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Desmantelamiento nuclear norcoreano China aprovecha su oportunidad |
Ocho expertos norteamericanos, encabezados por el director de Asuntos Coreanos del Departamento de Estado, Sung Kim, comenzaron este viernes en Pyongyang, capital de Corea del Norte, las tareas de supervisión del desmantelamiento de las instalaciones nucleares norcoreanas.
Esta tarea, que deberá concluir antes del 31 de diciembre de 2007, implica supervisar la desarticulación de las tres instalaciones del complejo nuclear de Yongbyon, situado a 90 kilómetros de la capital, entre ellas un reactor experimental de 5 megavatios que funcio-na con uranio enriquecido elaborado en forma autónoma por los científicos norcoreanos.
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La presencia del equipo supervisor estadounidense en territorio norcoreano es la princi-pal condición establecida en el acuerdo de septiembre entre los cinco países que representan a la comunidad internacional (Estados Unidos, Corea del Sur, China, Japón y Rusia) y el régimen de Pyongyang, por el cual Corea del Norte acepta terminar con su programa nuclear, a cambio de ayuda financiera y energética.
Una semana atrás, los líderes de las dos Coreas, el norcoreano Kim Jong Il y su par sur-coreano Roh Moo-hyun, sellaron un acuerdo por el que se comprometen a trabajar por la reunificación de la Península, reafirmaron el respeto mutuo entre los dos sistemas políticos y resolvieron acelerar la integración económica. En el mismo acto, Corea del Norte ratificó su renuncia al programa nuclear.
Antes de abandonar a su vecino del Norte, el mandatario de Corea del Sur se detuvo en Kaesong, polo industrial binacional ubicado cerca de la frontera del paralelo 38, donde producen 44 empresas surcoreanas con 18.000 empleados, y afirmó allí su esperanza de multiplicar iniciativas semejantes en otras partes del territorio de su ex enemigo.
Hace un año (9/10/2006), Corea del Norte hizo detonar una bomba nuclear subterránea con una carga de 5.000/15.000 toneladas TNT, semejante al artefacto lanzado sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945 por las fuerzas norteamericanas.
El programa nuclear iraní es un desafío más importante para el sistema internacional de seguridad que la Guerra de Irak. Pero el estallido norcoreano es una amenaza todavía mayor que el desafío iraní. Este acontecimiento, que modificó las condiciones de la po-lítica mundial en el área restrictiva y fundamental de la seguridad, es el que se ha rever-tido en los últimos 30 días.
China es el factor decisivo de este resultado de alcance mundial. En este acontecimien-to, que en términos geopolíticos es el más importante del período histórico post-11/09 de 2001, la República Popular actuó como una potencia mundial, y se hizo cargo de la defensa del sistema de seguridad internacional.
El impacto global de China ya no es sólo económico, sino también político. En su últi-mo informe del 2002 como secretario general del Partido Comunista (PCCh), Jian Ze-min señaló que “en las próximas dos décadas se le abre a China una oportunidad estra-tégica que no puede dejar pasar”.
Esa “oportunidad” consiste en el cambio de las condiciones mundiales por su crecimien-to económico, y sobre todo por la naturaleza de esta expansión: la relación comercio internacional / PBI es 75%, lo que convierte a China en uno de los países más abiertos del mundo. Esa relación era 9.8% en 1978, y ascendió a 44.7% en 2001. Ahora es 75%.
China, además, se ha convertido en uno de los dos principales centros de atracción de la inversión extranjera directa (IED) mundial, junto con Estados Unidos. El stock de IED acumulado trepó a 675.000 millones de dólares en 2006, casi 40% del PBI.
La extraordinariamente rápida integración de China en la economía mundial la lleva a desarrollar intereses estratégicos globales, lo que significa que se asimila y depende cada vez más del sistema internacional.
Ese sistema internacional, post-Guerra Fría, y en especial post-11/9, tiene como caracte-rística estructural y decisiva la unipolaridad de Estados Unidos. La cuestión para China es ascender en ese sistema unipolar, o lo que es igual, profundizar su vínculo global con la superpotencia norteamericana.
La política china de crecimiento económico y fortalecimiento internacional es una apuesta sostenida por la globalización, que se redobla frente a las crisis. Pero todo me-canismo de acumulación en el capitalismo es también un sistema de hegemonía política. Ese sistema hoy es la unipolaridad norteamericana.
La visión de China es que las tendencias centrales del sistema mundial en los próximos 20 años llevan hacia una mayor globalización y una creciente unipolaridad. Dentro de este sistema, la República Popular debe actuar con una “mentalidad de gran potencia”, como señala el presidente Hu Jintao, pero no contra el sistema internacional vigente, sino como parte primordial de él. Es lo que denomina el actual liderazgo chino (4ta ge-neración) “auge pacífico”. Esto es, que China aspira a “crecer y progresar sin alterar el orden existente”.
Al cumplirse en 2001 el 80° aniversario del PCCh, Jian Zemin señaló con énfasis el tiempo de verbo: “La tarea de superar la humillación histórica de China ha concluido con éxito”. La defensa de la soberanía china amenazada por los poderes extranjeros ha sido la preocupación central de sus líderes desde Sun Yat-sen a Mao Tse Tung, lo que incluye a Chiang Kai-shek y Deng Xiaoping. Esa etapa quedó atrás.
Por eso la política exterior china pasa de una actitud reactiva a una proactiva, y asume un protagonismo global. “Leer demasiados libros es peligroso. La acción no debe ser una reacción, sino una creación”, señaló Mao Tse Tung, líder y fundador de la primera generación.
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Jorge Castro , 15/10/2007 |
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