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Brasil es un imán para los flujos de capitales del mundo |
Relevancia del poder regional. La productividad de la economía brasileña es baja, pero sus ventajas trascienden sus limitaciones estructurales. |
La importancia global de Brasil va más allá de su condición de sexta potencia económica mundial, con un producto de U$S 2,2 billones, superior al de Gran Bretaña e India . Esto ocurre a pesar de sus limitaciones estructurales para crecer sostenidamente en el largo plazo a tasas altas, y más allá incluso de los anacronismos de su política doméstica , todavía encerrada en una industrialización sustitutiva de importaciones, propia de un mundo que no existe más.
El factor inmediato que revela esta imposibilidad estructural es el hecho de que hoy existe pleno empleo en la industria, y en general en el país.
La desocupación asciende a 4,7%, la menor de su historia. Implica 8 millones de desocupados, y 2/3 son inempleables (carentes de calificación para ingresar al mercado laboral).
La Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP) estima que si el PBI se expandiera 4,6% por año hasta 2015 -entre 2000 y 2010 creció 5%-, se crearían 8 millones de puestos de trabajo, que requerirían trabajadores con calificación y educación suficientes; y Brasil no los tiene.
La carencia de fuerza de trabajo calificada - “capital humano”- es sólo una de las limitaciones estructurales. Además, la productividad es muy baja.
Entre 2000 y 2008, se incrementó 0,9% anual; en tanto creció 7,4% en Corea del Sur; 5,2% en China; y 3% en EE.UU.
Por eso no hay otra forma de frenar la inflación que mediante la disminución del crecimiento económico. El PBI se contrajo 0,04% en el tercer trimestre de 2011 y la expansión en el año fue menos de 3%. Esto ocurrió tras haber crecido 7,5% en 2010, pero con 6,5% de inflación. La baja productividad está directamente vinculada a la escasa apertura de su economía. La relación comercio internacional/PBI es 19,9% y en China asciende a 75%.
A pesar de estos déficits, la importancia global de Brasil es cada vez mayor .
La inversión extranjera directa (IED) trepó el año pasado a U$S 66.700 millones (5% del total mundial) y las empresas trasnacionales remitieron a sus matrices U$S 38.200 millones, récord histórico. La tasa de retorno del stock de IED asciende a 21,77%.
Lo que ocurre con la IED no es la excepción sino la regla. El flujo de capitales al mundo emergente creció el año pasado 17%, pero en Brasil aumentó 35%. Aquí juegan varios factores: la tasa doméstica de interés real es 4,5% anual, en el momento en que es cero (0) o negativa en el mundo avanzado.
Además, hay rasgos internos, propios del proceso de acumulación. Petrobras invertirá más de U$S 1 billón en las gigantescas reservas off-shore en los próximos diez años; y más de 3/4 partes del capital necesario provendrá del exterior. Luego, Brasil es uno de los tres principales productores de commodities del mundo y las materias primas son un imán de atracción de IED y lo serán más en los próximos 10/20 años.
Por eso la economía brasileña se trasnacionaliza aceleradamente. El total de activos en manos extranjeras ascendió a U$S 1,4 billones en 2011 (eran U$S 400.000 millones en 2001). A su vez, el total de activos brasileños en el exterior (o en moneda extranjera) alcanza a U$S 700.000 millones, entre los cuales se encuentran los U$S 350.000 millones de reservas del Banco Central (eran U$S 35.000 millones en 2002).
En la fase de globalización financiera que comenzó en 2000 (securitización, derivativos, inversores institucionales, movilidad excepcional de activos), Brasil se ha convertido en uno de los mayores polos de atracción de los flujos globales de capital . América latina recibe 46% del total de ese flujo que se dirige al mundo emergente y Brasil obtiene 56% del conjunto de América latina.
Por estas razones, que van más allá de su débil capacidad de crecimiento potencial de largo plazo, Brasil se ha convertido en el segundo país emergente después de China y constituye -junto con India y la República Popular- el trío sobre el que se asienta el nuevo eje de la acumulación global. |
Jorge Castro , 12/02/2012 |
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