Cumbre energética en Venezuela.
Lula vs. Chávez, Marx vs. Malthus

 


El lunes y martes de esta semana se realizará en la Isla Margarita, Venezuela, la primera “Cumbre Energética Sudamericana”, con la presencia, además de Hugo Chávez, de los presidentes Luiz Inacio Lula Da Silva, Néstor Kirchner, Tabaré Vázquez, Evo Morales y Rafael Correa, entre otros.
El tema de la reunión es fijar las bases para lograr la integración energética del continente sudamericano, con proyectos como el Gasoducto del Sur, impulsado por Venezuela, que uniría a los yacimientos de la Cuenca del Orinoco con los mercados de Brasil, Uruguay y la Argentina.
El tema de la reunión es fijar las bases para lograr la integración energética del continente sudamericano, con proyectos como el Gasoducto del Sur, impulsado por Venezuela, que uniría a los yacimientos de la Cuenca del Orinoco con los mercados de Brasil, Uruguay y la Argentina.

El eje del encuentro, sin embargo, probablemente estará centrado en los biocombustibles y la producción de etanol, tema sobre el cual Hugo Chávez y Lula tienen posiciones divergentes y potencialmente antagónicas.

La tesis de Chávez, respaldada por Fidel Castro, es que la producción de biocombustibles, en el horizonte, es excluyente con la de alimentos, por lo que el acuerdo entre el presidente George W. Bush, y el mandatario brasileño, para impulsar una estrategia global de desarrollo del etanol, implica “provocar hambre y desesperación en los sectores populares del tercer mundo, con el único objeto de proveer de energía a los automóviles de los ricos”.

La respuesta del gobierno brasileño a las críticas de Chávez y Fidel Castro, fue formulada por Marco Aurelio García, asesor internacional de Lula y presidente del Partido de los Trabajadores (PT); y se mantiene dentro de la tradición de critica a la visión malthusiana, que proviene de economistas clásicos como David Ricardo y Carlos Marx.

Por eso dice Marco Aurelio García que “…el hambre en el mundo no es un problema de falta de alimentos, sino de falta de ingresos.” La cuestión, por lo tanto, es el crecimiento económico y sus condiciones, no la caída de la producción de alimentos.

Si en términos globales la posición brasileña parece tener un mayor sustento económico, el dilema, incluso antagónico, entre producción de etanol y de alimentos, que plantean Chávez y Fidel Castro, parece tener su mayor expresión no en los países del Tercer Mundo, sino en la frontera del sistema: los Estados Unidos.

En septiembre del 2006, un bushel de maíz valía 2.30 dólares en el mercado norteamericano, y menos de tres meses después llegó al récord de 3.85 dólares, con un aumento de 67%.

En marzo del 2007, los precios futuros del maíz llegaron a 4.38 dólares, el más alto nivel en 10 años; y su precio récord arrastra los del trigo y el arroz.

El precio del maíz en EEUU está en relación directa al crecimiento de la demanda de etanol, del que es el principal insumo. Son 110 las refinerías de etanol que operan en EEUU, y son 73 las nuevas unidades que están en construcción. Al terminar el 2008, la producción de etanol norteamericana será de 11.4 billones de galones por año, menos de la tercera parte del objetivo fijado por el presidente George W. Bush en enero de este año, en el que convocó a producir 35 millones de galones de combustibles renovables en el 2017.

La producción de etanol sobre la base del maíz en EEUU conmueve la estructura del mercado mundial de alimentos y une, cada vez más, los mercados energéticos con los valores de los productos alimentarios. Así, el alto precio de la energía converge con el de los alimentos, una combinación letal para los sectores de menores ingresos, sobre todo para los 2.700 millones de personas que viven con menos de 2 dólares por día, según el Banco Mundial.

Si Estados Unidos continua incrementando su producción de etanol/maíz al ritmo en que lo ha hecho los últimos 3 años, los precios mundiales del grano aumentarían 20% en el 2010 y 41% en el 2020.

La elaboración de etanol/maíz en Estados Unidos es energo intensiva; en vez de ahorrar energía en relación a la producción de petróleo, necesita el doble del consumo energético que se requiere para producir combustible. Toda la producción agrícola norteamericana es intensiva, con pesadas exigencias energéticas, como las que surgen del uso de fertilizantes, pesticidas, irrigación y transporte, y en un clima templado y frío; y en estas condiciones, la producción norteamericana de etanol no cubrirá más que un tercio de sus necesidades en el 2017.

Por eso Estados Unidos buscó un acuerdo estratégico con Brasil para desarrollar los biocombustibles; su objetivo es que en 10/15 años, Brasil se transforme en uno de los principales proveedores energéticos del mercado norteamericano.

Es probable que este traslado de la producción de etanol sea el primer paso de una transferencia más amplia, que es el de la producción primaria de alimentos y energía de los Estados Unidos, para llevarla al mundo emergente y en desarrollo, en primer lugar Brasil y América del Sur.

La polémica sobre biocombustibles entre Lula y Chávez reproduce el enfrentamiento entre Ricardo/Marx, por un lado, y Malthus por el otro, sólo que en las condiciones de globalización de la economía mundial, que es, ante todo, la integración del mundo emergente con el capitalismo avanzado.
Jorge Castro , 16/04/2007

 

 

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