Crisis de gobernabilidad en Italia
Empate y crispación en España

 


El Partido Popular (PP) y los socialistas (PSOE) obtuvieron un virtual empate (PP: 35.6% vs PSOE: 35.07%) en las elecciones locales de España el domingo pasado, con una polarización extrema, a punto que el tercer partido nacional, Izquierda Unida (IU), logró 5.5% de los sufragios. La diferencia entre los partidos mayoritarios fue sólo 155.991 votos, la menor de la historia de la transición española.
Ambos partidos conservaron las grandes ciudades que gobiernan, y el sistema político español mostró una definida continuidad territorial, en términos generales. El PSOE retuvo 5 de las 13 comunidades autónomas y 7 el PP.
Pero en Madrid los populares arrasaron, por un margen de 250.000 votos. La victoria Popular en la capital constituyó un golpe directo sobre el debilitado prestigio de José Luis Rodríguez Zapatero, que impuso a su partido, como candidato a la Alcaldía de Madrid, a su asesor económico Miguel Sebastián, iniciativa que culminó en el desastre electoral del domingo 27.

Esta extrema polarización profundiza el antagonismo que caracteriza hoy al sistema político español, y agudiza la tensión que provoca entre el PP y el PSOE, que la elocuencia ibérica denomina ambiente de creciente “crispación”. Señala Hauschofer que “hay más violencia en la tensión que en el enfrentamiento”.

La “crispación” española no es un fenómeno cultural o psicológico, sino esencialmente político. El sistema de decisiones está crecientemente paralizado, y la resolución de los conflictos se traslada de las instituciones a las calles.

Esto ocurre en el momento en que la economía española entró en una etapa de inflexión, en la que debe modificar su rumbo drásticamente, o soportar una crisis de envergadura.

España ha tenido 13 años consecutivos de fuerte crecimiento económico, con una disminución acelerada de la brecha entre su nivel de ingreso per capita y el promedio de la zona Euro, que pasó del 20% a menos del 12% en los últimos 10 años. Al mismo tiempo, el factor productividad (incremento de la eficiencia con que se utilizan los factores) ha sido negativo: -0.2 puntos porcentuales por año. España es el país de la UE que más invierte en Europa: 60.000 millones de euros sólo en el 2006. A pesar de su alta tasa de crecimiento, como su productividad es negativa, los capitales españoles invierten antes en el exterior que en el propio mercado doméstico.

El resultado es que el déficit de cuenta corriente fue 9% del PBI (107.000 millones de dólares) en el 2006; es el segundo más grande del mundo después de EEUU. Significa que España se endeuda 8% anual, y que la inflación es 1 punto superior al promedio de la zona Euro (3% anual vs 2%).

La razón de esta perdida creciente de competitividad radica en que el impulso fundamental de la expansión de la última década proviene del consumo doméstico y sobre todo de la inversión en construcción. La construcción creció 6% anual promedio entre 2002 y 2006, el nivel más alto de la OCDE, sólo superado por Irlanda.

Como los salarios están vinculados a la inflación y la productividad es negativa, los costos laborales crecieron 12%, en relación a la Europa de los 25, desde el 2000.

La Onda Larga de la economía mundial (EEUU/China) arrastra a Europa desde el año pasado. Por eso, aumentan las tasas de interés, lo que frena la demanda española, el país más endeudado de Europa; y para ella, a partir de ahora, la cuestión crucial es el aumento de la productividad, lo que significa, ante todo, reformas estructurales por el lado de la oferta. Es un cambio tan profundo como el que requirió la incorporación a la Unión Europea (1982) o la adopción del Euro (1999); y eso exige construir un nuevo consenso nacional de una amplitud y fortaleza al menos similar al de la transición posterior a la muerte de Franco.

Esto es lo que falta hoy en España. No hay consenso, pero si polarización extrema y abundante “crispación”.

Seis de cada diez votantes rechazaron en Italia al gobierno de centro-izquierda de Romano Prodi, que lleva 12 meses en el poder, en las elecciones locales del 27 y 28 de mayo.

Massimo D´Alema, líder del post comunismo, ex primer ministro, y actual canciller de Prodi, sostuvo que Italia enfrenta, en este momento, una crisis similar, por su envergadura, a la de 1991 (“Tangentopolis”/Mani pulite”), en la que cayó la Primera República (1946-1992).

Italia ha sido el país de menor crecimiento en Europa en los últimos 15 años; y esto en el momento en que el mundo experimenta el mayor nivel de expansión en cuatro décadas, y en el que todas las regiones, y prácticamente todos los países, crecen al mismo tiempo.

El estancamiento económico tiene su correlato en la parálisis del sistema político, constituido por coaliciones amplias y relativamente estables, pero que forman gobiernos débiles e incapaces de gobernar.

Quince años de estancamiento en Italia, punto de inflexión en la economía española, debido a su pérdida creciente de competitividad y nula productividad.

En última instancia, la capacidad efectiva para ejercer el poder político (gobernabilidad) parece determinar las posibilidades o imposibilidades del crecimiento económico.

Publicado en el DIAREIO PERFIL el 3/6/07
Por Jorge Castro , 11/06/2007

 

 

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