Cameron, las Malvinas y el nuevo escenario mundial

 


No puede haber jamás una estrategia acertada sin un análisis correcto. Los hechos revelan que el litigio sobre las Malvinas será un punto importante de la agenda internacional de los próximos años.

Por su naturaleza particular, el análisis del conflicto por Malvinas exige un ejercicio de objetividad que empiece por indagar sobre las razones de la actitud británica, no para calificarla sino para comprenderla y actuar en consecuencia. Más allá de obvias motivaciones de índole doméstica, el endurecimiento expresado por el primer ministro conservador David Cameron responde a la percepción de Londres acerca de que la Argentina, un país que los ingleses estiman “poco confiable”, y su actual gobierno, al que se considera proclive a la confrontación, podría intentar hacer coincidir el trigésimo aniversario de la guerra del 1982 con algún gesto espectacular para reivindicar nuestra soberanía sobre el archipiélago. Los británicos padecen los efectos del trauma de no haber previsto a tiempo la decisión de la Junta Militar Argentina de ocupar las islas. Esa incapacidad para adelantarse a los hechos por parte de un país que, por su antigua condición imperial, presumía de conocer mejor que nadie la naturaleza del juego global, nubla a veces la objetividad de su análisis y hace que el más mínimo atisbo de movimiento sospechoso sea tomado como un peligro real e inminente. Los ingleses conocen las limitaciones de la capacidad militar argentina, notoriamente acentuadas durante los últimos años. Descartan cualquier hipótesis de agresión bélica. Pero temen sí a algún episodio de resonancia mediática internacional que, más que al 2 de abril de 1982, se asemejaría al “Operativo Cóndor” del 28 de septiembre de 1966, cuando Dardo Cabo y un grupo de militantes de la Juventud Peronista tomaron un avión de Aerolíneas Argentinas, aterrizaron en las islas e izaron la bandera nacional por primera vez desde 1833. Esa presunción provocó que cuando la inteligencia británica recibió la versión de que un grupo de turistas argentinos que viajaba en un crucero que se aprestaba a visitar el archipiélago pensaba concurrir al cementerio de Darwin para homenajear a los compatriotas caídos en 1982, alertó a las autoridades de las islas para impedir el desembarco. Esa misma prevención inspiró a Cameron a convocar a una reunión especial del Consejo de Seguridad Británico para examinar “planes de contingencia” militar sobre el archipiélago austral en vísperas de la visita del príncipe William, nieto de la Reina Isabel y segundo en la sucesión del trono. El conflicto, en nuevo escenario Lo cierto es que esta fase de la disputa sobre las islas Malvinas se desarrolla en un contexto mundial desfavorable para Gran Bretaña, y consiguientemente más ventajoso para la Argentina, siempre que se entienda esta visión a partir del hecho de que se trata de un litigio que lleva 180 años y solo puede encontrar solución no en términos de años sino de décadas, por lo que no puede medirse en cantidad de períodos presidenciales. En este sentido, conviene prestar atención a estos ocho cambios de fondo ocurridos en el escenario global: 1- El fenómeno central de la política mundial contemporánea es el desplazamiento del eje de poder económico desde el mundo desarrollado hacia los países emergentes, encabezados, en ese orden, por China, India y Brasil. 2- Brasil, principal socio de la Argentina en el Mercosur y aliado en la Unasur, acaba de desplazar a Gran Bretaña como sexta potencia económica mundial. 3- Argentina ha logrado consolidar el pleno respaldo de todos los países latinoamericanos a su reclamo de soberanía. 4- La actitud adoptada por Brasil, Uruguay y Chile en relación con los navíos que enarbolaban el pabellón de las islas Malvinas y pretendían reabastecerse en los puertos sudamericanos significó un notorio traspié para la diplomacia británica. 5- La Unión Europea sufre una crisis económica de carácter estructural, cuya superación, según reconoció la primer ministra alemana Angela Merkel, llevará al menos una década. En el futuro, el Viejo Continente verá extraordinariamente reducida su capacidad de influir en los acontecimientos mundiales. 6- Gran Bretaña no es una excepción a esa debacle. Su situación fiscal obliga a implementar un drástico ajuste presupuestario, que afectará el gasto militar y tendrá consecuencias electoralmente desestabilizadoras para la coalición gobernante, circunstancia que, sin duda, influye en la actitud de Cameron. Pero no conviene sobrestimar este factor coyuntural: los ingleses llegaron a ser lo que son, o lo que fueron, por su capacidad para colocar la política exterior por encima de las urgencias de la política doméstica. 7- Londres protagoniza un serio conflicto con el eje germano-francés, que lidera la Unión Europea, en torno a un tema de fondo: el impuesto a las transacciones financieras, promovido por Merkel y Nicolas Sarkozy. En este asunto crucial, el gobierno conservador está forzado a defender a ultranza los intereses de la City londinense. Este entredicho resiente los lazos entre los británicos y la Europa continental. 8- Barack Obama acaba de proclamar que Estados Unidos es un “país del Pacífico”. La estrategia de Washington reorienta sus prioridades hacia el mundo asiático en ascenso, en detrimento del vínculo con sus tradicionales aliados de la OTAN.
Pascual Albanese , 05/02/2012

 

 

Inicio Arriba