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Santa Rosa: Entre Olivos y Chapadmalal. |
La reunión del próximo lunes en la capital de La Pampa no fue convocada por el Poder Ejecutivo Nacional sino por los propios gobernadores peronistas. Hoy el tema político central no es la fecha de la convocatoria electoral, sino la definición de la candidatura presidencial del peronismo. |
Pocas veces como en la Argentina de hoy, puede corroborarse con mayor exactitud la regla histórica que establece que, en las circunstancias excepcionales que plantean las crisis de envergadura, no es la voluntad política de los actores sino la implacable lógica de los hechos, el vector principal que guía la dinámica de los acontecimientos.
Ni el gobierno ni ningún actor político de relevancia nacional pugnan actualmente por la anticipación de las elecciones presidenciales. Sin embargo, existe un consenso generalizado en que estamos frente a una etapa agotada. Resulta obvio ya que este gobierno de transición está llegando a su fin. El adelantamiento de la convocatoria electoral está a la vuelta de la esquina.
La iniciativa política surgió otra vez del seno mismo del peronismo. Los gobernadores peronistas decidieron convocar al presidente Duhalde a una reunión en Santa Rosa para analizar la situación del país y definir en conjunto una alternativa política para evitar la materialización de un colapso anunciado.
El antecedente más reciente de un cónclave semejante fue la reunión celebrada en enero pasado en Chapaldmalal, una iniciativa del entonces presidente interino Adolfo Rodríguez Saá, cuyo fracaso por falta de quórum precipitó su renuncia. La diferencia, no menor, estriba en que el origen de esta convocatoria no es el Poder Ejecutivo Nacional, sino los propios gobernadores peronistas.
La secuencia es empero absolutamente lógica. Hace un mes, en un cónclave realizado en la residencia de Olivos, los gobernadores peronistas virtualmente impusieron al Poder Ejecutivo Nacional un acuerdo programático de catorce puntos, orientado básicamente hacia la reinserción internacional de la Argentina.
En aquella oportunidad, los gobernadores dejaron librado al gobierno nacional la responsabilidad de la ejecución del programa acordado. Ahora, pretenden evaluar en conjunto el grado de cumplimiento de ese compromiso en estos últimos treinta días. No resulta demasiado difícil imaginar el saldo negativo que seguramente arrojará ese balance.
A partir de esa conclusión relativamente previsible, la cuestión de fondo es mucho más política que institucional. Es casi obvio señalar que, en el presente estado de emergencia, provocado en primer lugar por el estrepitoso fracaso del gobierno de la Alianza, el peronismo quedó instalado como la única fuerza política en condiciones de garantizar la gobernabilidad de la Argentina. Esta situación no es consecuencia de sus virtudes: el radicalismo atraviesa el peor momento de toda su historia política y las expresiones de protesta encarnadas por Elisa Carrió y por Luis Zamora distan de constituir, al menos por ahora, una verdadera opción de gobierno.
El tema político central no es entonces la fecha de la convocatoria electoral, sino la definición de la candidatura presidencial del peronismo.
En este punto, existen teóricamente dos alternativas. La primera es una modificación de la legislación electoral vigente para permitir la elección presidencial a través del mecanismo de la Ley de Lemas. El resultado casi inexorable sería el agravamiento del actual escenario de horizontalización política del peronismo y la consiguiente asunción de un presidente constitucional elegido con menos del 25 % de los votos, sin el poder político suficiente para enfrentar la crisis.
La segunda alternativa es la inmediata realización de elecciones internas abiertas en el Partido Justicialista, para definir por la vía democrática una candidatura presidencial y un programa de gobierno munidos de la legitimidad necesaria para encarar la urgente e indispensable reconstrucción del poder político. Podría decirse que, en términos estrictamente políticos, ésa es la única cuestión que resta por resolver. Para lo demás, alcanza con mirar el almanaque. |
Pascual Albanese , 24/05/2002 |
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