Contrastando con la preocupada neutralidad de los gobernadores peronistas, la toma de partido del Ejecutivo nacional (en principio por De la Sota, fundamentalmente contra Menem) corre el riesgo de viciar la atmósfera del justicialismo. |
En su primer aterrizaje bonaerense, José Manuel De la Sota pudo experimentar la resistencia de los barones del distrito a jugarse por su candidatura en la interna del justicialismo. El gobernador Felipe Solá apenas le ofreció su solidaridad personal y un café con leche protocolar; ningún intendente en ejercicio quiso ser anfitrión del acto inicial del cordobés en el Gran Buenos Aires, razón por la cual el escenario debió montarse en Avellaneda, un municipio con alcalde frepasista. Los escasos tres mil asistentes (entre ellos, muchos funcionarios del gobierno nacional) fueron una muestra de que nadie quiso, supopudo movilizar en serio a favor del cordobés.
Esos gestos de reticencia del aparato duhaldista bonaerense contrastan con la voluntad del propio Eduardo Duhalde y de su esposa de sostener la postulación de De la Sota. Esta semana el gobierno nacional giró 100 millones de dólares a Córdoba (un aporte que las restantes provincias envidian) y el matrimonio presidencial expuso en declaraciones públicas su simpatía por De la Sota y su notoria inquina a Carlos Saúl Menem. La señora Hilda Chiche Duhalde llegó a sugerir una eliminación judicial de la candidatura del riojano.
En esas condiciones, los recelos de la mayoría de los intendentes peronistas del conurbano bonaerense a jugarse por el precandidato cordobés constituyen una incipiente señal de rebeldía en el seno del aparato duhaldista y reflejan una certeza: el lanzamiento de De la Sota "no mueve el amperímetro", no hace pie en las bases del PJ de la provincia de Buenos Aires. Así, por más que Duhalde lo reclame, los jefes comarcales del peronismo bonaerense se resisten a zambullirse en una piscina virtualmente vacía.
El fenómeno no se da sólo en Buenos Aires. Los gobernadores justicialistas del interior se han refugiado en una neutralidad que para De la Sota es letal: él necesita el oxígeno de los aparatos partidarios, algo que Menem está en condiciones de relativizar, pues ya ha pasado (en los comicios de 1989) por la experiencia de triunfar con aparatos y gobernadores volcados al campo adversario.
Las dificultades del cordobés para remontar vuelo inevitablemente volvieron a reflotar las ilusiones en Carlos Reutemann. "De la Sota no puede ocupar el espacio que el Lole dejó vacío. Sus expectativas de voto siguen muy bajas", disparó el ex gobernador de Santa Fe, Jorge Obeid, un esperanzado en que Reutemann revea su negativa a competir. Otro ilusionado con esa posibilidad es el inversionista Francisco De Narváez, el hombre que ha financiado la campaña y los equipos de Mauricio Macri y que, después de que el presidente de Boca Junios resolvió postularse sólo a la jefatura del gobierno porteño, no se resigna a quedarse sin presidenciable que patrocinar. Sin embargo, Reutemann ha vuelto a pinchar el globo de ese club de admiradores reiterando su negativa a ser candidato. El santafesino es conciente de que esos jugueteos mediáticos con su figura pueden terminar devaluando uno de sus principales activos: la firmeza de su palabra. No sólo no se presenta como candidato, sino que mantendrá su neutralidad en relación a las candidaturas en juego. De la Sota no conseguirá que una frase de apoyo político en su favor sea emitida por el Lole.
Contrastando con la preocupada neutralidad de los gobernadores peronistas, la toma de partido del Ejecutivo nacional (en principio por De la Sota, fundamentalmente contra Menem) corre el riesgo de viciar la atmósfera del justicialismo. El riojano dio esta semana muestras de su irritación ante las campañas en su contra que él ve impulsadas desde la Casa Rosada y respondió con dureza al matrimonio presidencial: a Duhalde le recomendó que se dedique a gobernar y afrontar la crisis y a la señora Chiche le recordó que la familia Duhalde también fue objeto de acusaciones graves, pocos años atrás, cuando una biografía (cuyo autor decidió emigrar) involucró al actual presidente en actividades non sanctas.
En el propio entorno presidencial consideraron que la respuesta de Menem estaba justificada a la luz de los ataques de Duhalde y señora. "Fue un error de Eduardo y de Chiche", le admitieron al diario "La Nación".
El error, con todo, quizás haya que adjudicarlo a una política. Habría que ver si también puede considerarse un error el diseño que el gobierno ha dictaminado para las internas abiertas en los decretos que se conocerán el lunes. Tal como hoy están previstas, esas reglas permitirán que los afiliados a un partido puedan votar en las internas de otro y habilita a algunos partidos a inscribir sus candidatos sin participar de la jornada de selección simultánea. Así, el ARI de Elisa Carrió, podrá oficializar la candidatura presidencial de la diputada chaqueña sin participar en la interna abierta y simultánea, con lo que sus afiliados y simpatizantes estarán habilitados ese día para participar en la selección de candidatos de otros partidos. Se abre así la posibilidad de que se alquilen aparatos electorales ajenos y se tergiverse el sentido de la ley de internas abiertas y simultáneas, cuyo espíritu reside en que los ciudadanos independientes puedan participar en la selección de candidatos de aquellos partidos que piensan votar y no en un juego promiscuo en que aparatos de un partido definen los candidatos de otro.
El gobierno, en este sentido, ni siquiera tomó en cuenta las objeciones a este procedimiento de sus aliados radicales y parece empecinado, por sus propios motivos, en permitir ese distorsivo juego de esquinitas. Así no se mejora la calidad de la democracia. |
Jorge Raventos , 05/08/2002 |
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