Prioridades del nuevo gobierno británico
El maestro de Blair

 


Gordon Brown y Tony Blair, recién llegados al parlamento británico como jóvenes representantes laboristas, descubren en 1984 que, con Margaret Thatcher, la derecha Tory dejó de ser una mera representación del pasado, y desarrolló un proyecto para el futuro y su propia definición del “progreso histórico”, supuestamente monopolizado, hasta ese entonces, por los denominados “progresistas”. Esa definición y ese proyecto de Thatcher eran la globalización del sistema capitalista mundial.
El pensamiento de Gordon Brown, el intelectual de la dupla, fue el que llevó a la estrategia de Tony Blair y el neolaborismo, consistente en abrazar la globalización, lo que se explicitó en 1994 cuando ambos se hacen cargo del partido tras la súbita muerte del secretario general, John Smith. Fue la ruptura con las “trade unions” y la reforma del artículo 4 de la carta del partido, sancionada en 1900, que establecía la “nacionalización de los medios de producción”.

Ambos asumieron el poder político en 1997. Desde entonces, la economía del Reino Unido creció 28%, a una tasa promedio de 2.8% anual, con la que superó, de lejos, a los países de la eurozona. En estos 10 años, Gran Bretaña se transformó en la sexta economía más desregulada, competitiva, abierta e integrada del mundo, según de “Heritage Foundation”, sólo por atrás de Estados Unidos.

De acuerdo a la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), el Reino Unido tiene hoy un ingreso real per capita superior al de Alemania, Francia e Italia, mientras que en 1977, dos años antes de asumir Thatcher (1979-1994), el ingreso por habitante británico era 46% inferior al de la República Federal Alemana (RFA) y estaba 41% por debajo del de Francia. En el G-8, el Reino Unido es el segundo país en términos de PBI per capita, sólo por atrás de EEUU. Por eso, la OCDE estima que Gran Bretaña será la mayor economía de Europa en el 2030, y Alemania quedará en el segundo lugar.

Tras 10 años de gobierno Blair-Brown, a los que hay que sumar los 15 de Thatcher, la tasa de desocupación en Gran Bretaña es 5%, la mitad del promedio europeo; y era 10.5% en 1993. Desde entonces, la fuerza de trabajo británica creció 15%; se crearon 3.5 millones de nuevos puestos de trabajo. Entre 2005 y 2006, la fuerza laboral se expandió 1.6%; ingresaron 450.000 personas al mercado, en gran parte provenientes de Europa Oriental.

Gran Bretaña es el único de los grandes países europeos (Alemania, Francia e Italia) que abrió su mercado laboral a los trabajadores de los 12 nuevos países de la Unión Europea. Significa que se está forjando en el Reino Unido una nueva identidad británica y europea, no surgida de un Tratado Constitucional, sino de un “melting pot” de estilo americano.

Por eso Brown insiste en la necesidad de afirmar la “britishness”, como estilo de vida y de valores, cuyo acceso requiere, ante todo, el dominio del idioma inglés; es la superación del “multiculturalismo”, la idea de que un pluralismo de culturas e identidades sin raíz común puede coexistir y prosperar en las islas. Esa teoría fue destruida por los atentados del 7 de julio en Londres.

Gran Bretaña fue en 2006, el principal destino de inversión extranjera directa (IED) en el mundo; recibió 164.500 millones de dólares, mientras que fueron sólo 53.300 millones en 2004. El Reino Unido atrae 15% de toda la inversión directa china que se dirige a Europa desde el año 2002.

Cuando Gordon Brown y Tony Blair asumen el liderazgo del laborismo, y lo orientan a abrazar la globalización, por necesidad, la prioridad de su política económica consistiría, a partir de 1997, en aumentar la productividad; el retraso británico ha sido y es enorme respecto al país líder y frontera del sistema: Estados Unidos. A partir de 1997, la productividad británica creció 2.4% por año, y se colocó por encima de Alemania y Japón, y disminuyó a la mitad la brecha con Francia. Pero el producto por hora trabajado está 18% por abajo del norteamericano.

Por eso, “el aumento de la productividad es el mayor desafío que enfrenta ahora Gran Bretaña”, según dijo Brown en su mensaje inaugural como Primer Ministro; y es también la prioridad absoluta de su nuevo gobierno. Los retrasos en materia de productividad se pagan con crisis y pérdida de competitividad en la era de la globalización; y esta tendencia se profundiza cuando China e India emergen como grandes exportadores de bienes de equipo, capital y servicios de alta tecnología.

El retraso británico de productividad es histórico; es el resultado de que su fuerza de trabajo, sus gerentes y emprendedores quedaron sumergidos durante largas décadas en los niveles de educación, calificación y competencia de la primera Revolución Industrial (1780-1840).

David Cameron, líder Tory, se presenta como el “heredero de Blair”, al que este lunes calificó como “uno de los primeros ministros más trascendentes de la historia británica”, mientras se levantaba para ser el primero en brindar lo que sería una de las escasas ovaciones unánimes en la historia de Whitehall. Ahora su rival es Gordon Brown, y el inconveniente que enfrenta Cameron es que éste no es un “heredero de Blair”, sino su maestro.

Publicado en el DIARIO PERFIL el 1/7/07
Jorge Castro , 02/07/2007

 

 

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