Atrás quedó el nacionalismo
China redescubre a Marx

 


Esta semana, ante 2.217 delegados al 17° Congreso del Partido Comunista chino (PCCh), el secretario general, Hu Jintao, formuló ante los representantes de los 73 mi-llones de afiliados un balance de logros y dificultades de la segunda potencia comercial del mundo y tercera en orden de importancia en relación al producto bruto interno.
La economía china creció en los últimos cinco años por encima del 10% anual (11.5% en los primeros seis meses de 2007) y alcanzó un PBI de 2.7 trillones de dólares, medi-do según su capacidad de compra doméstica (PPP). El PBI per cápita trepó a 2.042 dó-lares (PPP), con un incremento de casi 20% con relación al año anterior: 339 dólares.

Ahora el objetivo es multiplicar por cuatro en el 2020 el PBI per cápita del año 2000, mientras se optimiza la estructura económica, se mejora la tasa de retorno y se reduce el consumo de recursos, a la vez que se intenta aumentar la protección del medioambiente.

Hu prevé que en 13 años “China habrá cumplido básicamente con el proceso de indus-trialización (…), y su mercado interno será uno de los mayores del mundo” (el segundo después de Estados Unidos medido en PPP).

Pero si bien su poderío económico se ha consolidado, “la productividad promedio es baja, la capacidad de innovación autónoma es débil y los problemas estructurales de largo plazo no han sido todavía encarados”.

El próximo quinquenio será “decisivo” para alcanzar el objetivo de cuadruplicar el in-greso real per cápita de la población de 1.300 millones de habitantes; y esto cuando el proceso de globalización, del que China se ha convertido en uno de los dos principales protagonistas, ha entrado en una fase de aceleración, con una agudización de la compe-tencia internacional y un salto en la oleada de la innovación tecnológica.

Cuatro son los principales desafíos que enfrenta la República Popular en esta etapa, se-gún Hu: el crecimiento económico se realiza con un costo excesivamente alto en mate-ria de recursos y medioambiente; se acentúa la tendencia al desequilibrio en el desarro-llo de las zonas rurales y urbanas, así como de las regiones, y en general entre la eco-nomía y la sociedad. En tercer lugar, es cada vez más difícil un crecimiento sostenido de la agricultura y un incremento de los ingresos campesinos. Por último, la capacidad del Partido y del Estado para ejercer efectivamente la gobernabilidad está notoriamente en retraso frente a la nueva situación.

Hu Jintao sostuvo la necesidad de que el Partido desarrolle una “visión estratégica” cen-trada en la globalización de la economía mundial, y teóricamente fundada en el pensa-miento de Marx.

Su propuesta es una innovación radical en la historia ideológica de la revolución china. Tanto para el Partido Comunista como para el Kuomintang, el núcleo de la ideología revolucionaria desde su lanzamiento por Sun Yat-sen (1912) es el nacionalismo, en su triple significado de independencia, integridad territorial y soberanía nacional.

La modernización le fue impuesta a China por el Occidente industrializado y capitalista. Por eso, su historia desde 1840 (“Guerra del Opio”, pérdida de Hong Kong) hasta 1949, al menos, es la de la sujeción y la resistencia a los poderes extranjeros.

El mundo para Mao Tse Tung y su generación, que incluye a Deng Xiaoping, quien lanzó las reformas y el proceso de apertura en 1978, era un sistema de Estados-naciones, en el que el objetivo chino era terminar con la “humillación” impuesta por los poderes extranjeros y lograr para la República Popular una posición internacional justa y legíti-ma.

Pero a partir del cisma chino-soviético y la guerra fronteriza entre las dos potencias “so-cialistas” (1960-69), y sobre todo durante los diez años de “Revolución Cultural” (1966-76), China se separó del sistema internacional y se sumergió en sí misma, en una políti-ca de autarquía en lo económico y de aislamiento en lo internacional.

Esta doble política coincidió con el colapso político, económico e institucional de la “Revolución Cultural”, y fue revertida a partir de 1978, dos años de la muerte de Mao, con el liderazgo de Deng Xiaoping.

El mundo se convirtió en “global” en los últimos cinco años. En un sentido estricto, la globalización como hecho central de la época se convirtió en el eje de la visión estraté-gica china a partir de 1997 (crisis financiera internacional desatada en Asia y devolu-ción de Hong Kong). Allí termina, en la perspectiva china, el mundo como sistema de Estados-naciones, y emerge la transnacionalización como rasgo fundamental del sistema internacional, en la doble dimensión del carácter prioritario de las empresas transnacio-nales y de la desterritorialización del poder mundial.

Las sucesivas visiones estratégicas del Partido Comunista chino no son resultado de diferentes interpretaciones de los textos canónicos del marxismo, sino consecuencia del cambio de las condiciones históricas. La propuesta de Mao sobre la “guerra prolongada” enseñada en las cuevas de Yenán, y las lecturas de Althusser en la margen izquierda del Sena, no son distintas exégesis de los textos de Marx, sino situaciones históricas radi-calmente intransferibles.

El Partido Comunista chino se centra ahora en el concepto de la globalización, y redes-cubre al marxismo, mientras deja atrás el núcleo central de su trayectoria ideológica de 86 años, el nacionalismo, mediado por el legado de la Tercera Internacional y el leni-nismo: “la organización es poder”. Publicado en el DIARIO PERFIL el 21/10/07
Jorge Castro , 23/10/2007

 

 

Inicio Arriba