El 49 % de la población está por debajo de la línea de pobreza.

 

De acuerdo con un estudio de SEL Consultores, que dirige Ernesto Kritz, en la primera semana de este mes de abril la población del Gran Buenos Aires que se encuentra por debajo de las líneas de pobreza y de indigencia superó el nivel de 1989, el año de la hiperinflación.
En el aglomerado del Gran Buenos Aires, integrado por la ciudad de Buenos Aires y los partidos del Conurbano, más de un tercio de los hogares (37,5 %), que comprenden la mitad de la población (48,9 %), están por debajo de la línea de pobreza (1). Esto es similar al nivel de 1989, el año de la hiperinflación, cuando esas cifras representaron, respectivamente, el 38,2 % de los hogares y el 47,3 % de la población. Con relación a octubre último, el número de personas en situación de pobreza en el aglomerado del Gran Buenos Aires aumentó en 1.650.000.

Lo más inquietante, sin embargo, es que el 95 % de ese aumento se explica por el salto de la indigencia, es decir, de la insuficiencia de ingresos para cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas. En menos de seis meses la población por debajo de la línea de indigencia se ha duplicado, pasando de 1.478.000 personas a 3.061.000, alcanzando los máximos valores históricos incluido el año de la hiperinflación. En 1989 la proporción de indigentes entre los pobres era de 34,9 %; ahora es 51,4 %.

El crecimiento reciente de la pobreza se debe, casi totalmente, al aumento de precios post-devaluación, en particular de los alimentos. En septiembre de 2001 (última estimación oficial) el costo de la canasta básica de alimentos para un varón adulto (2) era de 61 pesos. Ahora esa canasta cuesta 103 pesos.

Si se consideran también los bienes y servicios no alimentarios, el costo sube a 214 pesos. Esta es la línea de pobreza actual (3). La canasta básica total aumentó bastante menos que la canasta alimentaria por el mantenimiento de los precios de los servicios, en especial del transporte, que tiene un peso significativo en el presupuesto de los más pobres. Ello evitó un crecimiento mayor de la incidencia de la pobreza.

En el incremento de la indigencia pesa también el agravamiento del desempleo: unos 300.000 miembros de familias pobres del Gran Buenos Aires dejaron de percibir ingresos entre octubre último y comienzos de abril. De todos modos, el aumento de precios post-devaluación explica el 80% del problema. Pero aún así, el alto desempleo juega un papel capital, ya que, al hacer extremadamente difícil un incremento compensatorio de salarios, determina que el efecto precios se traslade íntegramente al consumo real de las familias. Esto permite comprender por qué la indigencia ha alcanzado un record histórico, aún sin hiperinflación.

El aumento de precios en un marco de ingresos nominales constantes o aún declinantes es, por lo tanto, central: Cada punto que sube el costo de la canasta básica de alimentos, eleva en casi 19.000 el número de indigentes en el aglomerado del Gran Buenos Aires. La discusión de la política económica debe plantearse como objetivo principal la recuperación a muy corto plazo de la estabilidad monetaria. Pero aún si esto se logra (para lo que hay que abandonar la idea de utilizar el impuesto inflacionario como instrumento de política) no alcanzará para revertir el deterioro ya producido, que afecta seriamente la estabilidad social. En este sentido, parece esencial garantizar el programa de seguridad alimentaria. Este debería ser un tema de consenso y también parte de la agenda con el Fondo Monetario. En ausencia de una red efectiva de contención social, con casi 50% de pobreza y 25% de indigencia, ningún plan económico es sustentable.

(1) La metodología de cálculo de la incidencia de la pobreza y de la indigencia de este estudio es la misma que utiliza el INDEC (ver "Incidencia de la pobreza y de la indigencia en el aglomerado del Gran Buenos Aires, octubre de 2001", ISSN 0327-7968). Los precios de la canasta básica de alimentos del adulto equivalente fueron relevados por SEL en la semana del 2 al 5 de abril de 2002. Los ingresos de los hogares son los de la Encuesta Permanente de Hogares de octubre de 2001, es decir se supone que no sufrieron modificaciones en el último semestre, salvo las resultantes de cambios en la situación ocupacional de los perceptores. Sobre esto último, se asumió para abril de 2002 una tasa de desempleo implícita de 23% (4 puntos más que en octubre de 2001). Es un supuesto moderado, dado el impacto diferencial de la crisis ocupacional en el sector informal, donde típicamente trabajan los más pobres. El aumento del desempleo afecta principalmente a los trabajadores precarios no calificados de la industria, la construcción, el transporte, los servicios a las empresas, servicios personales y algunos de servicio doméstico. A los efectos de la estimación se asumió que se mantiene la población económicamente activa de octubre de 2001.

(2) Esta es la unidad de referencia para el cálculo de la pobreza: la canasta de alimentos de costo mínimo, determinada en función de los hábitos de consumo de la población, que satisface las necesidades energéticas y proteicas de un varón adulto, de 30 a 59 años, con actividad moderada. Para los otros miembros del hogar, cuyos requerimientos nutricionales son diferentes según la edad, el sexo y la actividad de las personas, se hace una adecuación a esa unidad de referencia, que se denomina "adulto equivalente".

(3) Se refiere también a un "adulto equivalente".
SEL Consultores , 16/04/2002

 

 

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