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Derrota del nacionalismo palestino Hamas venció a Arafat |
En cuatro días de combates, Hamas eliminó la semana pasada a Al-Fatah de la Franja de Gaza. La organización fundamentalista islámica fundada en 1987, tras provocarle más de 150 muertos y decenas de heridos al movimiento creado por Yasser Arafat en 1964, se hizo cargo de la totalidad del poder en el área de mayor densidad demográfica del mundo, donde se congestionan 1.300.000 palestinos en un territorio de 51 kilómetros de largo y no más de 11 kilómetros de ancho. |
Hamas no es una facción palestina que se impone a otra: sus combatientes islámicos destruyeron los retratos de Arafat en la sede de la “Autoridad Nacional” en Gaza, y el pabellón palestino, tras ser reducido a jirones, fue reemplazado por la verde enseña del Islam.
Al-Fatah fue creado en 1964 por Yasser Arafat, el ingeniero en petróleo nacido en Jerusalén y formado en Egipto y Kuwait, como expresión de un proyecto nacional-estatal que reivindicaba la identidad palestina en una doble dimensión: frente a Israel y frente al mundo árabe.
En 1964, el líder de la revolución de los “coroneles” en Egipto, Gamal Abdul Nasser, que en 1952 había derrocado al Rey Faruk, convocó a una cumbre árabe que estableció la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), bajo control directo de El Cairo.
En toda la etapa posterior a la “catástrofe” de la guerra de 1948, en que se impone Israel como Estado independiente, y más de dos tercios de la población árabe de Palestina abandona por la fuerza o voluntariamente el territorio en que había desplegado su civilización durante más de 2000 años, la causa palestina se identificó con el nacionalismo árabe, y no reclamó otra identidad que la del conjunto.
La corriente surgida en el exilio, encabezada por Yasser Arafat, va a desarrollar, frente a Israel, una mística del retorno a los hogares y tierras de los que fueron desposeídos en 1948, que se va a transformar “en un sueño que es también una obsesión”.
Lo que sería Al-Fatah se transformó en un “sionismo palestino”, centrado en el retorno a la tierra idealizada y perdida. Al igual que el sionismo judío en su primera etapa que, con el liderazgo de Chaim Weizmann y el Congreso Judío Mundial, buscó la alianza con Gran Bretaña (Declaración Balfour), también el “sionismo palestino” pensó en lograr el retorno a la tierra perdida con el respaldo de los gobiernos árabes.
Esa aspiración se reveló ilusoria en 1967. En ese año, en seis días, las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) aplastaron, en una campaña relámpago y devastadora, a las fuerzas combinadas de los ejércitos convencionales de Egipto, Siria y Jordania.
En ese punto, los “sionistas palestinos” de Al-Fatah perdieron toda esperanza de lograr “el retorno” a través de los estados árabes. Es un momento de ruptura. A partir de allí la identidad palestina no es sólo ya afirmación frente a Israel, sino también ante todo el mundo árabe; y este cambio cualitativo fue acompañado por la decisión de fundarse en adelante sólo en sus propias fuerzas, a través de la violencia revolucionaria y la guerra de guerrillas.
Desde que Yasser Arafat y los suyos se hacen cargo de la OLP (1967), el nacionalismo palestino reemplaza al nacionalismo árabe; y Arafat deja de ser un líder político del exilio entre otros, para convertirse en el emblema de la resistencia y en la encarnación de la identidad nacional-estatal palestina.
Esta larga etapa histórica de más de 40 años del nacionalismo palestino, es la que terminó esta semana en Gaza.
Hamas fue fundada en 1987. El 9 de diciembre de ese año, un camión militar israelí atropelló un vehículo palestino en los territorios ocupados desde 1967. De inmediato, los vecinos, mujeres y niños, comenzaron a apedrear a las fuerzas de defensa israelíes, y se desató la más violenta y extensa insurrección popular en todos los territorios de Cisjordania y Gaza, desde que comenzara la ocupación israelí tras la fulminante victoria en la Guerra de los Seis Días. Fue la Intifada (insurrección), que se extendió hasta agosto de 1993 (Acuerdos de Oslo), tras decaer levemente en 1991.
La Intifada fue un fenómeno insurreccional espontáneo, surgido desde abajo, sin iniciativa ni conducción de la OLP/Al Fatah en el exilio.
Los jóvenes y los niños que tiraban piedras a los blindados israelíes dieron origen a múltiples organismos de conducción, en su inmensa mayoría locales. Algunos se cruzaron con el fundamentalismo islámico, que comenzaba a diseminarse en Medio Oriente a través de la influencia de la revolución iraní (1979), liderada por el Ayatollah Ruhollah Khomeini.
Hace 18 meses (21 de enero del 2006), Hamas se presentó a las elecciones convocadas por la Autoridad Nacional Palestina, surgida de los Acuerdos de Oslo, y se impuso por el 60% de los votos. Durante un año y seis meses coexistieron, con intermedios crecientes de violencia, Hamas y Al-Fatah, en el cuadro de las instituciones de la entidad estatal-nacional palestina.
Esa coexistencia terminó la semana pasada, y el islamismo radical de Hamas, fuerza transnacional por definición y naturaleza, se impuso y liquidó, al menos en Gaza, al proyecto nacional-estatal palestino creado por Yasser Arafat en 1967.
Publicado en el DIARIO PERFIL el 24/6/07
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Jorge Castro , 25/06/2007 |
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