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La Competitividad de la Argentina. |
Conferencia del entonces Secretario de Planeamiento Estratégico Dr. Jorge Castro con motivo del "Día de la Exportación" en acto organizado por la Cámara de Exportadores de la República Argentina en el Hotel Plaza, el 15 de septiembre de 1998. |
Ante todo hay que advertir que esta crisis financiera no es una crisis de orden regional o una suma de crisis regionales. Tampoco es la consecuencia del agotamiento del proceso de globalización de la economía mundial que está en marcha en los últimos veinte años. Al contrario, es el resultado de su aceleración. Lo que está ocurriendo en el mundo es que el vector fundamental de la economía mundial, que es el cambio tecnológico en los países avanzados y primordialmente en los Estados Unidos, ha adquirido un carácter acumulativo y comienza a crecer por espasmos.
A partir de 1983, el sector de las telecomunicaciones y la informática en la economía norteamericana, que representa aproximadamente el 7% del producto, ha comenzado a recibir aproximadamente el 40% del total de las inversiones de la economía norteamericana. En el primer cuatrimestre de 1998, en el 8º año de crecimiento sostenido, la economía creció 5,4%.
Vale decir que esta economía de US$ 8,6 trillones de dólares - que de lejos es la economía más importante del mundo - crece a una tasa de 5,4%, con un nivel de desocupación de 4,3 % (el más bajo de los últimos 30 años) y con un nivel de inflación de 2,2% anual (que, además, disminuye en forma consecutiva en los últimos 3 años). Es decir, que mientras aumenta el nivel de inversión de la economía norteamericana, aumenta el crecimiento de producto y al mismo tiempo baja la desocupación. Esto, además, en un contexto donde surge que en el año 1997 esta economía de U$ 8,6 trillones había crecido más del 4% del producto. Lo que está en marcha en los Estados Unidos es una gigantesca aceleración del ritmo del cambio tecnológico y como lo que sucede en los Estados Unidos es nada más que el primer eslabón del ciclo de la economía mundial en una economía definitivamente globalizada, este mayor ritmo de crecimiento económico a impulso de la revolución tecnológica se manifiesta en una exacerbación de la competencia a escala mundial. Es esto lo que obliga a todas las empresas del mundo a aumentar su capital para soportar este mayor ritmo de competencia a escala global.
Así, se da una situación absolutamente paradójica, pero que en su carácter paradójico es reveladora: las grandes empresas transnacionales del sector de las telecomunicaciones y de la informática, que están a la cabeza del proceso de cambio tecnológico a escala mundial, están en su mayor nivel de rentabilidad histórica y al mismo tiempo, como política de orden empresario, se encuentran realizando una política sistemática de reducción de la estructura de costos. Este mayor nivel de rentabilidad y la búsqueda sistemática de una menor estructura de costos está en relación directa con la exacerbación de la competencia a escala mundial. Lo que está ocurriendo en el mundo es que la aceleración del proceso de globalización significa que hay un nuevo parámetro de productividad a escala mundial establecido por el cambio tecnológico de los Estados Unidos. Todos los países y regiones del mundo en esta economía definitivamente globalizada se encuentran en retraso frente al nuevo parámetro de productividad. Cuando este retraso de orden estructural - que se manifiesta casi enseguida en la pérdida de competitividad de sus exportaciones - coincide con una debilidad de orden institucional en el plano fiscal, monetario y especialmente en la debilidad de sus instituciones financieras y bancarias, en ese caso el retroceso de orden estructural frente al nuevo parámetro de productividad establecido por la economía norteamericana se manifiesta como un colapso. Es lo que ha ocurrido en varios países del Sudeste Asiático a partir de julio de 1997: el retraso estructural en términos de productividad se ha manifestado - al coincidir con la debilidad institucional de su sistema financiero y bancario - en una verdadera situación de colapso.
Pero esta no es una crisis asiática ni una serie de crisis regionales. Esto es el resultado de la aceleración del ritmo de la globalización que es el hecho estructural de la época.
El resultado de este acontecimiento es que hay un vuelco masivo de capitales de todo los países emergentes a los Estados Unidos. La forma de medir este gigantesco movimiento de capital que se retira del Asia-Pacífico, de Europa Oriental y de América Latina es relativamente simple de establecer: consiste en identificar el vector fundamental en términos financieros en una perspectiva de mediano a largo plazo de la actual crisis financiera internacional, que es qué ocurre con el nivel de rendimiento de los títulos del tesoro norteamericano a 30 años. Hoy el nivel de rendimiento de los títulos del tesoro norteamericano a 30 años es de 5,32%, el más bajo de los últimos 22 años. Con este ritmo de caída del nivel de rendimiento de los títulos del tesoro norteamericanos a 30 años - que se han convertido en la nueva moneda de reserva mundial- aproximadamente a fin de año el nivel de rendimiento será de menos de 5%.
Hay que prever que esta no es una crisis de carácter circunstancial de tipo corto sino que es una crisis cuyo período está íntimamente vinculado a la situación japonesa, y en Japón no hay una crisis económica sino una crisis del sistema político. Hay una situación de parálisis y de descreimiento de la opinión pública con respecto a su sistema político. Es esto lo que permite establecer aproximadamente el tiempo de duración de esta crisis de orden mundial: el nivel de rendimiento de los títulos del tesoro norteamericano a 30 años, que se encuentra en su menor nivel de los últimos 25 años, y que tiende a caer en forma sistemática, permite prever que hemos ingresado en una era histórica de baja de la tasa de interés en una perspectiva de mediano y largo plazo. Hay más capital disponible que nunca, a menores tasas de interés a mediano y largo plazo, para acelerar la reconversión de los países del mundo emergente. Con la aclaración de que esa inmensa masa de capital que se vuelca a los Estados Unidos - y en parte a Europa - que permite establecer una tendencia a la baja de las tasas de interés tiene un carácter más selectivo que tenían antes de que se desatara la crisis de julio de 1997.
El capital establece su selectividad con respecto a los distintos países y regiones del mundo de acuerdo a tres variables fundamentales:
1. La solidez fiscal y monetaria que tenga ese país o esa región (en la economía globalizada los protagonistas son las regiones y no los países aislados).
2. Cuanto poder político hay en ese país para responder con medidas drásticas, de alto costo social, político y electoral al cambio de las condiciones internacionales.
3. Si el país o región posee una actividad productiva que sea inmediatamente competitiva a nivel de la economía mundial.
Esto último es lo que permite referirse al problema de la competitividad, que es una forma levemente eufemística para referirse al nivel de productividad de un país o región.
El caso de la Argentina se puede plantear en los siguientes términos: la tasa anual de aumento de la productividad para el período 1991-1997 fue de 4,5% anual, lo que incluye la brutal pero breve recesión experimentada por la Argentina en 1995, el efecto tequila, en el que el producto cayo 4,4% en esos doce meses. Esto significa que en el período previo al efecto tequila, entre 1991 y 1994, la tasa de aumento de la productividad anual acumulada fue de 5,4% anual. La crisis del Sudeste Asiático desatada a partir de julio de 1997 ha planteado nuevamente, y de manera fundamental, cuáles son las fuentes reales del crecimiento de la economía. Y es esto lo que permite advertir, una vez que se ha hecho el juicio de carácter retrospectivo que siempre es relativamente fácil aunque igualmente insuficiente en términos de pronóstico, que en realidad las economías del Sudeste Asiático, las más exitosas, han tenido un aumento de la productividad a lo largo de un período de 30 años que osciló entre el 1 y el 2,4% anual, y solo eso. En otros términos, lo que ha ocurrido en el Sudeste Asiático ha sido que estos países, que han realizan verdaderos milagros en términos de aumento sostenido del producto a lo largo de más de 30 años, lo han hecho principalmente movilizando recursos en términos de capital, esto es ahorro interno, y fuerza de trabajo, antes que en el aumento sostenido de la productividad.
Lo que ha ocurrido en la Argentina en la década del 90 es por lo tanto un acontecimiento de enorme importancia, y es el hecho de que en el crecimiento de la economía del país en el periodo de 1990-1997, el producto aumentó 52% y el impulso fundamental ha estado en el aumento de la productividad.
Es probable que este aumento de la productividad en la Argentina haya tenido tres componentes:
1. Aumento de la tasa de inversión. En 1997 hay un aumento de la tasa de inversión del 27% del producto, y es esto lo que está atrás, en términos directos, de un aumento del producto del 8,6% en 1997.
2. La reorganización generalizada del sistema económico del país, es decir, la creación de un verdadero sistema de instituciones económicas de nuevo tipo, acorde a la era de la globalización del capitalismo de fin de siglo, que está en relación directa a permitir que este aumento de la inversión se haya manifestado a través de la reorganización de tipo institucional en un aumento del producto sobre una base del crecimiento de la productividad.
3. El hecho de que la Argentina, un país inflacionario, megainflacionario e hiperinflacionario, en estos años cruciales haya logrado eliminar la inflación. Lo que significa que en 1997 cuando la Argentina creció 8,6% del producto (el segundo mayor crecimiento del mundo después de la República Popular China) lo hizo con una inflación de 0,3%. En los últimos tres años, el nivel de inflación en la Argentina está un 1,5 punto por debajo del nivel de Alemania. Es esto lo que - en una perspectiva de mediano largo plazo - tal vez sea un elemento decisivo en este aumento de la productividad de la economía argentina, esto es, la eliminación de la inflación en un país megainflacionario e hiperinflacionario.
La relación que existe entre el aumento de la productividad y el crecimiento de las exportaciones es directa en una economía globalizada. En otros términos, las exportaciones no crecen en una economía globalizada porque hay una política de estado de carácter específico destinada a establecer un sector que es capaz de competir en la economía mundial. En una economía globalizada, en un país que es parte activa e integrante irreversible de esa economía, las exportaciones crecen sólo como consecuencia del aumento de la productividad promedio de la economía del país.
Por eso es que para saber qué puede ocurrir, qué ha ocurrido, dónde está parada la Argentina en términos de su sector exportador, lo que hay que ver ante todo y sobre todo es lo que ocurre con la productividad promedio del país.
Una observación que me gustaría realizar con respecto a Brasil y la Argentina en este contexto de aceleración de proceso de globalización (es exactamente lo contrario de la idea de que atrás de esto hay una fase de agotamiento). La idea de que en el Sudeste Asiático la crisis de países de relevancia como es el caso de Tailandia, Indonesia y Corea del Sur (pero donde están excluidos de esta crisis China e India) significa el agotamiento de la capacidad de crecimiento económico del Sudeste Asiático y por lo tanto hay que revisar la idea del crecimiento de la demanda asiática está basada en un error de información. Se sabe que hacer pronósticos tiene el inconveniente de que se refieren al futuro, pero sí lo que se puede hacer es identificar tendencias en el presente, sobre todo las tendencias en el orden demográfico. La República Popular China tiene 1.250 millones de habitantes, con una tasa de crecimiento de la población relativamente reducida, muy reducida: 1,3% anual. Lo que significa que hacia el 2030 la población china va a ser de aproximadamente 1.600 millones de habitantes. Con esta aclaración, en este momento el segundo país más poblado del Asia es la India, con 900 millones de habitantes, pero con esta especificidad: el aumento de la población de la India es superior al crecimiento de la población en China, de modo que hacia el 2030 la población de la India va a estar por encima de los 1.600 millones de habitantes.
La Organización de Cooperación y Desarrollo Económico en sus sucesivos estudios sobre la República Popular China y sobre la demanda china ha advertido repetidamente acerca de lo que ha ocurrido en los últimos 20 años - en el sentido de que hemos visto un país de 1.250 millones de habitantes que crece en forma continuada a lo largo de 20 años a una tasa anual promedio acumulada del 10% y que en los últimos 10 años logra duplicar el ingreso real per capita de su población - es lo mismo que hizo Gran Bretaña en la Revolución Industrial. Pero China lo hizo en 10 años, mientras que Gran Bretaña necesitó de 60 años, de 1780 a 1840, para duplicar el ingreso per capita real de su población. Lo que advierte repetidamente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico es que esto que hemos visto de la demanda asiática con eje en China todavía no es la verdadera demanda asiática. La verdadera demanda asiática va a emerger entre los años 2005 o 2007 aproximadamente, cuando este proceso de extraordinario aumento de la productividad en China por la transferencia de la población del campo a la ciudad, que es al mismo tiempo un gigantesco proceso de industrialización, que a su vez es una de las claves de la transformación de la división internacional del trabajo de la era de la globalización que hace que China, con 1250 millones de habitantes, tenga, además, el cuarto lugar en el comercio internacional del mundo, que supera los US$ 400.000 millones. Así, uno de los factores de la crisis en el Sudeste Asiático es el hecho de que los países que compiten con el mismo tipo de exportaciones industriales de baja intensidad tecnológica con China se han visto excluidos del mercado internacional, pero sobre todo del mercado norteamericano, ante la imposibilidad de competir con la producción industrial china. Hoy China está repitiendo en términos de exportaciones lo mismo que hicieron los cuatro tigres asiáticos en la década del 70, esto es está creciendo sobre la base del aumento de las exportaciones industriales de bajo nivel tecnológico orientadas fundamentalmente al mercado mundial y ocupando posiciones cada vez más avanzadas en el mercado norteamericano. En otros términos, está ocurriendo con un país de 1.250 millones de habitantes que tiene el cuarto comercio internacional del mundo lo mismo que ocurrió con los tigres asiáticos en las décadas del 60 y 70, pero los tigres tenían en conjunto 200 millones de habitantes (sumando al maestro de todos ellos, Japón). Ahora, hay un quinto tigre, pero de 1.250 millones de habitantes.
Por eso es que en este contexto de aceleración de la globalización por impulso del cambio tecnológico, cuyo vector fundamental es la acumulación de la productividad de la economía norteamericana - que ha establecido un nuevo parámetro de competencia mundial, que hace que todos los países y las regiones se encuentren en una situación de retraso estructural -, en este contexto de la aceleración de la globalización lo que hay que prever es que la tendencia al aumento de la demanda asiática recién ha comenzado a manifestarse.
Pero al mismo tiempo esta aceleración del proceso de globalización que implica una reformulación de la división internacional del trabajo tiene una enorme importancia para la Argentina y para el MerCoSur, en el sentido de que al ser parte, y cada vez más parte debido a la aceleración del ritmo de la globalización, de una economía globalizada donde la única referencia es cada vez más la economía mundial, la única posibilidad de competir que tienen los países y las regiones en esta economía que se acelera en su condición de globalizada es a través de un esfuerzo de especialización. La nueva división internacional del trabajo exige reformular y pensar en términos de especialización referida a la economía mundial sobre la base de una actividad productiva que sea inmediatamente competitiva a escala internacional, esto es, que tenga niveles de productividad comparables a más avanzados del mundo, que son en este momento los norteamericanos.
En el caso de la Argentina, y crecientemente del Brasil, esto se refiere claramente a la producción agroalimentaria referida a la vinculación directa con la economía mundial. La posibilidad de diversificar industrialmente a nuestros países está en la medida en que se haga alrededor de un eje productivo inmediatamente competitivo de la economía mundial o, dicho de otra manera, que tenga niveles de productividad equiparables a los nuevos parámetros de productividad establecidos por la economía norteamericana. Es en este punto que aparece el camino de los países de América del Sur, y primordialmente de la Argentina, en términos de diversificación industrial a través de un eje productivo inmediatamente competitivo de la economía mundial que es notoriamente la producción agroalimentaria.
Sobre esta base es que aparece este momento de crisis en la economía mundial que como ha sido señalado es al mismo tiempo una extraordinaria oportunidad. |
Jorge Castro , 15/09/1998 |
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