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Fin de la transición democrática - Crisis de autoridad en Chile |
En un año de gobierno, el cuarto de la “Concertación Democrática”, la presidenta Michelle Bachelet ha tenido tres graves crisis políticas, dos cambios de gabinete y una revuelta juvenil-popular en las calles de Santiago este jueves, que dejó 750 detenidos, en su inmensa mayoría menores de 21 años, además de 38 carabineros heridos, dos de ellos graves.
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A partir del 10 de febrero se puso en marcha un nuevo sistema de transporte combinado de la capital chilena, el denominado “TransSantiago”. Desde entonces nada funcionó, ni el nuevo sistema, ni el tradicional, con 6 millones de santiaguinos sumergidos en una caótica situación, que les demandaba 3 y 4 horas para acceder a sus trabajos. Cuatro de ellos, debido a la sofocación o al pánico provocado por el tumulto de los subterráneos colapsados, murieron de ataques cardiacos.
Finalmente, esta semana, cuando el extraordinario nudo administrativo-organizativo del transporte de Santiago se transformó en crisis social, y esta se profundizó hasta adquirir los contornos de una grave crisis política, Bachelet removió a buena parte de su gabinete, por segunda vez en 12 meses.
El respaldo a Bachelet cayó 16 puntos desde que fuera elegida el 15 de diciembre del 2005; y la economía chilena, con precios récord del cobre, con el nivel más alto de reservas de su historia y tras haber triplicado sus exportaciones en menos de tres años, tuvo una caída de un punto y medio desde entonces (5.6% a 4%).
Las dos corrientes de la Democracia Cristiana, el mayor partido de la coalición oficialista, criticaron el cambio de gabinete, e incluso señalaron la existencia de una crisis de liderazgo en el gobierno, atribuyéndola directamente a Bachelet.
Uno de los lideres de la DC, el senador Adolfo “Colorín” Zaldivar, acusó al ex presidente socialista Ricardo Lagos de ser responsable de la crisis de “TransSantiago”, y le exigió que asumiera públicamente su responsabilidad. Zaldivar señaló que era necesaria una renovación más amplia del gabinete, que abarcara la totalidad de sus miembros.
El cuarto gobierno de la Concertación Democrática, la coalición que gobierna Chile desde hace 16 años, experimenta una crisis política que afecta, ante todo, la autoridad de la presidenta Bachelet. Toda crisis política es siempre crisis de autoridad; pero éstas no se limitan nunca a las características personales del estadista al que afectan, sino que revelan la crisis del sistema político en que se funda y del cual emerge.
Pero la Concertación no es sólo un grupo de partidos, sino también una política de acuerdo y de consenso, que es el núcleo de la transición democrática desde el fin del régimen militar en 1990.
Ese acuerdo no era primordialmente interno, entre la Democracia Cristiana (DC) y el Partido Socialista (PS), sino fundamentalmente con el régimen militar. La Constitución con la que gobierna la presidenta Bachelet es la dictada por el régimen militar en 1980.
Dos fueron las políticas que se enfrentaron en Chile en la década del 80, dentro de la oposición al régimen militar. Una, rupturista, de carácter insurreccional, era la del Partido Comunista (PC) y su brazo armado, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR); la otra, que pretendía una transición democrática, que era al mismo tiempo una transacción con el régimen militar, tenía como abanderados al PS y la DC. Por eso aceptó participar del referéndum convocado por Pinochet, en los términos de la Constitución del 80, sobre continuidad o finalización del régimen castrense; y en ese referéndum triunfó el “NO”, propuesto por la coalición DC/PS, aunque Pinochet obtuvo el 43% de los votos.
Pero Augusto Pinochet murió el 10 de diciembre del 2006, y con él, la transición/transacción iniciada en 1989; con la finalización de la transición, la dimensión central de la Concertación también parece haber terminado.
La Concertación, en su doble dimensión de coalición de partidos opositores y de transacción con el régimen militar es, por su propia naturaleza, un acuerdo de elites, del que queda excluida, por definición, gran parte de la juventud de Chile, nacida a la vida cívica, o incluso físicamente, con posterioridad a 1989.
El “modelo chileno”, extraordinariamente exitoso, no es ante todo la red de acuerdos de libre comercio con el mundo (Estados Unidos, Unión Europea, China, Japón esta semana, entre otros), ni la alta tasa de crecimiento económico (Chile ha crecido 22 de los últimos 25 años), sino fundamentalmente la Concertación, como acuerdo de las fuerzas democráticas, sobre la base de la continuidad de una política establecida por el régimen militar en la década del 70.
El producto cayó un punto y medio en el 2006, a pesar del record, en términos absolutos, del precio del cobre en el mercado internacional. Pareciera que la crisis de la Concertación como sistema político, que afecta en forma directa la autoridad de Michelle Bachelet, comienza a manifestarse en términos económicos.
En Chile, como en todas partes, la política es lo primero.
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Jorge Castro , 04/09/2007 |
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