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El ascenso de China es inevitable. |
La emergencia de China requiere una respuesta adaptativa de los Estados Unidos, que deben encontrar una forma elegante de acomodarse frente a la nueva superpotencia regional. |
Hace una década era Japón que despertaba temores nacionalistas entre los norteamericanos, quienes se preocupaban por ser sobrepasados por los industriales asiáticos. Ahora es el turno en que China genera las historias terroríficas. La imagen no puede ser evitada, pero no debería ser convalidada en ningún sentido político. El ascenso de China es inevitable y no debería ser visto como una amenaza.
Considere este artículo de primera página de "The New York Times": "China emerge como rival de Estados Unidos en el comercio de Asia". Esta clase de titular se transformará en un lugar común en los próximos años, mientras China incrementa su dominio en la economía del este de Asia. Pero, al mismo tiempo, los exportadores norteamericanos se beneficiarán del crecimiento del mercado interno chino y los consumidores norteamericanos se beneficiarán comprando las exportaciones, de bajo precio y, crecientemente, de alta calidad.
El ascenso de China requiere una respuesta adaptativa de Washington, que debe encontrar una forma elegante de acomodarse frente a la nueva superpotencia regional. Pero, en términos comerciales, la política clave ya está en su lugar: el año pasado China ingresó la la Organización Mundial de Comercio, bajo cuyos auspicios esta sociedad anteriormente cerrada se integrará completamente en la economía global.
Por supuesto, todavía queda el pequeño tema de Taiwan, al que Estados Unidos alega (en términos vagos) defender. El mejor escenario: el abrazo de China a las fuerzas del capitalismo la hará evolucionar hacia una democracia completa, a medida que la gente que gana control económico sobre sus vidas insiste también en el control político. Si esto sucede, Taiwan terminará pidiendo a los gritos la fusión con China, como forma de de evitar los vances de los otros vecinos pequeños de China, que se encontrarán a sí mismos bajo la sombra del revitalizado Reino Medio.
Déjenme minimizar lo que esta contenido debajo de esta situación ¿Alguien hubiera seriamente preferido que China permaneciera encerrada a los preceptos maoístas que mantenían a su economía débil y pequeña? En ningún caso esta es una opción. La emergencia de China es un hecho para reconocer y es también una oportunidad, porque Norteamérica - con su sistema económico flexible - está bien posicionada para adaptarse a las nuevas realidades y beneficiarse con ellas.
La supuesta amenaza de Japón generó un montón de preocupación a comienzos de los años 90, pero ahora los titulares aterrorizadores son todos acerca de la declinación económica de Japón, la que es vista como mala para los Estados Unidos. Si la economía de China entra en problemas serios, también serán malas noticias para Estados Unidos.
Pero China, aun si tambalea a lo largo del camino, es mucho mejor apuesta que Japón para alcanzar un predominio regional, tanto político como económico. Esto pondrá nerviosos a algunos norteamericanos. Pero es mejor que vayan acostumbrándose ya a la idea, y hagan planes para tomar ventaja de la situación.
Este artículo fue publicado originalmente en "Forbes". |
Mark Lewis , 05/07/2002 |
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