Dios distribuye los dones con criterio inescrutable. La señora de Kirchner, por caso, fue dotada de una notoria elocuencia (de esas que en el barrio se describían como "pico de oro"), rasgo que, en cambio, no favoreció a su esposo, hombre de prosa módica pero opaca.
La política indudablemente se adorna con la buena oratoria, pero sólo los ingenuos o los diletantes confunden una cosa con otra. La Argentina tuvo grandes políticos, líderes y organizadores que no gozaban de buena labia en los escenarios, aunque en privado eran artistas de la persuasión: Hipólito Irigoyen es el ejemplo más célebre. Juan Domingo Perón reunió varias cualidades: fue conductor, orador, pensador y estratega.
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Aunque su esposa supera extensamente a Néstor Kirchner en materia de presencia escénica, vestuario, retórica y destreza oral, no consigue todavía imponerse en una asignatura fundamental, que podría llamarse presidencialidad. Desde la falsa sombra de su condición de "primer caballero" y la engañosa lejanía de la Casa Rosada, Kirchner Néstor sigue pareciendo más presidente que su señora esposa, aunque es ella la que fue votada para el cargo y es ella la que hace casi tres meses que lo ocupa.
Vestida de blanco, la señora tuvo oportunidad de mostrarse presidencial el primer día de marzo, al inaugurar las sesiones ordinarias del Congreso. Venía de una semana mortificante, iniciada con la negativa del gobierno de Lula Da Silva a ceder "ni una molécula" del gas boliviano que viajará a Brasil y no llegará a la Argentina; una semana que continuó con los tironeos entre el ministro de Economía que ellá eligió (el joven Martín Lousteau) y el secretario de Comercio que heredó de su esposo (Guillermo Moreno).
Como se había anticipado en esta página, Lousteau amagó dejar el cargo a menos que se avalara su autoridad. La señora sólo consiguió disuadirlo temporariamente, pero no pudo respaldarlo como él pedía, porque Moreno puede girar en descubierto gracias al crédito que le otorga la oficina de Puerto Madero que ocupa Néstor Kirchner. El acto fallido en que incurrió el viernes 29 la señora cuando, frente a Lousteau y en público, llamó "ministro" a Moreno revela freudianamente el peso real de quien, formalmente, sólo es secretario de Estado. Y, sobre todo, el peso de su garante, por comparación con los avales de Lousteau.
Después de haber decretado un empate provisional entre ambos contendientes, y mientras los bonos que se aprecian según el índice del costo de vida bajaban y el riesgo país crecía ante la vehemente impresión de que Moreno impondría su criterio sobre la confección del índice de costo de vida, crecía la expectativa sobre el discurso de la señora de Kirchner a la asamblea legislativa. Tal vez ella zanjaría la cuestión en ese contexto .
No lo hizo.
En su discurso sin papeles la señora no habló de la inflación ni de la manera de medirla que ella estará dispuesta a sostener. Aun si se hubiera tratado de un olvido, el silencio no podría interpretarse sino como una señal de que esa discusión sigue vigente.
Y no se trata sólo de una discusión entre funcionarios, sino de una tensión superior.
En rigor, es probable que Moreno tenga razón al sostener que su índice es plenamente funcional al llamado "modelo productivo" que sostiene el kirchnerismo. La naturaleza de las reformas que él impulsa consisten en no medir los bienes y servicios que aumentan, sino otros de menor precio y calidad que puedan sustituirlos; de esa manera se tiende a achicar los incrementos generales de precios que se registran mes a mes, y que tanto sirven al cálculo de la llamada línea de pobreza como son base de la indexación de una serie de bonos de la deuda. Los tenedores de esos bonos dirán, naturalmente, que el método es equivalente a falsear una balanza. Pero Moreno no se preocupa demasiado por esa objeción: ya hace meses que una denuncia penal contra él, la titular del Indec, Ana María Edwin, y la directora del IPC, Beatriz Paglieri, por manipulación de las estadísticas oficiales está virtualmente paralizada.
Más allá de las consecuencias judiciales, económicas y de imagen internacional que provoca, el índice Moreno no servirá para medir cuantitativamente las variaciones del costo de vida, pero mostrará en cambio fotografías sucesivas que permitirán ilustrar gráficamente las variaciones en la calidad de vida de los argentinos. El índice dibujado mostrará aumentos de precio pequeños, pero exhibirá la lógica del reemplazo a la que la mayoría de los ciudadanos se verá forzado para llegar a fin de mes con el mismo dinero: el paso de las primeras a las segundas y terceras marcas; la desaparición de las prepagas y la eliminación de los gastos de turismo en el índice reflejarán cuál es la idea de país que entra en las estadísticas y la visión oficiales. Un país que será barato a condición de que los ciudadanos se resignen a reducir la calidad de las prestaciones.
¿Los aumentos de salarios que se discuten en estas semanas no compensarán ese fenómeno? Más bien intensificarán la demanda, mientras la oferta, por falta de inversión, sigue estancada. Aumento de precios. Más trabajo para Moreno. De todos modos, para licuar esa demanda agregada ya hay voces que reclaman más devaluación, un modo de que los pesos con que se paguen los salarios valgan menos. Otra prueba de la funcionalidad modélica del método Moreno.
En fin, si la señora atiende al ministro que ella eligió (Martín Lousteau) sabe cuáles son los rasgos del morenismo. Sabe también que su ministro le pide apoyo para rechazarlo. Si piensa hacerlo, todavía no ha podido o no lo ha considerado oportuno. En su discurso del sábado 1 de marzo omitió el asunto.
También dio marcha atrás (verbal) en relación con su preocupación por el tema energético. Una semana antes, en reunión con las autoridades brasileras, la señora "nos dijo que Argentina tendrá un serio problema en invierno", declaró a los medios el canciller de Lula, Celso Amorim. En el discurso ante los legisladores, en cambio, sostuvo que no faltará energía en invierno y se quejó de que los medios, en lugar de informar sobre el tema, "asustan y preocupan". Ella –apelando al famoso "mal de muchos"- dijo que si Argentina tiene problemas energéticos es porque el mundo los padece. ¿Es un consuelo?
El sábado 1 la señora volvió a sacar buena nota en la bolilla de oratoria. Las pruebas de presidencialidad, con todo, incluyen otros temas que ella aún no afronta. Dicen que en marzo ocurrirán definiciones. Marzo –mes de exámenes- recién empieza.
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Jorge Raventos , 03/03/2008 |
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