Confianza Cero.

 

El gobierno no está en condiciones de articular una coalición política capaz de sustentar el rumbo estratégico acordado en Olivos con los gobernadores peronistas. Pero la crisis no espera. Los gobernadores peronistas están ahora obligados a hacerse cargo de su obra inconclusa.
El mundo globalizado no premia la lucidez tardía. En circunstancias relativamente normales, un mes puede resultar muy poco tiempo para que un gobierno logre adoptar decisiones de fondo, que implican avanzar en reformas estructurales largamente demoradas. Pero en las encrucijadas extraordinarias de crisis, la velocidad de una decisión es casi tan importante como su contenido. Más aún en una situación de "confianza cero" como la que atraviesa hoy la Argentina. Una semana pasa a ser entonces una eternidad. Sobre todo si esa semana de la que se habla corresponde a los primeros siete días posteriores a un acuerdo político de noventa días, forjado apresuradamente ante un verdadero estado de emergencia en el que entró en juego la autoridad presidencial. Si esa semana irrepetible no arroja resultados concretos, nada indica que las siguientes puedan ser mucho más provechosas.

En estos siete días que median desde el acuerdo de catorce puntos suscripto en Olivos entre el Poder Ejecutivo Nacional y los gobernadores peronistas, los hechos son marcadamente elocuentes:


- La trabajosa designación de Roberto Lavagna como ministro de Economía no despertó resistencias mayormente significativas, pero tampoco alcanzó para recrear un mínimo clima de confianza en medio de un panorama de extremada incertidumbre económica y política.

- La dificultosa integración del equipo económico, un trámite azaroso que resultó tan escaso en aceptaciones como pródigo en rechazos, puso de manifiesto la notoria ausencia de expectativas que rodeó su asunción.

- La reestructuración del gabinete nacional reveló el alarmante grado de aislamiento interno en que se encuentra el gobierno dentro del propio peronismo, orfandad que le impide ampliar, aunque sea mínimamente, sus bases de sustentación política, confinadas al territorio bonaerense.

- La muy fuerte oposición parlamentaria a los proyectos gubernamentales de derogación de la ley de subversión económica y de modificación de la ley de quiebras, dos piezas urgentes y esenciales para continuar las conversaciones con el Fondo Monetario Internacional, dilata mucho más allá de lo previsible los tiempos de la negociación.

La conclusión salta a la vista: el gobierno no está en condiciones de articular una coalición política capaz de sustentar el rumbo estratégico orientado hacia la reinserción internacional de la Argentina acordado en Olivos con los gobernadores peronistas. La alianza parlamentaria con el radicalismo y los restos del FREPASO, que lo acompañó desde su asunción en enero pasado, ha quedado fuertemente resquebrajada, sin que aparezca en el horizonte una alternativa de reemplazo. Lo ocurrido en estos días demuestra que el acuerdo sellado con los gobernadores peronistas parece más un acuerdo programático, cuyo cumplimiento está básicamente en manos del actual elenco gobernante, que un compromiso político efectivo en cuanto a su implementación.

Los acontecimientos tienen una lógica propia que muchas veces trasciende la voluntad y las intenciones de sus protagonistas. La crisis no espera. Los gobernadores peronistas están ahora obligados a hacerse cargo de su obra inconclusa. Su capacidad de iniciativa alcanzó esta vez para dotar al peronismo, más que al gobierno, de un rumbo estratégico indispensable para guiar su acción. Falta ahora la legitimación de un liderazgo político capaz de encarnarlo en los hechos.
Pascual Albanese , 03/05/2002

 

 

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