La crisis se mantiene latente. Las FARC se debilitan

 


La reunión extraordinaria del Consejo de la Organización de Estados Americanos (OEA), reunida en Washington el 5 de marzo, resolvió con el voto unánime de sus 32 miembros reafirmar el principio de la soberanía territorial, tras la incursión militar realizada por el ejército de Colombia en territorio de Ecuador en la madrugada del 1° de marzo; al mismo tiempo, no condenó a Colombia.
La resolución (CP/RES. 930/1632/08) probablemente omitió la condena al gobierno de Bogotá al comprobarse que, en territorio ecuatoriano –situada a 1.800 metros de la frontera establecida por el río Putumayo– se encontraba una de las principales bases militares de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), al punto de que era el asentamiento de Raúl Reyes, segunda figura político-militar de la organización y uno de los siete integrantes de su secretariado.

Tras la incursión militar en Ecuador, el presidente Hugo Chávez rompió relaciones diplomáticas con Colombia, expulsó al embajador colombiano en Caracas y dispuso el envío de 9.000 hombres a la frontera, incluyendo la mayor parte de las unidades de blindados de la base de Maracay.

Más importante, Hugo Chávez modificó su posicionamiento en el conflicto colombiano, y por extensión cambió la situación geopolítica en América del Sur. Dejó atrás el reclamo de una “solución política” en Colombia, que tenía como componente el reconocimiento del carácter “insurgente” de las FARC, y se identificó plenamente, en términos políticos, estratégicos, militares e ideológicos con la organización guerrillera.

El conflicto colombiano se internacionalizó el fin de semana, probablemente en forma irreversible; y la nueva etapa emergió a través de una operación bélica. En este conflicto, que ha modificado y ampliado su naturaleza, el balance estratégico ha cambiado; el tiempo corre ahora en contra de las FARC y de sus nuevos aliados.

El problema de las FARC no es la falta de recursos ni la carencia de armas; es la guerrilla con el más alto nivel de financiamiento y el equipamiento más moderno de la historia de América Latina. Su problema es político; su apoyo popular en Colombia es mínimo y tiende a decaer. Sólo el 4% o 5% de la opinión colombiana respalda a la organización guerrillera; y aumentan en sus filas, no sólo las bajas, sino sobre todo las deserciones. Eran 16.900 combatientes en el año 2000, y ahora son 8.900. Sufre entre 1.500 y 2.000 bajas por año.

En los últimos 12 meses, las FARC han perdido dos comandantes regionales y otro ha sido capturado. El viernes 7 cayó el segundo integrante del secretariado en una semana: murió Iván Ríos, uno de los de los dirigentes más jóvenes y cercanos a Manuel Marulanda, líder y fundador de la organización. En enero y febrero perecieron 247 combatientes y 226 fueron capturados, mientras desertaron 360 en el mismo periodo.

Las FARC han abandonado las grandes ciudades, y en general el occidente colombiano. Se han retirado hacia las fronteras sur y sureste del país, perseguidas por un ejército que tenía 200.000 hombres hace cinco años y ahora dispone de 380.000. Entonces, el ejército era un conjunto pasivo e inmóvil, que disponía sólo de cuatro helicópteros; y ahora está distribuido en 30 brigadas, entre ellas 20 unidades altamente móviles que se desplazan en 179 Black Hawks, respaldados por Súper Tucanos brasileños, capaces de tomar la ofensiva.

Al retirarse hacia las fronteras con Ecuador y Venezuela, las FARC han perdido movilidad; y se han visto obligadas a defender una base fija, último reducto en territorio colombiano, situada en los departamentos de Caquetá, Putumayo, Meta y Nariño.

Allí se encuentran las 78.000 hectáreas de sembradío de coca que conforman el primer eslabón del negocio de producción de cocaína, que factura 3.000 millones de dólares por año; y sobre el que las FARC tienen una participación directa (producción, industrialización, distribución) del 15% –unas 510 toneladas de cocaína por año que representan más de 750 millones de dólares–, además de aplicar un impuesto del 10%, denominado “gramaje”, sobre el resto.

El repliegue de las FARC hacia los departamentos selváticos del sur y el sureste ha disminuido el número de sus secuestros de carácter económico, que son su segunda fuente de financiamiento. La importancia cada vez mayor del narcotráfico como fuente de recursos, le otorga a las 78.000 hectáreas de plantíos de coca una creciente relevancia estratégica para la organización.

Significa que las FARC pierden movilidad al verse obligadas a defender bases fijas. Una organización guerrillera volcada a una orientación crecientemente rígida, que debilita su inherente flexibilidad, desafía su naturaleza y enfrenta un dilema que pone en juego su sobrevivencia. Las FARC, en síntesis, han perdido la iniciativa estratégica.

La intervención de la OEA, y de Brasil y el resto de los países de América del Sur, modera y encuadra el enfrentamiento entre Colombia y Ecuador, surgido tras la internacionalización del conflicto el pasado fin de semana.

No ocurre lo mismo con el choque entre Venezuela y Colombia. Hugo Chávez se ha convertido en un protagonista directo del conflicto colombiano; y constituye, en forma de bloque, una unidad política, estratégica y militar con las FARC. Por eso, el golpe experimentado por la organización guerrillera hace una semana lo afecta directamente.

En el canal conflictivo que enfrenta a Venezuela con Colombia, la crisis no sólo no se extingue, sino que se mantiene latente; y todas las posibilidades, aún las más ominosas, siguen abiertas.

Publicado en el DIARIO PERFIL el 9/3/08
Jorge Castro , 14/03/2008

 

 

Inicio Arriba