Los bancos extranjeros pueden dirigirse a la salida.

 

El semanario "Business Week" considera que, con las negociaciones con el FMI demoradas, los bancos extranjeros en la Argentina están pensando en despegar.
No hace mucho que, después que Argentina fijó su peso al dólar en 1991, los bancos extranjeros invadieron el país buscando ganancias fáciles. Los depósitos fluyeron. Por primera vez en décadas los argentinos sintieron que podían confiar su dinero a algo distinto que su colchón. Y con el presidente Carlos Saúl Menem liberalizando rápidamente la economía, los bancos - incluyendo nombres con marquesina como Citibank, Santander y HSBC - sintieron que podrían operar sus negocios sin temor a la interferencia del gobierno. Los depósitos crecieron del 4 % del PBI en 1989 al 37 % una década más tarde.

Los bancos y sus clientes estaban equivocados. Hoy, después de tres meses de la culminación de la crisis financiera argentina, la devaluación ha reducido el valor del peso en un 70 %. La conversión forzada de los préstamos y depósitos en dólares a pesos se estima que ha costado a los bancos 20.000 millones de dólares. Adicionalmente, están perdiendo más de 100 millones de dólares por día en depósitos, a pesar de los estrictos límites para los retiros. Varios de los bancos extranjeros, que en conjunto controlan el 75 % de los depósitos del país, han enviado a pérdidas el total de sus inversiones en la Argentina.

Ahora los bancos extranjeros en la Argentina enfrentan una dura decisión: permanecer o finalizar sus actividades. Ejecutivos desde el BankBoston al Scotiabank Quilmes están ponderando sus opciones. Por el momento están perseverando, tratando de negociar un acuerdo con el gobierno que pudiera cubrir parte de sus pérdidas. "No es secreto que cada banco está reconsiderando claramente su posición en la Argentina hoy", dice Robert Lacoursier, director de investigación de capitales para América Latina de Lehman Brothers Inc. "¿Y quién puede censurarlos, frente a este desolado panorama?".

El gobierno está paralizado con indecisión acerca del próximo paso para tratar con la crisis financiera. Pero hay un consenso de que el país no puede funcionar sin un sistema bancario y ahora no tiene uno. No se están realizando depósitos y no se están haciendo préstamos. El presidente Eduardo Duhalde está tratando de persuadir a los bancos para que se queden. En negociaciones sostenidas en Buenos Aires durante enero y febrero, los banqueros y funcionarios del gobierno acordaron sobre un marco para un plan de rescate. Bajo el esquema, los bancos podrían recibir bonos como compensación por haber sido forzados a convertir préstamos y depósitos en dólares a diferentes tipos de cambio.

Sin embargo, hay un gran nudo. Habiendo defaulteado el gobierno en su deuda de 143.000 millones de dólares, no está en posición de emitir nuevos papeles. Y su demanda de un paquete de rescate de 20.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional, que podría ser usado para respaldar una emisión de bonos, está demorada. El FMI quiere ver que el gobierno implemente un presupuesto con "huesos descubiertos" y que tiene un control firme de la oferta monetaria antes de poner más efectivo. Duhalde y Cía. dicen que están trabajando un acuerdo que tomará otro mes, pero algunos analistas temen que podría tomar mucho más. ¿Cuál es, entonces, el Plan B para rescatar a los bancos? "No existe Plan B", dice el viceministro de economía Jorge Todesca. "Yo soy creyente que alcanzaremos un acuerdo para fin de abril. Las diferencias con el FMI están en el ritmo al cual estamos avanzando, no en las reformas en sí mismas".

Por ahora, al menos, los bancos están rehusando comentar sobre sus planes. Los analistas dicen que los que más parecen que abandonarán la plaza son instituciones de segundo rango con operaciones principalmente minoristas, incluyendo la italiana Banca Nazionale del Lavoro, el Bank of Nova Scotia de Canadá, el Societe Generale de Francia y el británico HSBC. Parecen más quedarse los bancos españoles BBVA y Santander, ya que despegar de la Argentina podría contaminar su reputación en otros países de América Latina. Los gigantes Citibank y BankBoston de los Estados Unidos también pueden permanecer. Cada uno de ellos tiene una presencia de casi un siglo en la Argentina.

Para cualquier banco que esté pensando permanecer en el lugar, le tomará años, si no décadas, reconstruir su negocio. En México, por ejemplo, los niveles de préstamo están todavía por debajo de lo que eran antes de la crisis bancaria hace siete años. Y con los depósitos en dólares de Argentina confiscados de un golpe, una generación de argentinos puede nunca confiar sus ahorros a un banco otra vez. Los colchones probaron ser una apuesta mejor, después de todo.
Agenda Estratégica , 08/04/2002

 

 

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