Se hace camino al andar

 


Dos semanas atrás, una de las mayores casas bancarias de bandera europea que operan en América Latina organizó en México un summit de financistas, inversores y funcionarios para analizar la situación regional, al que asistieron cinco centenares de dirigentes del sector público y del sector privado del subcontinente.
"…y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar."

Antonio Machado


Según la encuesta a la que todos ellos se sometieron, Argentina resultó –junto a Venezuela- uno de los dos países en que la mayoría de los consultados afirmó que "no invertiría". Otro mensaje para Buenos Aires: las respuestas colocaron a la presidente de la Argentina –junto al cubano Fidel Castro- entre los líderes "menos influyentes".

Hay sectores del kirchnerismo que no se sorprenderían de esas respuestas por la sencilla de que ellos observan –con inquietud- los mismos fenómenos y asignan al tránsito entre la presidencia de Néstor Kirchner y la naciente gestión de su esposa un preocupante deslizamiento hacia la debilidad. Esos observadores de la intimidad oficialista están dispuestos a admitir que "Néstor muchas veces actuaba como elefante en un bazar", pero a cambio, señalan que "nunca dejaba el centro del ring ni carecía de iniciativa y reflejos". Aunque procuran no rozar a la señora de Kirchner, la nostalgia que exudan esos comentarios es toda una confesión.

Los círculos estrictamente cristinistas, en cambio, observan como defectos algunos aspectos que los nostálgicos de Néstor pintan como virtudes, murmuran quejas contra él y le asignan al ansia de protagonismo del marido la pérdida relativa de espacio de la cónyuge y el desvío de sus planes originales.

En cualquier caso, después de la división de tareas que el matrimonio discutió y consiguió acordar en el retiro de principio de año, en Calafate, la señora ha comenzado a esforzarse por conquistar el rol presidencial que recibió como herencia, por exhibir autoridad.

El instrumento principal de ese operativo cristinista ha sido el jefe de gabinete, Alberto Fernández, una figura que en la nueva etapa ha visto crecer la ya grande influencia que ostentó en el primer período K. La monarquía española de los Austria, en el siglo XVII, introdujo una innovación en la mecánica del sistema político con la figura del valido, personaje de confianza del soberano que asumía la conducción de los asuntos cotidianos, coordinaba los aparatos burocráticos y asumía múltiples funciones y prerrogativas (que naturalmente incrementaban su propio poder).

El pactado distanciamiento del ex presidente K, alojado ahora a un kilómetro de la Casa Rosada, en sus oficinas de Puerto Madero, y atento a la aún conjetural reestructuración del Partido Justicialista aproxima al Jefe de Gabinete al viejo rol de los validos. Fernández siempre participó en el estrecho círculo de las deliberaciones y las decisiones del kirchnerismo; la narrativa periodística siempre imaginó que en ese entorno su influencia era enfrentada, discutida o equilibrada por la de Julio De Vido. Ahora, aunque Néstor Kirchner le garantizó a De Vido la continuidad en el gabinete de su esposa, ésta parece haber acercado a Fernández al escalón del valimiento.

Fue el Jefe de Gabinete el que se ocupó personalmente de desescalar diplomáticamente la crisis con Washington agravada a raíz de las investigaciones del FBI sobre el origen y el destino de la famosa valija con petrodólares del venezolano Guido Antonini Wilson. Tres semanas atrás, Thomas Shannon, el funcionario que se ocupa de la región en el Departamento de Estado, había rescatado declaraciones en las que Fernández se alejaba de los exabruptos de otros colegas de gabinete y de la propia señora de Kirchner, que habían juzgado como "basura" la investigación de la Justicia estadounidense. " Fernández –destacó Shannon- dijo públicamente que éste es un caso que está manejado por las autoridades judiciales en Estados Unidos y que hay que dejarlo evolucionar sólo en el seno del sistema judicial estadounidense. Indica un entendimiento que es más positivo".

Fue también el Jefe de Gabinete –cumpliendo funciones de canciller- quien se entrevistó en Buenos Aires con el embajador Earl Anthony Wayne y propuso proteger el tema de la investigación con un paraguas (bajo el cual cada parte sostendrá sus puntos de vista previos, pero sin tensarlos), procurando que no tiña el conjunto de las relaciones entre ambos estados. El gobierno mantiene su teoría de que la investigación norteamericana tuvo visos de "operación política" y fue "un agravio gratuito" a las autoridades argentinas; Wayne reitera que se trata de una investigación policial y no de un designio político.

El embajador norteamericano, con los reflejos de un diplomático profesional, aspira a que la relación evolucione constructivamente, tanto para custodiar cierto equilibrio en la región como para mejorar las oportunidades de negocios para su país en la Argentina. La Casa Rosada, por su parte. busca en primer término, "normalizar" su vínculo con Washington y evitar que las circunstancias terminen rompiéndolo. Pero intenta, además, exhibir de una vez el cambio que insinuaba la señora de Kirchner en los prolegómenos de su gestión y al que los acontecimientos sepultaron.

El influyente Fernández imagina formas de consolidar el poder de la presidente, que hoy hasta un buen sector del kichnerismo juzga endeble. Quizás en virtud de esa búsqueda del jefe de gabinete ha vuelto a correr el rumor de que en marzo se producirán algunos cambios que la señora de Kirchner tenía previstos para diciembre y por distintos motivos no produjo.

El jefe de gabinete no está conforme con que el gobierno, en su relación con los medios, oscile entre sellar tácticamente acuerdos pampa con una franja del periodismo y criticar al resto desde el atril presidencial. Fernández busca establecer algunos "acuerdos estratégicos" con medios de peso. ¿Puede ser que para allanar el camino de esos acuerdos y hasta para encontrar temas constructivos de conversación con la embajada americana considere necesario dejar libres la secretaría de Cultura que hoy ocupa José Nun y el vértice de un Consejo vinculado con las comunicaciones?

En una columna que publica La Nación, el ilustrado periodista Carlos Pagni señalaba esta semana, tras el encuentro entre Wayne, Cristina Kirchner y Alberto Fernández, que "no debería extrañar que la TV digital sea la primera materia que anime el vínculo restaurado ayer". La Argentina debe definir (según había afirmado el presidente del CONFER, Julio Bárbaro, iba a hacerlo antes de que concluyera el año 2007) la norma de televisión digital que adoptará el país. Hay tres sistemas en competencia: el japonés (por el que se inclinó Brasil), el europeo, por el que parecía definirse Argentina hasta el año último (el propio Néstor Kirchner recibió a los representantes de DVB, la norma europea, algo que no hizo con los enviados de los otros sistemas). El tercer sistema es el americano, elegido por los países del NAFTA (el acuerdo comercial América del Norte), por el que en la Argentina aparece interesado el Grupo Clarín.

Aunque por el momento estas señales de cambio que parecen insinuarse no tienen materialidad ,son tenues como un velo, conviene registrar entre ellas una leve modificación en el tono con que el gobierno trata al campo. Esta semana se aliviaron regulaciones que vedaban la exportación de cereales. La Casa Rosada se interesó (no condenó) una iniciativa del gobernador santafesino Hermes Binner por alcanzar acuerdos con el golpeado sector ganadero. Y la presidente pronunció una frase en su reciente gira a Entre Ríos que pinta al sector agrario, no como "el malvado" que sugería la prosa de atril de su esposo, sino como la plataforma del crecimiento del país a través de la cadena agroindustrial: "Cuanto más valor agreguemos a cada gramo de maíz, de soja y trigo, más trabajo vamos a tener y más riqueza vamos a distribuir".

Leves y todo, esas señales apuntan en dirección de Estados Unidos, del sistema mediático y de la producción agropecuaria.¿Hay un intento de sintonizar la realidad de otro modo o estamos simplemente ante gestos tácticos, palabras de oportunidad, parches, maquillaje? Si se estuviéramos ante una intención, así fuese tímida, por cambiar de rumbo, por no pisar la misma senda, surgiría la pregunta siguiente: ¿cuál será, en tal caso, la reacción de los que sólo pretenden continuismo?
Jorge Raventos , 03/02/2008

 

 

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