La Argentina está ausente

 


“Hoy la situación política del Rió de la Plata puede sintetizarse en dos encuentros: Tabaré Vázquez se encontró con Bush en Montevideo, y Kirchner con Chávez en Buenos Aires”, afirma Gerardo Caetano, uno de los principales especialistas uruguayos en relaciones internacionales, al que muchos en Montevideo señalan como posible sucesor del Canciller Reinaldo Gargano.
Todo indica que hay una reformulación de fondo del sistema de relaciones de poder en América del Sur, ante todo, por el acuerdo de alcance global, de tipo estratégico, entre Brasil y Estados Unidos en materia de biocombustibles.

Luego, por el acercamiento entre Uruguay y Brasil, surgido en el reciente viaje de Lula a Montevideo, que incluyó un protocolo de biocombustibles que convierte virtualmente a Uruguay en el tercer socio de la alianza Brasil-Estados Unidos.

La Argentina no está enfrente de este nuevo sistema de alianzas, regional y mundial; pero está fuera. No es la primera vez que hay una ausencia argentina en el momento en que el sistema regional y mundial se reformula.

Franklin D. Roosevelt y Getulio Vargas sellaron en 1940 una alianza estratégica que llevó a la construcción de Volta Redonda, la primera acería latinoamericana, levantada con fondos públicos estadounidenses. Como contrapartida, Brasil no sólo respaldó a Estados Unidos en la guerra, sino que envió un contingente militar a combatir en Italia, encuadrado en el Quinto Ejército norteamericano, al mando del General Mark Clark.

Hoy, la política norteamericana de los últimos 6 años –unilateral, militar, revisora del status quo mundial-, en lo esencial ha terminado. Concluyó con la abrumadora derrota experimentada por Bush en las elecciones de medio término del 6 de noviembre. Lo que comenzó allí, en un sentido estricto, es la posguerra. Por eso hay en el mundo un contraciclo de política exterior estadounidense de carácter multilateral, de tipo diplomático, que busca acuerdos estratégicos con los países más relevantes de cada región.

Por eso Bush viaja a América Latina; la clave es Brasil, como en el Asia es China. Y ante este nuevo juego de fuerzas, la Argentina no está en contra, pero está ausente; y conviene recordar el dicho de Clemencau: “de los males del alma, el peor es el frío.”

El problema no es el acto del presidente Hugo Chávez en Ferrocarril Oeste; la cuestión es el frío con que la Argentina es recibida cada vez más, en la región y en el mundo.
Jorge Castro , 13/03/2007

 

 

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