¡Es el dólar, estúpido!

 

No hace falta una comisión de expertos internacionales, un solo dato alcanza para el diagnóstico preciso: no existe ningún país del mundo en que la tenencia física de billetes estadounidenses en manos de la población sea cuatro veces mayor a la totalidad del circulante monetario.
No hace falta una comisión de expertos internacionales, un solo dato alcanza para el diagnóstico preciso: no existe ningún país del mundo en que la tenencia física de billetes estadounidenses en manos de la población sea cuatro veces mayor a la totalidad del circulante monetario. Muy pocas veces un solo dato económico alcanza para establecer un diagnóstico preciso sobre una situación determinada. Un informe oficial del Ministerio de Economía acaba de confirmar un hecho que contribuye a develar el misterio argentino. La existencia de más de 28.000 millones de dólares en manos de particulares representa un fenómeno absolutamente único. No existe ningún país del mundo en que la tenencia física de billetes estadounidenses en manos de la población sea por lo menos cuatro veces mayor a la totalidad del circulante monetario en pesos, aún incluyendo piadosamente bajo esa denominación a la totalidad de las múltiples cuasimonedas provinciales. La cifra cuadruplica, además, la totalidad de los plazos fijos encerrados en el "corralito financiero". Es mucho mayor que el monto de un año de exportaciones y, cosa más asombrosa aún, constituye más de un 25 % del total del devaluado producto bruto interno.

No se trata exactamente de una sorpresa. Las estimaciones realizadas anteriormente por el Fondo Monetario Internacional superaban ya los 20.000 millones de dólares. Lo verdaderamente sorprendente es que, con tantos expertos en el medio, hasta ahora no se hayan extraído todas las casi obvias conclusiones que se derivan de esta inédita particularidad de la Argentina.

La primera de esas conclusiones es que, en términos proporcionales a su población y a su producto bruto interno, la Argentina es de lejos el país más dolarizado del mundo, después de Estados Unidos. En un momento disputó ese lugar con la Rusia post-comunista, pero la dejó atrás. Ya era así antes del "corralito" y de la devaluación. Lo es mucho más ahora. El dólar es la única moneda de referencia de la economía argentina. El peso ha quedado reducido al rol de una moneda simplemente transaccional.

La segunda conclusión es que la devaluación decidida en enero y la estrategia de pesificación que pretendió implementar el actual gobierno de transición no han cumplido ninguno de los objetivos propuestos. Ni siquiera aumentaron las exportaciones, que en el primer semestre de este año experimentaron un descenso del 13 %. En cambio, sí se ha incrementado fuertemente la dolarización "de facto" de la economía argentina.

La tercera conclusión, que también salta a la vista, es la nítida identificación del centro neurálgico de la fenomenal crisis de confianza. Reside en el total descrédito en que han caído las dos instituciones fundamentales de cualquier economía: la moneda y el sistema bancario. La población argentina no quiere ahorrar en pesos sino en dólares y tampoco acepta depositarlos en los bancos, salvo tal vez en las cajas de seguridad. Los llamados secuestros "express" responden a un estudio de mercado llamativamente preciso...

Si el restablecimiento de la confianza interna, sin hablar de la confianza internacional, posibilitara que solamente la mitad de esta cifra de más 28.000 millones de dólares fuera volcada hacia la inversión y el consumo, el nivel de dolarización del país sería todavía muy elevado en términos internacionales, pero el producto bruto interno de la Argentina tendría automáticamente un crecimiento espectacular, bastante superior al diez por ciento, con el consiguiente incremento del empleo y de los recursos tributarios. A partir de allí, el movimiento de la rueda de la economía crearía las condiciones políticas y sociales necesarias para la efectiva puesta en marcha de las importantes reformas estructurales todavía pendientes.

La extremada sencillez del diagnóstico facilita enormemente la determinación de la estrategia apropiada para enfrentar y resolver la crisis. La prioridad insoslayable reside en la reforma monetaria y la reforma financiera. La eliminación definitiva de la incertidumbre monetaria, que en las actuales circunstancias es sinónimo de dolarización, y la implementación inmediata de las reformas institucionales necesarias para reconstruir el sistema financiero argentino, a partir del establecimiento de sólidas garantías internacionales, son los dos ejes fundamentales sobre los que se basa un programa económico sustentable para la Argentina. No hace falta una comisión de expertos internacionales para saberlo. Parafraseando a Bill Clinton, podría decirse "¡es el dólar, estúpido!".
Pascual Albanese , 02/08/2002

 

 

Inicio Arriba