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El colapso de la seguridad pública. |
El centro neurálgico de esta crisis de la seguridad está inequívocamente radicado en el Gran Buenos Aires. Es allí donde hay que concentrar rápidamente la totalidad de los recursos materiales y humanos del Estado Nacional. |
El rasgo históricamente originario y distintivo del Estado es el monopolio del uso de la fuerza. El colapso generalizado del sistema de seguridad pública, exhibido diaria y profusamente a través de todos los medios de comunicación social, constituye un grave síntoma de descomposición del poder político, que ha generado ya en todo el país un profundo estado de conmoción colectiva, que exige la adopción de drásticas medidas de emergencia para restablecer ciertas pautas mínimas para el desenvolvimiento de la convivencia civilizada.
El centro neurálgico de esta crisis está inequívocamente radicado en el Gran Buenos Aires. Es allí donde corresponde concentrar rápidamente la totalidad de los recursos materiales y humanos del Estado Nacional. Porque resulta obvio que, en virtud de un conjunto de razones a las que de ningún modo es ajena la inacción - y a veces hasta la complicidad - del poder político, la policía provincial está francamente desbordada por los acontecimientos, sin que las autoridades locales atinen a brindar una respuesta mínimamente satisfactoria.
En este contexto, corresponde impulsar la participación activa de la Policía Federal y la movilización total de los efectivos de la Gendarmería Nacional y de la Prefectura, así como de unidades especiales de la SIDE, para afrontar la situación planteada, en una acción concertada con las fuerzas policiales provinciales, cuya coordinación efectiva demanda la creación de un mando unificado. Esto requiere que, para cubrir el vacío que puede generarse, y durante un período no necesariamente corto, el Ejército y la Armada se hagan cargo transitoriamente de la custodia de todos los puestos fronterizos.
No se trata de agotar una movilización de fuerzas de semejantes dimensiones en la implementación de una estrategia meramente defensiva, orientada a reforzar la custodia de las personas y los bienes de los ciudadanos. Hay que ir mucho más allá. Es indispensable encarar una acción ofensiva de carácter integral contra el delito. Ello implica, en primer lugar, terminar con la existencia de "zonas liberadas", en las que virtualmente está ausente el Estado en cualquiera de sus manifestaciones, desde la escuela y el dispensario médico hasta la policía.
Centenares de miles de argentinos de la más humilde condición viven en la actualidad bajo el terror cotidiano implantado por las bandas delictivas que utilizan a las villas de emergencia como auténticos "aguantaderos". En ese sentido, constituye un imperativo insoslayable la instalación de centros comunitarios y de unidades operativas de las fuerzas de seguridad dentro de cada una de esas villas, para brindar la necesaria asistencia social a sus habitantes y asegurar el cumplimiento de la ley.
La prioridad es la realización de una tarea de requisa sistemática enderezada a eliminar la tenencia ilegal de armas. Para derrotar a la delincuencia, primero hay que desarmarla. Si las circunstancias así lo exigieran, no habría que descartar, incluso, como una medida de excepción enderezada a mejorar las condiciones de operatividad de las fuerzas de seguridad durante el desarrollo de esta contraofensiva, la alternativa de declarar el estado de sitio por un plazo de noventa días en todos los municipios del conurbano bonaerense. |
Pascual Albanese , 15/08/2002 |
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