Cisneros en el programa de Grondona

 


El viernes pasado, en la última emisión de su programa televisivo “Debate”, Mariano Grondona exhibió un largo reportaje a José María Aznar y luego recabó la opinión de algunos invitados. Por considerarlo de interés, transcribimos lo allí dicho por Andrés Cisneros:
“Cada tanto viene Aznar a la Argentina y se pueden tener diálogos como el de esta noche. Y cada tanto viene Felipe González, y es lo mismo.

Y uno se queda maravillado de cómo puede haber un país donde los líderes políticos se pelean igual o peor que aquí, pero al final del día se las arreglan para que las cosas importantes, los procesos de fondo, continúen por treinta años aunque se cambien los gobiernos. En este 2007, en octubre, se cumplen treinta años de que, después de una guerra intestina mucho peor que la nuestra y de casi cuarenta años de la dictadura de Franco, los españoles firmaron los pactos de la Moncloa. A partir de entonces, reina la democracia y la derecha y la izquierda se las han arreglado para establecer políticas de estado que llevaron a España adonde se encuentra hoy.

En esos treinta años, de la mano de un gobierno socialista, España ingresó a la OTAN y a la Unión Europea y, desde entonces, no hace sino progresar en la integración con sus vecinos y en la inserción en el mundo. Una sola cifra: con más habitantes que nosotros, el ingreso per cápita de cada español es el doble del de un argentino. El ingreso a la UE y la aceptación de sus estrictísimas regulaciones económicas –mucho mayores que las del FMI- les permitió vincularse con la globalización maximizando sus beneficios y minimizando sus costados más perjudiciales.

Todo eso lo consiguieron aplicando políticas semejantes a las de por ejemplo Japón o Italia, países devastados por la guerra, o que Canadá, Australia o Irlanda, que no hace mucho tenían economías comparables a la de Argentina. Las mismas políticas que hoy en día, acá nomás, practican exitosamente Brasil, Chile o Uruguay, hasta hace poco nuestros mejores amigos en el mundo.

Nosotros no tuvimos un pacto de la Moncloa formal, pero en 1983 inauguramos una profunda política de estado con el “Nunca Más” a gobiernos fuera de la Constitución. Poco después, también empezamos a integrarnos con los vecinos, en el Mercosur, y a insertarnos rápidamente en el mundo.

Desgraciadamente, no hemos tenido los mismos éxitos que España. Nuestra vida democrática atraviesa un cono de sombras, nuestros vecinos ya no son nuestros mejores amigos y nuestro espacio de integración, el Mercosur, languidece en estado casi terminal.

Las políticas que en el resto del mundo hacen prosperar a otros estados y a sus sociedades, aquí son rechazadas por supuestamente incompatibles con el interés nacional argentino, y nuestros nuevos aliados internacionales deterioran sus propias democracias mientras proclaman un retorno al mismo socialismo que el mundo, y Felipe González, abandonaron treinta años atrás.

Hasta la tragedia nos pone en desventaja cuando comparamos. Mientras nuestro gobierno regresa a la misma política de hace treinta años atrás, los ingleses se aprestan a celebrar, a la vista de todo el mundo, los veinticinco años de su victoria militar sobre Argentina, ante la sorda impotencia de nosotros, los argentinos de hoy, mientras España ya se encuentra discutiendo con Gran Bretaña una fórmula de administración compartida en Gibraltar.

Uno se pregunta ¿Por qué esa diferencia? El tema es complejo, pero sin duda que una de las causas es la diferencia de calidad en la clase política. Los políticos españoles han conseguido ganarse la confianza de la gente con políticas de largo plazo que todos respetan. En España, cuando llega un nuevo gobierno, no dice que lo que hizo el anterior estuvo todo absolutamente mal, si puede los mete presos, inventa otra vez la rueda y a empezar todo desde cero.

Miran al mundo y se integran todo el tiempo, no se aíslan cada día un escalón más. La gente lo percibe. En España los ex presidentes pueden caminar por la calle y no existe, como aquí, un desprecio generalizado por quienes se dedican a la política.

Todos los países que han tenido éxito en el último medio siglo exhiben una doble característica: políticas de estado adentro y fuerte integración externa. Entre nosotros es al revés: reinan el cortoplacismo interno y el aislamiento exterior, muy lejos de comprender que, hoy, lo más nacionalista que se puede hacer es lanzarse hacia el mundo.

Hace cincuenta años decenas de miles de españoles vinieron aquí corridos por la inestabilidad y la miseria. Hoy, decenas de miles de argentinos se han ido a España por el mismo motivo. En todo nuestro territorio, no hay colas más largas que frente a los consulados españoles.

Ortega escribió páginas inolvidables sobre la Argentina y los argentinos, que no por casualidad coinciden con nuestro Alberdi: lo que nos falta es la inteligencia de nuestros propios intereses.

España ha demostrado que tiene esa inteligencia. Y España no es cualquier país para los argentinos.

España puede ser un espejo, un ejemplo al que nosotros podemos mirar el día en que, de una vez por todas, empecemos a ejercer la inteligencia de nuestros propios intereses.”
Andrés Cisneros , 04/06/2007

 

 

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