacional. |
Texto de las exposiciones de Pascual Albanese y Jorge Castro en la reunión del centro de reflexión política Segundo Centenario, el 6 de agosto de 2002. |
Pascual Albanese:
Esto no pretende ser una charla de contenido académico, sino que pretende ser una charla de contenido político. Hago esta primera aclaración porque la inteligencia política, a diferencia de la inteligencia académica, es siempre la inteligencia de una situación determinada. Es el esfuerzo de comprensión de una situación determinada, que uno tiene enfrente, cuyas características singulares, particulares e intransferibles es absolutamente necesario comprender. Aislamiento externo o reinserción internacional de la Argentina, desde esa perspectiva, podría ser el título de una exposición formulada muchas veces en los años anteriores y seguramente en los que vendrán. La cuestión es aislamiento externo o reinserción internacional de la Argentina en las condiciones concretas, particulares e intransferibles del presente político de la Argentina.
Mao Tse Tung, que era seguramente una de las mentes más claras y más precisas de lo que puede caracterizarse como inteligencia política y no inteligencia académica en el siglo XX, desarrolló en un librito que llamó "Acerca de la contradicción", todo un desarrollo teórico enfocado desde el marxismo, que consiste en un estudio de las contradicciones a partir del eje de determinar, en cada circunstancia concreta de la histórica política, cuál era la contradicción principal y cuáles las contradicciones secundarias que tenía por delante un país con una situación específica y concreta. Tomando un poco esa distinción entre inteligencia académica e inteligencia política y, por otro lado, la aproximación de Mao a la cuestión de la contradicción principal y de las secundarias, tal vez valdría la pena decir, para entender porque esta charla tiene que ver rigurosamente con el presente político argentino, que aislamiento externo o reinserción internacional son precisamente los términos que dividen hoy a la política argentina. Son la divisoria de aguas fundamental de la política argentina. Son, en palabras de Mao, la contradicción principal en la política argentina de hoy. Y esa divisoria de aguas se expresa tanto en el conjunto de la sociedad como en el interior del propio peronismo.
Tanto en la Argentina como Nación como en el peronismo como fuerza política esta divisoria de aguas entre aislamiento externo o reinserción internacional marcan a fuego los posicionamientos, los alineamientos de los sectores y de los dirigentes políticos. Para entender hasta qué punto ésta es la contradicción principal, en los términos de Mao, o el tema absolutamente primordial en la política argentina de hoy, no hace falta extremar demasiado la imaginación, ya que alcanza con la lectura de los diarios.
Sin embargo, convendría simplemente decir que durante los 35 días que mediaron entre la implantación del corralito financiero en diciembre del año pasado, que simbolizó en su momento el colapso del sistema bancario argentino, y los primeros días de enero de este año, en que se resolvió la salida del sistema de convertibilidad, la devaluación monetaria y lo que se ha denominado la pesificación de la economía argentina, con el paso intermedio de fines de diciembre del año pasado que fue la cesación unilateral de pagos de la deuda externa argentina, protagonizados cada uno de estos tres hechos por tres presidentes constitucionales que se sucedieron en el poder en ese breve lapso, quedó definido hasta qué punto el cambio de la situación de la Argentina, producida por la hecatombe generada por el gobierno de la Alianza, convierte hoy a esta opción de aislamiento externo o reinserción internacional, sin exagerar, en una cuestión de vida o muerte para la existencia de la Argentina como Nación.
Que esto sea así hoy, de una forma tan condensada y dramática, no quiere decir que las líneas generales de esta disyuntiva no puedan rastrearse hacia atrás en la historia argentina, ni hacia adelante en la política de los meses y los años por venir. Más de una vez en este lugar nos ha tocado citar una frase muy elocuente del general Perón en su libro "La hora de los pueblos" cuando él nos decía que "la política puramente nacional es una cosa casi de provincias" y agregaba que "hoy, todo es política internacional, que se juega adentro y afuera de los países". Cabría decir que esa definición tiene hoy seguramente más vigencia que nunca en ninguna circunstancia concreta de la historia política argentina.
La Argentina está obligada a intentar construir poder dentro de esta nueva sociedad mundial. Y recalcamos construir poder porque no hay ninguna causa, por justa y legítima que sea, que tenga verdadera relevancia en términos políticos sin una estructura de poder capaz de sustentarla. Y como hoy y siempre resulta imposible construir poder en abstracto, es decir, al margen de las tendencias fundamentales de una época histórica determinada, esta estructura de poder no puede generarse sin la activa participación de la Argentina en este proceso de globalización económica, de revolución tecnológica y de integración política que caracterizan al mundo de hoy.
Esto quiere decir que, en las condiciones que se plantean en el ingreso a esta etapa histórica del universalismo, el protagonismo internacional es condición para la existencia de una nación y que este protagonismo absolutamente necesario no puede ser ya un protagonismo aislado y solitario. Es, y no puede ser de otra manera en estas condiciones históricas, un protagonismo asociativo y solidario. Resulta casi obvio decir aquí que el aislamiento internacional torna inviable cualquier posibilidad de superar la crisis. La Argentina está forzada a recuperar relevancia a nivel mundial y para ello es precisamente indispensable encarar una tarea sistemática de construcción de poder, tanto en el plano nacional como en el terreno internacional.
En esta nueva época económica y tecnológica, el poder tiene un carácter asociativo. El poder se construye a través de múltiples redes. La reinserción de la Argentina en la sociedad mundial de principios de siglo XXI requiere entonces, antes que nada, un amplísimo tejido de alianzas que impulse y favorezca el protagonismo de la Argentina en el escenario mundial.
Siempre y en todos los casos hay que reivindicar un sentido patriótico acendrado y cabal, que subraye aquello de que "la Argentina es el hogar" y que afirme en todos los planos la identidad nacional, cultural y religiosa del pueblo argentino. Pero hay que saber combinar ese sentido patriótico y la férrea defensa del interés nacional con una cultura de la asociación, a nivel de lo que demanda la época.
Una cosa es la globalización concebida como el hecho estructural de nuestra época, hecho derivado de la revolución tecnológica de nuestro tiempo, y otra cosa muy distinta es lo que se denomina ideología de la globalización, que es vulgarmente conocida como el neoliberalismo, orientada hacia la justificación de las desigualdades sociales y del predominio de los más poderosos. Cabría decir que la confusión entre globalización y neoliberalismo es equivalente a la que podría incurrirse si alguien quisiera confundir, por ejemplo, en el siglo XVIII, la revolución industrial como el hecho estructural que cambio el mundo en 200 años, y el liberalismo como expresión ideológica. Sobre esta base, que requiere una visión que podríamos decir que es a la vez nacional y universalista, es que en las actuales condiciones en que se plantea la necesidad de la reinserción internacional del país es absolutamente indispensable, y ya no hace falta leer los diarios, sino leer la portada de los diarios para entenderlo, impulsar una drástica reformulación del MerCoSur, en la senda de la configuración del ALCA. Que hay que fortalecer la relación con Chile y que hay que avanzar en la negociación de un acuerdo político integral que signifique la recreación de la alianza estratégica entre Argentina y los Estados Unidos forjada en la década del noventa.
Esa negociación de un acuerdo estratégico con los Estados Unidos tiene un contenido político, económico, social, monetario y también de seguridad. En el aspecto estrictamente comercial, la apertura del mercado norteamericano supone la oportunidad para el ingreso de nuestras exportaciones a un espacio económico que, en términos de capacidad de importación, es aproximadamente 18 o 19 veces más grande que el conjunto del MerCoSur. Esa posibilidad abre también, por supuesto y consiguientemente, nuevas alternativas para la inversión nacional e internacional en la economía argentina.
En este punto cabría también decir que hay tres elementos recientes de los últimos meses que consolidan esta perspectiva. El primero de estos tres elementos surge casi diría de una paradoja y es la oportunidad estratégica de la Argentina como Nación que se desprende de los atentados del 11 de Septiembre en Manhattan y en Washington, en tanto y en cuanto el principal país del mundo se ve en la obligación de modificar sus prioridades de política exterior para poner el centro de su acción internacional en una lucha contra el terrorismo transnacional y busca, para legitimar esa iniciativa, generar acuerdos y alianzas con distintos países del mundo. El segundo de estos tres elementos que tienden a consolidar en esta etapa la posibilidad de una negociación bilateral entre la Argentina y Estados Unidos surge de la iniciativa del gobierno republicano de plantear ante la Organización Mundial de Comercio una propuesta concreta de discusión vinculada con la reducción de los subsidios agrícolas de los países desarrollados, tema que constituye sin ninguna duda una cuestión de principalísimo interés nacional para la Argentina y para todos los países del MerCoSur y, como tal, puede convertirse o en una posibilidad o en un obstáculo en lo que hace a la negociación en ciernes en relación a la configuración del ALCA. El tercero de estos tres elementos ocurrió la semana pasada y fue la aprobación por el Congreso de los Estados Unidos de la autorización especial al Presidente Bush, a través de este tan llevado y caído "fast track", para avanzar en las negociaciones bilaterales tendientes a generar tratados de libre comercio entre Estados Unidos y diferentes países del mundo, entre los cuales se ubica hoy en primer lugar la hermana república de Chile.
Segunda Parte |
Segundo Centenario , 06/08/2002 |
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