El - sueño americano - y la productividad estadounidense.

 


La supremacía económica no es sinónimo de hegemonía política; pero no hay hegemonía que no se funde en la superior productividad de la estructura económica.
En septiembre de este año, 81% de los norteamericanos creía que su país estaba en un “rumbo equivocado”. Es el mayor nivel de respuesta negativa en los veinticinco años en que se realiza la encuesta (Pew Research).
Dos tercios de los estadounidenses afirman que sus hijos y nietos tendrán peores condiciones de vida que las que han tenidos ellos; e incluso un tercio sostiene –por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial– que el “sueño americano” de realización personal y familiar, que creen sinónimo de identidad norteamericana, ha quedado definitivamente atrás, como una ilusión quebrada por los acontecimientos.
En septiembre, cuando cayó Lehman Brothers (18/9) –cuarto banco de inversión del mundo–, y fue intervenida AIG –principal aseguradora del mercado mundial– se transformó la naturaleza de la crisis financiera desatada en agosto de 2007.
Hasta el 18/9, era consecuencia de la caída de los valores inmobiliarios y la industria de la construcción, sobre todo en el segmento de hipotecas denominado subprime; y entonces se convirtió en un virtual colapso del flujo del crédito interbancario, arrastrando a la quiebra al conjunto del sistema financiero y sumergiendo a la economía real en la recesión.

En ese mes, la demanda por activos financieros norteamericanos, incluido el dólar, aumentó 8%; y el rendimiento de los títulos del Tesoro a 10 años, como consecuencia de su extraordinario nivel de requerimiento por los inversores extranjeros, fue cero o casi cero. EE.UU ha atraído en los últimos quince años 75% del total del flujo de capitales provenientes de los 67 países que en el mundo de hoy tienen superávit de cuenta corriente, encabezados por el principal de ellos –China–, convertida en la mayor exportadora de capitales del sistema mundial. China tuvo el año pasado un superávit de U$S 327.000 millones (11% del PBI), que serán U$S 400.000 millones al concluir 2008, y U$S 500.000 en 2010 (China Quarterly Update, World Bank, Beijing, June 2008).

También el Banco Central de Beijing posee U$S 1.8 trillones divisas extranjeras, que serán U$S 2 trillones al concluir el año. Prácticamente la totalidad de esas reservas (85% del total), que son superiores a la suma del stock de divisas que disponen los números dos y tres (Japón y la República Federal Alemana), está en dólares estadounidenses o títulos del Tesoro norteamericano.

China, en síntesis, dirige la masa de su extraordinaria ola de capitales al mercado norteamericano; y lo mismo hace el resto del mundo, encabezado por los países petroleros. ¿Por qué el 75% del flujo de capitales del sistema financiero internacional se dirige a EE.UU? “Es la tasa de retorno relativa (ajustada por el riesgo de las inversiones), lo que constituye el factor crítico, crucial, que empuja a elegir a EE.UU como el país al que orientar el exceso de ahorro del resto del mundo”, sostiene Alan Greenspan (Greenspan, Alan, “The Age of Turbulence”, Penguin Press, 2007).

Detrás de esta tasa superior de retorno relativa, el hecho estructural es el siguiente: el aumento de la productividad en EE.UU a partir de 1995 (2.7% promedio anual desde entonces), provoca expectativas de retornos más elevados; y es una tasa de productividad que es 2 y 3 veces mayor que en el resto de los países del G-7 (U.E y Japón); y descontado el riesgo, superior incluso, a la de los países emergentes.

Para ubicar el papel de EE.UU en el sistema mundial al concluir 2008, hay que reintegrar al análisis político-estratégico internacional la dimensión de la relación de fuerzas estructurales en el plano económico, que revela fundamentalmente el nivel de incremento de la productividad. La supremacía económica no es sinónimo de hegemonía política; pero no hay hegemonía, en la etapa de globalización, que no se funde en la superior productividad de la estructura económica.

Atrás queda la etapa unipolar de la hegemonía norteamericana que comenzó en 1991, tras la implosión de la Unión Soviética.

Ahora EE.UU se encuentra, en los próximos 15/25 años, con otros superpoderes –China, India, Rusia, Brasil–, que lo acompañan en la conducción del mundo, sobre la base de la superior plataforma productiva y tecnológica norteamericana.

Publicado en EL CRONISTA el 14/11/08
Jorge Castro , 17/11/2008

 

 

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