El día menos pensado

 


En menos de una semana la señora de Kirchner ha pasado por tres instancias proverbiales del mando presidencial: las vísperas, el día después y el día menos pensado
Durante las vísperas fue despojando su vestuario oficial de las lentejuelas del "cambio" con que había adornado sus ropajes de candidata. Confirmó a la mayoría de los ministros del primer período kirchnerista y sinceró que el signo decisivo de la segunda presidencia sería el continuismo. Con todo, sus lenguaraces deslizaban que ella se reservaba ajustes en un terreno por el cual –aseguraban- siente una inclinación especial: el de la política exterior. Los mismos voceros insinuaban que la señora no compartía la simpatía de su marido por el venezolano Hugo Chávez y que ella manejaría las relaciones internacionales con "apertura, realismo y sentido común".

El día después pasó rápido, aunque vino adornado por enfrentamientos con el secretario general de la CGT, Hugo Moyano, y con movilizaciones de los tamberos, molestos por el intervencionismo oficial y la fijación desde arriba de un precio del litro de leche que resultaba ruinoso para ellos. Muy velozmente empezaban a emerger y contaminar el ambiente problemas de los que no se puede culpar a la década del noventa, asuntos barridos bajo la alfombra durante la primera presidencia kirchnerista. En primer lugar, la madre de todas las batallas: la inflación, que el gobierno ha combatido manipulando estadísticas. El papel no se resiste a los dibujos oficiales, pero la realidad es otra cosa. Los asalariados, advierte Moyano (pero no sólo él) no van a admitir que sus ingresos queden atrás del incremento de precios; los productores (avisaron los tamberos) no van a resignarse a precios controlados que los empujan a la quiebra de sus negocios y a la de la misma actividad lechera. Pero, en fin, lo que el día después señalaba es que gobernar en la segunda presidencia K no será coser y cantar.

Pero de pronto llegó el día menos pensado. Se anunció con un cable de la agencia italiana ANSA que informaba de la detención en el estado de Florida, Estados Unidos, de cuatro personas involucradas en el caso de Guido Alejandro Antonini Wilson, aquel boliburgués ("burgués bolivariano", apelativo sarcástico que dan en Venezuela a los beneficiarios del capitalismo de amigos que practica Hugo Chavez) que trajo en agosto una valija con 800.000 dólares a Buenos Aires y luego se fugó, abandonando sin reclamos esa fortuna. El FBI y el Departamento de Justicia de Estados Unidos, venía a saberse, habían concluido una investigación que incriminaba a los detenidos en acciones extorsivas realizadas en territorio norteamericano en perjuicio de un ciudadano americano (el propio Antonini Wilson) por mandato y representación ilegal de un estado extranjero (Venezuela). Según los investigadores, se había amenazado a Antonini y a sus hijos, en caso de que aquel revelara quién le había entregado los 800.000 dólares y cuál era el destino de esa fortuna. "Los dólares eran para apoyar una candidatura presidencial en la Argentina", explicó el fiscal interviniente. "Esa candidatura era la de Cristina Kirchner", le confió el mismo funcionario al corresponsal de La Nación en Estados Unidos.

El dichoso maletín de Antonini ya había mortificado al gobierno kirchnerista en agosto. El episodio –en el que tomaron intervención la Aduana y la Policía Aeronáutica- fue silenciado por las autoridades, pese a que el dinero llegó al país en un vuelo de la empresa petrolera del Estado, Enarsa. El hermetismo oficial se mantuvo inclusive hasta 48 horas después de que el periodismo destapó el caso. Durante ese lapso de silencio, el introductor de la valija tomó las de Villadiego mientras el escándalo crecía aquí y en Venezuela. En Buenos Aires, pero sobre todo en los medios caraqueños, se aseguraba ya entonces que el dinero era un aporte de Chavez a la campaña electoral de Cristina Kirchner. Había otras versiones que hablaban de regalos a funcionarios. En el diario Página 12, un periodista que asesora a la Casa Rosada, Horacio Verbitsky, señalaba que "desde (el ministerio de Julio De Vido) Planificación se sugiere, sin afirmarlo en forma taxativa, que el dinero podría ser un aporte al movimiento territorial que dirige Luis D'Elía y que las oficinas de Pdvsa (la petrolera venezolana) en Buenos Aires, donde hay quince funcionarios, sólo se dedican a la actividad política". Si de algo no parecía haber duda era de que el gobierno venezolana, de un modo u otro, estaba interviniendo en la política argentina con sus petrodólares. El gobierno K no admitió nada, pero impulsó la renuncia de Claudio Uberti, titular de un ente estatal dedicado a obras viales pero encargado de facto de negocios con el régimen chavista. La excusa para el apartamiento: haber permitido que Antonini abordara el vuelo oficial de Enarsa (que, sin embargo, en lo formal no dependía de Uberti).

En Venezuela, entretanto, Chaves acusaba al gobierno de George W. Bush de armar en su contra una operación de inteligencia. Por esos tiempos, un hombre tan próximo a los Kirchner como Horacio Verbitsky, afirmaba: "el gobierno de Venezuela no vio otro problema que los medios de comunicación y el imperialismo, discurso interesante pero de improbable aplicación a este caso".

El día menos pensado, después de tomarse largas horas para asimilar la noticia, la señora de Kirchner decidió abrazarse a Chávez y a los mismos argumentos que el coronel venezolano había empleado cinco meses atrás. Ella y los otros dos Fernández de la cúpula gubernamental dibujaron un relato según el cual el gobierno de los Estados Unidos había desplegado una maniobra de inteligencia ("basura" dijo ella, "una canallada" moderó Aníbal Fernández) para perjudicar al gobierno kirchnerista y presionarlo para que no se junte con Chávez.

"Discurso interesante pero inaplicable en este caso", para emplear las mismas palabras de Verbitsky en agosto. En rigor, el discurso no resiste el análisis. Habida cuenta de que el FBI maneja estos elementos de información desde hace semanas, si la intención hubiera sido perjudicar a la señora de Kirchner, ¿no hubiera sido más eficaz difundirla en plena campaña electoral? Precisamente en las escuchas obtenidas por los investigadores, los agentes venezolanos que amenazan a Antonini Wilson le dicen que si se revelara el nombre del candidato argentino a quien se destinaban aquellos petrodólares, "perdería la elección".

El ex subsecretario para el Hemisferio Occidental de Estados Unidos, Roger Noriega, en un artículo publicado el viernes 14 de diciembre, comentó con ácida ironía la reacción de la señora de Kirchner: "Uno podría haber pensado que la líder electa para defender el imperio de la ley en su país hubiera jurado llegar al fondo del escándalo, aunque más no fuera para limpiar su nombre (…) Uno pensaría que las autoridades argentinas tendrían alguna curiosidad acerca de un aparente crimen cometido en su territorio, o que las autoridades argentinas querrían saber si sus amigos en Caracas son responsables de un plan para amenazar a los hijos inocentes de un individuo para encubrir un crimen (…) La idea presentada por algunos funcionarios de Kirchner de que esta es una operación de inteligencia sugiere una falta de conocimiento preocupante de la independencia de los organismos encargados de aplicar la ley y del sistema judicial".

Noriega menciona a los "amigos en Caracas" después de que la señora de Kirchner (aquella de la que se predecía una tendencia a alejarse de Chávez) decidió, tras la difusión de la investigación estadounidense, envolverse en la bandera y arrojarse a los brazos del venezolano. También después de que –el martes 11- el propio Chávez evocara ante interesados y efusivos empresarios argentinos, que "uno de los mejores días" de su vida fue " esa reunión en Mar del Plata, cuando enterramos el ALCA. El comandante de esa operación fue Néstor Carlos Kirchner."

¿Fue también Néstor Carlos Kirchner el comandante de esta operación en la que su esposa, que sugería querer tomar distancia de Caracas, termina abrazada al coronel bolivariano? Tal vez. Puede también que haya sido un reflejo de temor. Porque lo cierto es que si en el juicio a los cuatro agentes de Chávez que se inicia la semana próxima en Estados Unidos se ratifica la información sobre el destino del maletín de petrodólares, la gravedad institucional del caso (intervención de un estado extranjero en la elección de las autoridades nacionales, financiamiento ilegal, etc.) tendría inevitables repercusiones en el país.

En agosto, después de que el gobierno se desprendió oficialmente de Uberti, en esta página escribimos que "tal vez la Casa Rosada considea que el episodio de la valija con 800.000 dólares pasará al olvido después de que los dos gobiernos involucrados –Argentina y Venezuela- hubieron echado lastre por la borda (…) Sin embargo, es improbable que un expediente como el que se abrió en el Aeroparque porteño en la madrugada del sábado 4 de agosto sea archivado por el mero alejamiento de dos adláteres. El cargamento irregular de casi un millón de dólares estadounidenses luce como la pista de una vasta operación de lavado de dinero. Y el lavado es un delito minuciosamente investigado por el poder internacional, porque suele ser el síntoma revelador de males mayores: crimen organizado, narcotráfico, terrorismo, corrupción."

La basura bajo la alfombra tarde o temprano, el día menos pensado, vuelve a hacerse visible.
Jorge Raventos , 16/12/2007

 

 

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