Homenaje a Luis Jalfen. Presentación del libro "¿Qué hacer con la Universidad?" (Tercera Parte)

 

Texto completo de las exposiciones de Pascual Albanese, Silvio Maresca, Jorge Bolívar y Jorge Castro en la Mesa de Análisis de Segundo Centenario, el 10 de abril de 200l.
Jorge Bolívar:

En primer lugar, y como miembro de Segundo Centenario, quiero agradecer que estén entre nosotros la madre de los hijos de Luis, los hijos y los amigos de Luis. Y para ellos tengo un mensaje especial. Una muy buena idea es que los grupos y talleres de Luis no mueran con él, sino que continúen porque, como bien dijo Maresca, el pensamiento de Luis lo trasciende, de manera que les doy una noticia importante: Carlos Heineman va actuar como coordinador de estos grupos. Seguiremos trabajando con las ideas de Luis.

Yo, a diferencia de Silvio Maresca, lo conocí a Luis en los últimos años de la dictadura militar. Fue, digamos, una empatía fortísima. Luis, además, con la generosidad que tenía, me invitó a lo que en ese momento era su Escuela de Filosofía de Buenos Aires a dar una disertación y yo elegí sobre todo Nietszche, que era lo que estaba trabajando, y Heidegger. Hice la charla, me vi con sus amigos, que no les llamaba discípulos, porque tenía la lógica que insiste en el libro, que lo fundamental para enseñar es permitir que el otro aprenda, no transmitir mecánicamente información.

Esa actitud de Luis, tan particular, que también la ha destacado Silvio, le permitió constituir a través de todos los años grupos que se iban renovando, cambiando y modificando, pero con los que siempre mantenía la misma lógica de acercamiento, una mayéutica socrática muy viva, muy intensa.

Y, a partir del conocimiento, con Luis nos hicimos hermanos, porque el sentimiento que yo tengo por Luis es el de un hermano. En todos estos años no hubo cosa que él hiciera que a su vez yo hiciera, cosa en la cual él no me metiera, a veces medio de prepo. De pronto me enteraba que tenía que dar una charla en Venado Tuerto, y allá iba yo. La muerte de Luis, que tanto nos duele, me parece que sucede en un momento de gran creatividad. Lo ha expuesto bien Maresca. Este es un libro donde todo el bagaje del pensamiento de Luis comenzaba a aplicarlo a la realidad, a funciones especificas. Había todo un juego en el que él estaba muy entusiasmado, porque veía que había un campo de conocimiento que él no había experimentado anteriormente. Que le permitía una aproximación a fenómenos nuevos de gran importancia cultural y social. Como es el caso de la Universidad. Lo que a mí más me entusiasmaba de la pasión de Luis, por un lado, eran sus ideas. Reconozco que he sido influido por el pensamiento de Luis al conocerlo, su obra, su forma de acercarse a los problemas. Admiraba en Luis la capacidad de abandonar los lugares seguros, abandonar los filósofos queridos, abandonar los refugios más o menos cerrados y salir a la libertad de los vientos. Luis era un impulsor, nos obligaba, nos decía, nos aconsejaba, buscá vos mismo, pensá por tu cuenta, era realmente muy notable. Pero lo que más me impresionaba de Luis, y creo que a la hora del balance tenemos que hacerlo, era su fantástica capacidad operativa, lo que destacaron Albanese y Maresca, de que en absoluto Luis era, a pesar de que leía como un energúmeno y escribía 12 ó 13 libros, una rata de biblioteca. Era todo lo contrario, era un hombre de acción, permanentemente estaba creando cosas.

Nosotros en plena época de la dictadura militar, con Miguel Grinberg, Agustín de la Riega y otros, decidimos hacer la "cultura del futuro": reuniones en salas públicas, pensando que esto más tarde o más temprano va a ceder. Y acá lo más temible es la autocrítica que deja el miedo, la espantosa capacidad de cerramiento que va a tener la cultura argentina cercada por el miedo, de manera que tenemos que trabajar en el sentido de la libertad.

La cultura del futuro fue un llamado en el sentido de la libertad y, en plena época militar, viajábamos a Córdoba, a Mendoza, llenábamos la Sala Planeta con 400-500 personas, con la revista "Mutantia".

Después vino la experiencia de la multiversidad. Luis creía en el concepto de multiversidad frente al de Universidad. Le parecía mucho más rico este concepto. Esto que ustedes van a encontrar en el libro, porque la Universidad está muy ligada a la universalidad y a la idea de que hay una sola verdad y una sola forma de expresarla. Que era totalmente contrario a lo que pensaba Luis, y eso era tanto para la medicina alopática, para la psicología psicoanalítica como para la filosofía analítica, que era la dominante en la Universidad.

Tenía una enorme capacidad de actuar frente a los hechos. Recuerdo en los primeros años de la democracia. Habíamos tomado cuenta que había un escritor francés Jean Baudrillard que acá había tenido una discreta difusión. Luis dijo: "Este es un pensador admirable, hay que traerlo a la Argentina". Y yo dije: "Hay que traer a Kostas Axelos. Vamos a traerlos". Empezamos a recorrer municipalidades, la Secretaria de Cultura, para interesarlos por la visita de estos dos pensadores. Kostas Axelos, a pesar de ser uno de los más grandes pensadores de la segunda mitad del siglo, es un pensador que no ha tenido la trascendencia ni la difusión de otros pensadores, porque mete el dedo en la llaga en algunos temas esenciales. Y Baudrillard era un pensador joven, nuevo, que no había tendido todavía una gran difusión. Como vimos que no teníamos apoyo, un día vino Luis y propuso vender entradas por adelantado y traerlos. Conseguimos personas que nos vendieron 10 ó 12 entradas cada uno; eran en dólares, carísimas. Se comunicó con ellos y pudimos traerlos a la Argentina. Cuando los vi bajar del avión, me impresionó un poco cómo se pueden hacer las cosas, en contra de la opinión de núcleos oficiales que no tenían intención de que estos tipos vinieran a la Argentina. Sin embargo, la llegada de ellos fue un gran acontecimiento. Tal es así que Baudrillard regresó después a la Argentina invitado por grandes fundaciones, además creció su prestigio con nuevos libros, porque era una máquina de escribir y producir libros.

Esto nos pinta a Luis. La Escuela de Pensamiento Contemporáneo surgió también de una decisión, de un debate. Vamos a publicar los debates. Después apareció una sucursal en Mar del Plata. Me invitó a participar, yo fui, y me encontré con 70-80 personas discutiendo problemas filosóficos con un entusiasmo que, además, se continuó durante años.

Entonces mi gran admiración por Luis es doble. Como pensador, me parece que es uno de los más grandes pensadores argentinos de la segunda mitad del siglo XX. Un pensador de un interés y creo que, como pasó con Rodolfo Kush, un hombre totalmente oscurecido y olvidado en vida, y después de muerte su obra creció, la obra de Luis va a crecer.

Luis se anticipo a su época, diciendo que viene una nueva época del ser y eso significa una nueva época del mundo. El anuncio de Luis coincidió, además, con las batallas que se suscitarían entre modernos y posmodernos. Nosotros sabemos que la Argentina, a partir de la patota cultural alfonsinista, fue fundamentalmente moderna. Los diarios, los suplementos optaron por la racionalidad, por la defensa de las ideologías, por la defensa del status quo cultural muy fuertemente y se sentían agredidos por el pensamiento posmoderno. Decían que era un pensamiento conservador. El pensamiento "progresista", el pensamiento de la gente que quería transformar el mundo, era moderno y los posmodernos éramos unos miserables conservadores reaccionarios, profundamente reaccionarios, que queríamos que la ideología que quería ganar en el mundo, ganara en el mundo. Este es el contexto en que nos encontramos Luis, Maresca y yo, y todos los que trabajamos en aquellos años. Fíjense ustedes que no es casualidad que los primeros libros de Luis tengan premios municipales de ensayo, tengan premios del Fondo Nacional de las Artes y es a partir de 1984 que sus libros ya no eran ni siquiera comentados en los diarios. Un "prestigioso" periodista del suplemento cultural de Clarín nos dijo: "A ustedes no hay que ni siquiera mencionarlos que existen, porque si los ponemos arman un debate terrible".

A mí me tocó organizar circunstancialmente dos debates en épocas distintas con filósofos importantes, que me decían: "Si está Luis Jalfen, yo no voy". Es decir, se negaban a debatir con Luis Jalfen. Esto era la realidad, yo la he vivido, en el fondo, porque le tenían miedo. Luis los demolía con la lógica porque, como dijo Silvio, es muy cierta la capacidad de desconstruir que tenía el pensamiento de Luis; era inmensa. Era muy difícil confrontarla. Fuera un pensamiento religioso o fuera un pensamiento moderno, se desarticulaba.

De manera que este hecho que Luis anuncia de una nueva época del ser, si bien él lo anuncia antes, la eclosión del debate se da en esos años, que son la mitad de los años 80 y la mitad de los años 90. Hoy, prácticamente ese debate carece de interés. Lo posmoderno ganó por muerte, pero perdió también en el sentido que perdió su nombre. Si tiene que ser algo que vive después de lo moderno, no supo ser tampoco una cosa que pudiera dar una explicación del mundo. Lo que dejó es un mundo abierto.

Pero Luis lo pone en su libro, él tuvo un pensamiento muy grande de Nietszche y de Heidegger y de los pensadores posmodernos, de Foucault, y otros.

Me parece que lo más importante de Luis, a la hora del balance, es la riqueza de su actitud frente a la filosofía. Frente a una filosofía decadente él asume la actitud del maestro del pensar, de asumirse con humildad pero con esa grandeza que tiene en una época de cambio, de mutación interior, sustancial. Él asume la humilde función de la apertura del ser, de buscar nuevos caminos, donde estaban los nuevos caminos, las nuevas pistas del pensar, las vecindades del ser, de esta nueva época del ser.

Como dice Silvio, él encuentra la técnica, que tiene un valor muy importante en la construcción del mundo nuevo. Éste es un tema en discusión, pero sin duda es un aporte, es un tema para pensarlo. En este último libro de Luis "¿Qué hacer con la Universidad?" nos permite tener casi todo Luis. Porque si nosotros analizáramos los capítulos, el primero se llama "El Nuevo Orden", no sólo político. Tiene que ver con los paradigmas del hombre, que hasta ahora ha sido el hombre de la modernidad. Después "La Filosofía y la Universidad", y va marcando toda la genealogía de la filosofía y la Universidad y como es necesario una nueva forma de pensar para poder acercarse a la enseñanza y la universidad que exigirá la época, porque la época va a exigir una nueva escuela. Lo estamos viendo con los nuevos planes de alfabetización informática y todo eso que sucede de un modo tan veloz que casi nos cuesta tomar conciencia. Luis, frente a este vértigo y esta velocidad era un surfista. Después trabaja conceptos de Universidad, la ubica históricamente, la Universidad argentina, en la que también hace un seguimiento en forma conceptual y también en la forma de sociedad de poder, ya que de la Universidad y de la educación secundaria viven miles de personas que, cuando alguien les quiere cambiar la base sobre la que trabajan, se resisten, ese cuerpo corporativo se siente agredido.

El libro tiene un gran valor porque toma la Universidad no sólo en su concepto, sino que toma a la Universidad argentina en todas sus realidades. Hace comparaciones con universidades europeas y americanas, con la forma de dar los exámenes, de rendir las materias. Yo les recomiendo la lectura de este libro a todos los que les interesa el tema de la Universidad y a todos los que les interesa el problema de la época del mundo, porque si un modelo de institución expresa la modernidad, ésa es la Universidad, en la formación de profesionales y en la formación de clases dirigentes.

El análisis profundo, el debate, la discusión de la Universidad que se está haciendo, que hoy empieza en la Argentina, o que se va a profundizar enormemente, se está haciendo fundamentalmente en el plano del presupuesto, en un plano muy importante, pero menor. Lo que plantea Luis es un tema mucho más profundo: Señores aquí hace falta formar nuevas cabezas. Las cabezas que estamos formando no sirven para la época que viene.

Por eso yo terminaría, como él termina el libro, "para que una sociedad haga deseable vivir en ella, debe estimular la libertad, lo que significa promover la creatividad". Creo que estas dos palabras citan muy bien a Luis. Luis era la síntesis más grande que yo conocí de libertad y creatividad. Muchas Gracias.


Cuarta Parte
Agenda Estratégica , 10/04/2001

 

 

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