Kirchner en Méjico

 


La gira presidencial a Méjico supone una excepción el criterio marcadamente ideológico de los viajes anteriores del doctor Kirchner y coincide con la incipiente flexibilidad que al respecto se atribuye a Cristina Fernández. Aunque todavía sumamente lejos de la inteligencia con que Brasil o Chile manejan sus relaciones exteriores al servicio del desarrollo interno de sus sociedades, el acercamiento a una economía y un mandatario marcadamente neoliberal como Felipe Calderón permite abrir un crédito incipiente a la esperanza de incorporar un mínimo de pluralismo al contenido de nuestra dogmática política exterior. Sobre ese tema, transcribimos a continuación un desarrollo mayor del artículo publicado por Andrés Cisneros el martes pasado en Ámbito Financiero
Todo acercamiento con un país como Méjico es bueno, por lo que el reciente viaje del presidente configura una iniciativa debe aplaudirse. Sin embargo, por ahora es todo mediático: habrá que ver, en los próximos meses, si este viaje redunda en medidas concretas, puestas en papel, firmadas y operativas. O sea, la maniobra es correcta, el resultado está por verse. Es mejor la prudencia que otro fiasco como las megainversiones chinas.

Por empezar, aparece como una excepción –algo preanunciada en el previo viaje de Cristina Fernández a España- al carácter marcadamente ideológico que el doctor Kirchner siempre imprimió a su política exterior, tomada menos como la oportunidad de negociar ventajas para el interés nacional que como repetidas ocasiones de asentar testimonios de afinidades ideológicas, en un clima más propio de una asamblea de la FUBA o en cualquier reunión de catarsis colectiva y expansiones exultantes de pensamiento utópico, donde la posición más extrema siempre resulta la más aplaudida.

En el caso de Méjico, podría existir un cambio de rumbo: la economía azteca es de corte netamente neoliberal y su actual presidente se parece mucho más a Menem, Macri o López Murphy que al doctor Kirchner o su señora, quienes en su momento apoyaron abiertamente a López Obrador, enemigo irreconciliable del presidente Calderón. Pero eso no debe importarnos. Todavía es muy temprano, pero ojalá que este viaje inaugure una política exterior con menos anteojeras ideológicas.

La aventurada condena de nuestro primer mandatario al muro norteamericano contra el ingreso de inmigrantes ilegales puede discutirse en su oportunidad, pero seguramente impactará favorablemente en el electorado de centroizquierda con vistas a octubre y, de todas maneras, cumple acabadamente con lo que Guido Di Tella aconsejaba en materia de relaciones con EE.UU.: tenemos que llevarnos bien con Washington para que, cuando le señalemos una discrepancia, nuestra posición tenga algún peso efectivo. De no, se agota en la retórica. El absurdo muro de Bush se corresponde con la crítica que el propio Di Tella hacía en Washington respecto del torpe embargo a Cuba y su objeción a la entera política respecto de la isla, obsesión norteamericana que hace treinta años los enfoca solo en ese árbol, impidiéndoles ver el entero bosque de la realidad latinoamericana. De hecho, el cortejo de los electores cubanos en la Florida termina pesando más que lo que opinemos la treintena de países al sur del Rio Bravo.

El acercamiento a Méjico es algo bueno, pero no nuevo: aún en las etapas iniciales del Mercosur, durante los abominados Noventa, tanto Argentina como Brasil se reservaron expresamente la capacidad de negociar directamente con ese país. Acuerdos puntuales en rubros como el automotriz ya vienen generando un intercambio de gran importancia. Lo propio con inversiones recíprocas. Este viaje se inscribe, entonces, no con el mérito de la novedad sino con el aún mayor de saber ejercer continuidades, actitud tan infrecuente en la Argentina e inédita en este gobierno.

A pesar de algunos entusiasmos mediáticos en el oficialismo, nadie supone seriamente que Méjico ingrese como socio pleno del Mercosur. Es impensable para ellos y para nosotros. Ellos ya están en el NAFTA con Canadá y EE.UU. Y Canadá, el más débil de los socios de Méjico en el NAFTA, tiene un PBI superior al de Argentina y Brasil sumados. En un solo fin de semana en la frontera de EE.UU. y Méjico pasa más comercio que entre Méjico y la Argentina en un año entero. Son realidades distintas, acuerdos incompatibles. Todo lo que puede hacerse es mejorar bastante el comercio, nada menos que eso pero no más que eso.

Por otra parte, esto de agrandar al Mercosur hay que tomarlo con pinzas. Hace diez años que está en crisis porque no lo profundizamos, no porque no lo ampliamos. Y cada vez que lo ampliamos hacemos más difícil la profundización. Estas alegres conscripciones de socios funcionan como un camuflaje que oculta el verdadero problema. Un problema que no vamos a resolver amuchándonos, sumando socios a cada rato. Miremos el caso de Venezuela: ¿Alguien puede creer seriamente que Chávez va a cumplir con los requisitos de ingreso al Mercosur? No lo hizo en su propio espacio, la Comunidad Andina, a la cual pulverizó. Tampoco lo va a hacer en el Mercosur. Por caso ¿Alguien sabe por dónde anda el batigasoducto bolivariano?

Hay que tener cuidado es con la inflación de los entusiasmos, por ejemplo en esto que se ha dado en llamar las “alianzas estratégicas”. Inauguramos alianzas estratégicas cada dos por tres. Un país con demasiadas alianzas estratégicas termina por no tener ninguna. Alianza estratégica siempre tuvimos con el Uruguay, y estamos como estamos. Los estados que tienen verdaderas alianzas estratégicas no las declaman, las ejercen.

Se dice que este acercamiento a Méjico es una muestra de supuesta independencia tanto frente a Brasil, que pretende convertirse en el mandamás de Sudamérica, como frente a Chávez, con quien tanto se identifica a este gobierno. Puede ser, pero sucede que dentro de unos pocos días Lula viaja a Méjico y Chávez vuelve a Buenos Aires. Va a resultar ilustrativo comparar lo que firme Lula en Méjico con lo que acaba de acordar nuestro primer mandatario: la política exterior es algo más serio que subirse a un avión, sacarse fotos y ponerlas en los diarios del día siguiente.
Andrés Cisneros , 07/08/2007

 

 

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