La pérdida del rumbo.

 

El orígen de la actual crisis argentina reside en la progresiva pérdida del rumbo estratégico que había seguido el país en la década del 90, un abandono que comenzó en diciembre de 1999, y que fue agravándose cada vez más, al conjuro del acelerado debilitamiento de su poder político.
Arthur Schopenhauer decía que "no existe viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige". El orígen de la actual crisis argentina reside precisamente en la progresiva pérdida del rumbo estratégico que había seguido el país en la década del 90, un abandono que comenzó en diciembre de 1999, con la asunción del gobierno de la Alianza, y que fue agravandose cada vez más, al conjuro del acelerado debilitamiento de su poder político.

Dicha pérdida de rumbo, expresada al principio por omisión y después por acción deliberada, eclosionó con la implantación del "corralito financiero" en diciembre pasado, con la cesación de pagos proclamada a fin de año y con la devaluación dispuesta en enero último. Estas tres decisiones profundamente equivocadas fueron adoptadas, con pocas semanas de diferencia, por los otros tantos presidentes constitucionales que se sucedieron en el poder en ese brevísimo lapso: Fernando De la Rúa, Adolfo Rodríguez Sáa y Eduardo Duhalde.

El rumbo abandonado por el gobierno de la Alianza fue el que, por encima de sus aciertos y sus errores, guió durante más de diez años la inserción de la Argentina en el nuevo sistema económico mundial, surgido en la era de la globalización. La consecuencia es el actual estado de aislamiento externo, que tiene características diferentes pero dimensiones bastante semejantes a la situación que padecía el país en medio del estallido hiperinflacionario de junio de 1989.

De allí que no sea extremadamente difícil concluir en que la prioridad absoluta y excluyente para la Argentina de hoy sea la decisión estratégica de retomar el rumbo orientado hacia la integración del país en el escenario mundial. Pero esta determinación no puede ser el resultado de un mero acto de voluntarismo. No estamos ante una definición académica, ni frente a una opción de carácter tecnocrático. Es una tarea eminentemente política. No hay proyecto sin trayecto. Por sus limitaciones de orígen, que el tiempo reveló insalvables, ni la Alianza ni la coalición parlamentaria que sustenta al actual gobierno de transición estuvieron nunca en condiciones de avanzar en esa dirección.

Se trata, entonces, de construir un poder político, concebido no sólo como un gobierno munido de lucidez estratégica y de capacidad de liderazgo, sino entendido, también y fundamentalmente, como un vasto sistemas de alianzas capaz de otorgar el necesario sustento a sus decisiones. Esto demanda la creación de una amplísima coalición de fuerzas, nacionales e internacionales, cuya composición sea acorde con la naturaleza de ese desafío.

La construcción de poder político tiene sus propias reglas. Mao Tse-Tung, el fundador de la China moderna y uno de los líderes históricos más trascendentes del siglo XX, en su libro "Acerca de la contradicción", explica la importancia de determinar con precisión en cada una de las etapas de un proceso político determinado, y como tal siempre plagado de múltiples contradicciones superpuestas, cuál es la contradicción principal, que un punto de su desarrollo adquiere un carácter antagónico, y cuáles son las contradicciones secundarias, de modo de poder articular convenientemente las coaliciones de fuerzas apropiadas para resolver exitosamente ese desafío particular.

En el marco específico de la contienda política en curso, cuyo eje inequívoco es la próxima elección presidencial, que hoy reconoce como centro de gravedad a la "interna" partidaria del justicialismo, la contradicción principal, en términos de Mao, es entre aislamiento externo e inserción internacional de la Argentina. La lucidez política consiste en la comprensión del hecho de que sólo a través la adecuada resolución de esa contradicción principal el país podrá recuperar un rumbo que, al decir de Schopenhauer, le permita discernir cuáles son los vientos favorables para arribar al puerto efectivamente buscado.
Jorge Castro , 12/08/2002

 

 

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