La Nueva Economía y los ciclos económicos.

 

Estamos frente al surgimiento de un nuevo tipo de ciclo económico y un nuevo modelo de empresa, ambos marcados por la volatilidad y la turbulencia.
El fin de la recesión norteamericana

La esencia de la nueva economía y del e-business radica en su conexión reticular, interactiva y basada en Internet, entre productores, consumidores y proveedores de servicios.

Estamos asistiendo al desarrollo gradual de un mercado financiero global e interdependiente, operado por redes informáticas, con una nueva serie de reglas para la inversión de capital y la valorización de las acciones y de los activos financieros en general. A medida que las tecnológicas de la información son cada vez más poderosas y flexibles, los mercados financieros se van integrando y tienden a funcionar como una unidad en tiempo real en todo el planeta.

Los mercados financieros en general están fuera del control de todo el mundo. Se han convertido en una especie de autómata con movimientos repentinos que no responden a una lógica económica estricta, sino a una lógica de complejidad caótica, resultado de la interacción entre millones de decisiones que reaccionan en tiempo real, en un ámbito global, ante turbulencias de información de origen diverso, entre las cuales se cuentan las informaciones económicas sobre beneficios y ganancias.

Después de la dramática depreciación en 2000-2001, en febrero de 2001 el valor del índice NASDAQ era tres veces superior al de 1996. El largo periodo de alto crecimiento experimentado en la década de los 90 ha transformado la economía estadounidense y el núcleo de la economía mundial.

En lugar de un retorno a los criterios de valoración tradicionales, lo que mostró la brusca caída de los valores tecnológicos en 2000-2001 fue el nivel de volatilidad de los mercados financieros, especialmente de los mercados de alto crecimiento, donde los inversores se mueven a velocidad de Internet. Pero no debemos deducir de estos acontecimientos que la exuberancia irracional va seguida de la calma que sigue a la tormenta, sino más bien que estamos ante un comportamiento nervioso de los mercados financieros, estructuralmente determinados por la globalización, la desregulación y la transacción electrónica de valores.

Lo que los datos demuestran no es una vuelta al ciclo económico tradicional, sino el surgimiento de un nuevo tipo de ciclo económico, de un nuevo modelo de empresa en definitiva, marcado por la volatilidad y por la alternancia de subidas y bajadas radicales de la valoración del mercado, resultado de las turbulencias de información que combinan los criterios económicos con otras fuentes de valoración.

En la era Internet, caracterizada por la existencia de mercados financieros sistemáticamente volátiles y regidos por la información, la capacidad para vivir peligrosamente se convierte en parte del estilo de vida empresarial.


Productividad, innovación y nueva economía

Si existe una nueva economía es porque ha habido un aumento considerable de la productividad.

En los Estados Unidos ha habido un incremento considerable de la productividad como resultado de una inversión masiva en las tecnologías de la información, unidas a un cambio organizativo basado en el trabajo en red.

En términos de teoría económica, solo un incremento de la productividad puede explicar que una economía sea capaz de crecer a un alto ritmo de manera sostenida, prácticamente con pleno empleo, con un aumento de las ganancias y un bajo nivel de inflación, durante un largo periodo de tiempo, tal como ocurrió en los Estados Unidos entre 1993 y finales de 2000.

Mientras que en 1985-1995 la productividad del trabajo en Estados Unidos creció a un ritmo medio anual de 1,4 %, en el periodo 1996-2000 el ritmo de crecimiento fue el doble un 2,8 %. En los doce meses transcurridos entre el segundo cuatrimestre de 1999 y el segundo cuatrimestre del 2000 la productividad del trabajo se incrementó al increíble ritmo del 5,2 %.

Según diversas estimaciones, la proyección del crecimiento de la productividad para la década 2000-2010 podría situarse entre el 2,3 y 4 % anual, aunque la caída de los valores bursátiles en 2000-2001 podría alterar sustancialmente dicha predicción desacelerando las inversiones y, por lo tanto, la innovación, el crecimiento de la productividad y el crecimiento económico. Sin embargo, en el cuarto trimestre de 2000, en medio de una importante desaceleración de la economía estadounidense, la productividad del trabajo creció a un ritmo anual de un 2,4 %, menor que el trimestre anterior pero todavía suficiente para situar el crecimiento anual de la productividad para el ejercicio del 2000 en un 4,3 %.

La inversión en tecnología de la información y el alto nivel de productividad en la industria informática han sido factores decisivos para alentar el crecimiento de la productividad.

En efecto, el sector de las tecnologías de la información incrementó su productividad a un ritmo anual del 24 % durante los años 90.

La descentralización interna de la empresa y la adopción de formas de organización en red son condiciones indispensables para el incremento de la productividad de las tecnologías de la información.

En suma, en Estados Unidos, durante la segunda mitad de la década de los 90, se produjo un incremento considerable de la inversión en equipos y software de las tecnologías de la información que en 2000 supuso un 50 % de la inversión empresarial total. Dicha inversión, unida a la reestructuración organizativa y, especialmente, a la difusión de la conexión en red basada en Internet como práctica empresarial habitual parecen ser factores críticos a la hora de explicar el crecimiento de la productividad del trabajo, que es la fuente principal de creación de riqueza, además de constituir la base de la nueva economía.

Existe por lo tanto una profunda transformación de la economía global, en línea con el crecimiento de la productividad liderada por la tecnología que se observó por primera vez en los Estados Unidos.

Si estas tendencias están realmente enraizadas en una transformación del modelo de empresa y en la difusión de las tecnologías de la información, deberían ser capaces de superar el declive económico de 2000-2001. Pero esto requeriría la gestión del nuevo tipo de ciclo económico.

La nueva economía, con el e-business como punta de lanza, no es una economía online sino una economía cuyo motor es la tecnología de la información, que depende del trabajo autoprogramable y que está organizada en torno a redes informáticas. Estas parecen ser las fuentes del crecimiento de la productividad del trabajo y, por lo tanto, de la creación de riqueza en la era de la información.

Sin embargo, si el trabajo es la fuente de la productividad, el poder creativo del trabajo y la eficacia de la organización empresarial depende en último término de la capacidad de innovación. La innovación está en función de la actividad del trabajo altamente cualificado, así como de la existencia de organizaciones capaces de crear creación de conocimiento.


La nueva economía y su crisis

El e-business está en el fondo del surgimiento de una nueva economía caracterizada por el papel fundamental del trabajo autoprogramable, la innovación tecnológica y la valoración de los mercados financieros como motores de la economía. Como en todas las economías, el crecimiento de la productividad del trabajo es el motor del desarrollo y la innovación es la fuente de la productividad.

En la crisis del 2000-2001 en el mercado de valores estadounidense desaparecieron 4,6 billones de dólares en riqueza nominal, aproximadamente el equivalente al 50 % del PBI de los Estados Unidos, una pérdida cuatro veces superior a la del crash de octubre de 1987.

Para algunos analistas, dicho "ajuste de mercado" fue el reventón de una burbuja financiera especulativa. La metáfora de la "burbuja" es inadecuada ya que asume implícitamente un equilibrio natural del mercado que ha quedado obsoleto al encontrarnos en un mundo de mercados financieros globales interdependientes que operan a alta velocidad y que procesan complejas turbulencias informativas en tiempo real.

Parece un milagro que los inversores pudieran alimentar la nueva economía con sus expectativas durante tanto tiempo, dada la avalancha de predicciones catastróficas vertidas por los expertos. Debemos en gran medida a Alan Greenspan que los mercados siguieran creyendo en la realidad que percibían a través de la neblina de las teorías económicas tradicionales.

Greenspan continuó defendiendo la realidad de la nueva economía, basada en la inversión en tecnologías de la información y en el crecimiento de la productividad, en parte porque estaba rodeado en la Reserva Federal por alguno de los mejores cerebros económicos en el análisis de productividad que hay en Estados Unidos (tales como Oliner y Sichel entre otros). Gracias en parte a su perspicaz intuición de que solo el alza subyacente de la productividad serviría para explicar, en estricta teoría económica, el comportamiento de una economía cuyo pulso él mismo estaba siguiendo en tiempo real.

En cuanto aparecieron los primeros signos recesivos en la bolsa, muchos economistas convencionales y veteranos de la vieja economía suspiraron aliviados y aprovecharon la oportunidad para forzar una vuelta al antiguo statu quo. Y sin embargo, lo más probable es que el mundo empresarial nunca vuelva a ser como antes después de su transformación tras casi una década de desarrollo de la nueva economía.

Pero si la Bolsa se recupera antes de que se extienda el daño causado por la desinversión, podría ponerse en marcha de nuevo el motor de la nueva economía.

Por lo tanto, podemos sin duda hablar de la existencia de un ciclo económico en la nueva economía. Pero lo que diferencia a ésta de la economía industrial es que las fluctuaciones del mercado de valores están sincronizadas con el ciclo económico, por la sencilla razón de que éstas dirigen los ciclos de inversión e innovación. La convergencia de ciclos financieros, ciclos de innovación y ciclos económicos se refuerzan mutuamente en la dinámica de sus subidas y bajadas.

La volatilidad de la nueva economía es sistémica y, por lo tanto, las proyecciones empresariales no se pueden basar en los datos del pasado, incluido el pasado reciente. Las redes flexibles permiten que las compañías puedan practicar la "reacción just in time".

La conexión entre financiación, innovación y demanda de mercado permiten que se produzcan profundas crisis en cualquier empresa, seguidas de periodos prolongados de alto crecimiento.

La crisis de la nueva economía en 2000-2001 no consistió simplemente en la explosión de la burbuja financiera de las empresas puntocom. Fue la expresión de nuevas formas del ciclo económico que afectan a todas las industrias, con consecuencias especialmente graves para aquellas empresas basadas en una estrategia de alto crecimiento, que puede derivar en una rápida desaceleración de su actividad.

La nueva economía esta guiada por un mercado de valores muy sensible que financia la innovación de alto riesgo que se encuentra en la base del alto crecimiento de la productividad. Esta es una economía en la que se apuesta fuerte: el alto índice de crecimiento y la extraordinaria creación de riqueza van de la mano con potenciales caídas repentinas y destrucción de la riqueza. Una vez que los mecanismos de valoración de mercado comienzan su espiral descendente, no se puede detener el bajón simplemente con mecanismos de formación de precios: se hace necesario subvertir las expectativas.

La nueva economía tiene un fundamento cultural: está basada en la cultura de la innovación, la cultura del riesgo, la cultura de las expectativas, y en último término, en la cultura de la esperanza en el futuro. Tan solo si dicha cultura sobrevive a los pesimistas de la vieja economía de la era industrial, podrá volver a prosperar la nueva economía.
Manuel Castells , 18/03/2002

 

 

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