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El futuro de la Argentina está librado a su propia suerte. |
La Argentina hizo al mismo tiempo tres cosas que son terribles descalabros económicos: cesación de pagos, devaluación y confiscación de los depósitos. Estas tres cosas no se hicieron juntas nunca salvo, quizás, en la Revolución Francesa.
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Artículo publicado en el diario "La Gaceta", San Miguel de Tucumán, Argentina, el 13 de febrero de 2002. Carlos Zarazaga es Economista Senior y Director Ejecutivo del Centro de Economía de América Latina del Banco de la Reserva Federal de Dallas.
El problema de la Argentina es el largo plazo. El Fondo Monetario Internacional, la Reserva Federal de los Estados Unidos o cualquier organismo financiero no le van a prestar fondos si no tienen la seguridad de que a fines de 2003, cuando venga otro presidente, no va a cambiar todas las reglas de juego. El discurso de este gobierno es que el modelo neoliberal es culpable de todo lo que se hizo mal en los últimos diez años. Entonces van a desmontar una por una todas las cosas que se hicieron, empleando un discurso negativo. Es por eso que la gente se pregunta: ¿Cómo sabemos que lo que hagan ahora en la Argentina, cuando venga otro equipo político no lo va a desarmar? Esto significa, entonces, que el país está librado a su propia suerte y difícilmente cuente con los fondos suficientes del exterior. Si se los dan van a ser a cuentagotas y muy condicionados. Por eso resultaría peligroso y contraproducente basar una estrategia en cualquier paquete de ayuda externa.
Descalabros
La Argentina, en los últimos meses, hizo tres cosas que son terribles descalabros económicos, y se dio el lujo de hacer las tres al mismo tiempo. Hizo una cesación de pagos, devaluó y confiscó los depósitos. Estas tres cosas no se hicieron juntas en ninguna otra parte del mundo, salvo, tal vez, en la Revolución Francesa.
Esto marca, sin lugar a dudas, la gravedad de la situación; mucha gente aún no tomó conciencia de que puede reclamar todo lo que quiera, pero la plata se evaporó.
Ahora hay que ver cómo se soluciona el problema, pero con la mentalidad de este gobierno no se puede ser demasiado optimista. Hay un dilema. Tanto Fernando de la Rúa como Eduardo Duhalde demuestran una continuidad ideológica. Para ellos todo el problema era monetario; el dólar estaba sobrevaluado y su discurso era "no al dólar".
Con esta mentalidad negativa, la gente no va a querer mantener en su poder pesos argentinos. Como consecuencia de ello pueden pasar dos cosas:
1) El Banco Central no interviene en la flotación y protege sus reservas, que de alguna manera confiscó, aunque corre el riesgo de que el dólar pueda subir en demasía.
2) Interviene y vende sus reservas a cambio de pesos.
En el tiempo este proceso termina con que el Banco Central recompra toda la base monetaria a cambio de dólares. Eso no es nada más que la dolarización. De esta forma, el Gobierno podría enfrentarse con la paradoja de que a pesar de su discurso antidolarizador termine dolarizando para que esta moneda no se le escape.
En consecuencia, la gran pregunta que se hacen aquí, en Estados Unidos, es que mientras el discurso de la gestión de Eduardo Duhalde es contra el dólar, los argentinos piensan que esta moneda les va a solucionar un problema: que el Gobierno no les va a seguir confiscando sus ahorros.
Desde el punto de vista microeconómico, cada argentino quiere tener dólares porque considera que es la única manera de proteger sus ahorros. Ahora cabe otra pregunta: ¿Qué va a hacer el Gobierno el día que descubra que tratando de evitar que el dólar se le escape, termina dolarizando?
Frente a tantas fallas y conflictos de la economía argentina, tratar de entrever el futuro es entrar en territorio desconocido. No se puede comparar nuestra situación con la de Brasil, Chile o México, porque el problema de la Argentina es, además, y sobre todo, institucional. |
Carlos Zarazaga , 18/02/2002 |
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