EL MUNDO QUE LE ESPERA AL PROXIMO PRESIDENTE
OPORTUNIDADES Y AISLAMIENTO

 


Para definir la inserción de la Argentina en el mundo lo primero es precisar el escenario internacional que el país tiene por delante. El mundo ingresa en su séptimo año consecutivo de expansión económica. Por primera vez en más de 40 años, todos los países crecen simultáneamente.
Al mismo tiempo, el volumen del comercio internacional duplica el aumento del producto mundial, y el flujo de inversión extranjera directa lo triplica.

No se trata de un fenómeno coyuntural, sino de una tendencia estructural de largo plazo. La economía mundial entró en una nueva onda larga de crecimiento, que reconoce dos motores fundamentales: la incesante reconversión tecnológica que protagoniza la economía de los Estados Unidos y la irrupción de China como potencia económica y política mundial.

En este contexto, la lucidez estratégica y la inteligencia política se miden en relación a la capacidad de aprovechar esta extraordinaria oportunidad histórica. De hecho, la recuperación económica de la Argentina en los últimos cinco años es resultado de este auge de la economía mundial, en particular por el precio récord alcanzado por los commodities, expresado en los términos de intercambio más favorables que el país ha tenido en treinta años.

Paradójicamente, este proceso en que la Argentina se ha beneficiado de un panorama internacional extremadamente favorable, ha coincidido con una etapa en que el país ha carecido de política exterior. Sus decisiones en esta materia estuvieron, y están, subordinadas a las exigencias de la política doméstica. No existe, en síntesis, una estrategia política orientada hacia la afirmación del interés nacional en un mundo que atraviesa una de las transformaciones más decisivas de su historia.

Como consecuencia, la Argentina ha perdido relevancia tanto en el plano regional como mundial. En términos económicos, el dato más significativo es el descenso en la atracción de la inversión extranjera directa (IED). Durante la década del 90, la Argentina ocupaba en América Latina el tercer lugar, detrás de México y Brasil. En la actualidad, cayó al quinto puesto. Está ubicada después de Chile, que tiene la mitad de su población y la cuarta parte de su territorio, y de Colombia, que sobrelleva más de medio siglo de guerra civil. Más aún, ese quinto puesto está ahora amenazado por el sostenido avance de Perú. En 2006, la inversión extranjera directa, en vez de aumentar, fue un 4% menor que en el año anterior; en Chile, en cambio, creció 14%, y en Brasil 25%.

Lo más significativo es que esa disminución en el flujo de la inversión extranjera directa coincide con un momento en que, lejos de registrar pérdidas, las empresas transnacionales radicadas en la Argentina presentan cifras récord de rentabilidad. Pero no reinvierten esas mayores ganancias, salvo para amortizar el capital existente, sino que giran esos dividendos al exterior. La remisión de fondos de las empresas trasnacionales es hoy 2% del PBI, el doble que en la década del 90. La razón es la falta de confianza en las perspectivas argentinas; responde a un diagnóstico sobre el país

En materia de comercio internacional, a pesar del modelo del “dólar alto”, el crecimiento de las exportaciones en estos cinco años ha sido inferior en al aumento promedio del intercambio global, y mucho menos que el incremento de las exportaciones de los países vecinos, en especial de Brasil, pese a la intensa revaluación del real, y de Chile.

Los cimbronazos registrados recientemente en el mercado financiero internacional revelaron que la Argentina no superó el estado de cesación de pagos en que cayó en diciembre de 2001. La presión externa por el tema de los “hold outs”, cuyas acreencias reclamadas ascienden a 26.000 millones de dólares revelan que, pese a la reestructuración de su deuda externa, la Argentina es hoy el país que registra el mayor “default” del sistema financiero mundial.

Políticamente, el aislamiento de la Argentina es notorio. En un mundo cada vez más integrado, la inserción internacional de un país se manifiesta en la naturaleza de los vínculos que establece en la comunidad internacional. No hace falta incurrir en una extensa enumeración de ejemplos para demostrar que la Argentina ha debilitado sus vínculos internacionales, en primer lugar con los países vecinos. El conflicto con Uruguay es un caso emblemático.

La novedad que se presenta ahora es que, prácticamente agotado el empleo de la capacidad instalada del aparato productivo, la continuidad del actual proceso de recuperación económica depende cada vez más del incremento de la tasa de inversión. La actual tasa de inversión es 22% del producto bruto interno. Se calcula que, para sustentar un ritmo de crecimiento del 6% anual, esa proporción tendría que trepar al 27% o más. Esto requiere un salto cuantitativo y cualitativo en materia de inversión extranjera directa. Para lograrlo, es imprescindible impulsar un giro estratégico en la política exterior. La Argentina está urgida a reasumir un activo protagonismo en el escenario regional y mundial. La prioridad es munirse de una visión estratégica de alcance global que sepa articular la afirmación del interés nacional con una cultura de la asociación, como corresponde a la época. Esta es la prioridad para el próximo gobierno.-
Jorge Castro , 23/02/2007

 

 

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