Entrevista a Lucio Castro que salio en la Voz del Interior en Cordoba acerca de las recientes restricciones a las importaciones chinas y de otros paises asiaticos en Argentina. El especialista consideró que la reacción de China es lógica ante las medidas aduaneras argentinas. Dice que hay que complementarse en vez de competir. |
Para Lucio Castro, especialista en comercio con China, las últimas medidas del Gobierno empezaron a causar "el mismo efecto de 2003, cuando los estándares sanitarios chinos cambiaron y los contenedores argentinos de soja no podían entrar al mercado chino, es lo que en comercio internacional se llama retaliación". Pero fue mucho más allá y consideró que "puede haber algún tipo de medida en la Organización Mundial del Comercio (OMC) contra la Argentina por estas medidas que son específicas en contra de productos asiáticos" (ver nota central).
Castro estuvo en Córdoba invitado por el Centro de Estudios Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba, y dialogó con este diario. Respecto de la coyuntura y el futuro del comercio con China, dijo: "Hay que empezar a pensar cómo competir donde China no está y compatibilizar lo que producen ellos con lo que podemos producir nosotros".
"China es uno de los mercados que va a ser más importante en la próxima década, pero no sólo por China misma "continuó", sino porque China es uno de los motores detrás de un cambio estructural de los patrones de oferta y demanda del mercado alimentario mundial. Antes era un mercado cerrado, de sobreproducción y precios bajos. Ahora es todo lo contrario, es un mercado de alta demanda y altos precios y todo hace prever que este escenario se va a mantener en las próximas décadas, impulsado por China y la creciente demanda de la India".
"Algunos advierten sobre el peligro de depender de las compras chinas.
"Ese problema no es real, por más que China no nos comprara, hay un beneficio indirecto porque motoriza precios altos de las commodities en general. Es decir que nos beneficia más a través de los derrames de la demanda y no tanto lo que le vendemos. China representa sólo el ocho por ciento de nuestras exportaciones, vendemos mucho más a la Unión Europea, a Estados Unidos y a Brasil. Para Córdoba, es el 13 por ciento de sus exportaciones, pero sobre todo representa una gran oportunidad, y es una oportunidad fenomenal también para venderle no sólo soja o aceite de soja. China está inmersa en una transformación total de su patrón alimentario de la población. El consumo de alimentos per cápita se ha multiplicado por ocho en los últimos años. Además, hay una caída de cereales para consumo humano y un aumento muy vertiginoso de alimentos con más proteínas, básicamente carnes de pollo, de cerdo y alimentos más elaborados. El consumo de carne de cerdo per cápita aumentó tres veces entre 1980 y 2002 y el consumo de carne de vaca, cinco veces. Así y todo, en el consumo de estos alimentos todavía China se encuentra por debajo de países similares en términos culturales como Japón o Corea. Esto marca que esta transición dietética sólo está empezando.
"¿Por qué entonces les vendemos soja y no carne de vaca o cerdo?"
"Nosotros estamos siguiendo básicamente al mercado. Ha aumentado la demanda de soja y el sector agropecuario argentino ha reaccionado a ese estímulo de la demanda. Lo que no ha habido desde el Estado es una planificación estratégica. Falta hacer los deberes. No vamos a aumentar las ventas ni diversificarlas sólo haciendo reuniones de negocios ni viajando a China. Ésa es una parte, pero la otra parte es mejorar la productividad del sector empresario, promover el eslabonamiento de las cadenas productivas y mejorar la eficiencia del Estado. La experiencia de países similares a la Argentina en cuanto a la dotación de factores dice que es posible seguir exportando productos primarios. Casos típicos son Australia y Nueva Zelanda. El principal producto exportado por Australia es la minería y el principal destino es China. Con Nueva Zelanda y los productos lácteos pasa algo similar, hace cuatro años exportaba a China sólo leche y suero, lo que menos valor agregado tiene. Ahora, exporta quesos, yogures y está acompañando la transición dietética china. La gran diferencia con Argentina es que hay una acción estatal y privada coordinada. Argentina debería aprovechar esta relativa dependencia de China a los productos alimentarios para negociar mejores accesos a su mercado.
"Pero ellos también buscan entrar a nuestro mercado.
"Es falso que vaya a haber una invasión de productos chinos. Contrariamente a lo que la mayoría de la gente piensa, las importaciones desde China no son de sectores de mano de obra poco calificada y barata, como textil, calzado y marroquinería. La mayor importación desde allí es de sectores intensivos en capital, como maquinaria eléctrica, instrumentos científicos y tecnología. De hecho, el impacto en el empleo industrial fue relativamente pequeño, solo el 20 por ciento de la caída del empleo se debe al comercio internacional y mucho menos al comercio con China.
"Entonces, ¿no hay que buscar competir con China?"
"Con el costo laboral chino no se puede competir, entonces, con China hay que competir con diversificación de productos, con diseño, con calidad. Muchos industriales le compran partes a China y, luego, arman en la Argentina. Lo que hay que buscar es complementarse y hacer lo que ellos no hacen. Además, no desatender la gran oportunidad que significa China como comprador de alimentos.
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Lucio Castro , 14/09/2007 |
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