Turquía, modernización e identidad religiosa
Islamismo volcado a la globalización

 


Abdullah Gul, ministro de Relaciones Exteriores de Turquía, y uno de los dos líderes del partido islamista Justicia y Desarrollo (AK), será elegido presidente el martes 28 de agosto, cuando, en una tercera vuelta de votación, sea suficiente la mayoría simple para su designación.Justicia y Desarrollo (AK) triunfó en las elecciones del 22 de julio con 46.6% de los sufragios, en una votación a la que concurrió 85% de los electores, récord histórico.
Los dos partidos seculares de oposición, sumados, estuvieron más de diez puntos por abajo de la fuerza islamista. AK logró 341 bancas de las 550 del Parlamento, lo que le permite formar gobierno con mayoría propia. Triunfó en la totalidad de las 81 provincias turcas, incluidas las siete con mayoría kurda. Cuando llegó al poder en 2002, AK lo hizo con el 34% de los votos, 13 puntos menos que en 2007.

Turquía ha crecido a una tasa anual promedio de 7.5% entre 2002 y 2006; y en este pe-riodo ha multiplicado por dos su comercio internacional, eliminado prácticamente la inflación y atraído más de 20.000 millones de dólares de inversión extranjera directa (IED), la cifra más alta de la historia del país.

En esta etapa también se han reformado las principales instituciones públicas y priva-das, con un criterio de afirmación del poder civil sobre las estructuras militares, y un desarrollo sistemático de la economía capitalista de mercado. El Parlamento se ha forta-lecido y se han incorporado fuerzas que representan a 14 millones de kurdos, excluidos de la vida política y del ejercicio de las libertades en la Turquía kemalista y secular. Tras las elecciones del 22 de julio, AK ha llevado 27 mujeres al Parlamento, el doble que cualquier otro partido.

Después de su triunfo inicial en noviembre de 2002, el gobierno de AK tomó como pro-pio el “plan de rescate y modernización” establecido en 2001 por el ministro de Finan-zas, Kemal Dervis, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este plan de emergencia, que procuraba enfrentar el colapso fiscal, monetario y económico que se produjo en febrero de 2001, se fundaba en dos vertientes fundamentales: equilibrio fis-cal, con un superávit primario de 6.5% del producto, y reformas pro mercado, destina-das a impulsar la actividad privada y atraer la inversión extranjera directa (IED) de las empresas transnacionales.

La crisis que eclosionó en febrero de 2001 fue precedida por un retiro masivo de dólares del sistema financiero. En un solo día, más de 5.000 millones de dólares salieron de los bancos y del país. La Bolsa de Estambul se desplomó y las tasas de interés alcanzaron hasta 7.000 % anual. El resultado fue la devaluación, y en tres días la lira turca perdió la mitad de su valor. La economía se dolarizó abruptamente; y en las siguientes tres sema-nas 600.000 trabajadores perdieron sus puestos de trabajo, y el producto se hundió 9.3%.

Tras la serie de transformaciones económicas, políticas y sociales llevadas a cabo por el gobierno de AK a partir de 2002, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, comenzó en octubre de 2005 las negociaciones con la Unión Europea para incorporar al país co-mo miembro pleno de la Comunidad.

El desarrollo de una economía capitalista de mercado, fundada en la atracción en gran escala de la inversión de las empresas transnacionales, y la incorporación de Turquía a la Unión Europea son los dos objetivos estratégicos del partido islamista AK, actual-mente en el poder.

La etapa de industrialización sustitutiva de importaciones o “desarrollo hacia adentro”, impulsada por el régimen kemalista a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuyo signo fue el papel central del Estado en el proceso de acumulación y una política cerradamen-te proteccionista, concluyó en Turquía en 1980. La política de industrialización sustitu-tiva terminó en una crisis de estancamiento, megainflación y desocupación generaliza-da.

El eje de la estrategia económica del gobierno AK es la atracción de la inversión extran-jera directa (IED); por eso sancionó, en 2003, una nueva ley de IED que libera su parti-cipación en la economía del país, y descarta toda distinción entre propiedad nacional y extranjera.

“Turquía ha experimentado un impresionante renacer económico en los últimos años, debido a sólidas políticas económicas ancladas en los acuerdos con el Fondo, así como a la estabilidad política y a favorables condiciones externas, que han resultado en un cre-cimiento anual promedio de 7.5 % desde 2002 (…) Todo esto, unido a un crecimiento de la IED, a una rápida expansión del crédito y a un aumento de la productividad (…) Combinadas con una política monetaria restringida, ejercida por un Banco Central inde-pendiente, que ha logrado reducir drásticamente la inflación, aumentar la confianza y bajar las tasas de interés”, señaló el Comité Ejecutivo del FMI en su evaluación del 18 de mayo de este año.

El próximo presidente de Turquía, Abdullah Gul, en síntesis, es un islamista volcado a la globalización.

Publicado en el Diario Perfil el 26/8/07
Jorge Castro , 27/08/2007

 

 

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