¿Dónde hay un mango...?

 

"Hasta fines del siglo XVI, en el área de Buenos Aires la falta de moneda era total, y en diciembre de 1574 el Cabildo de Córdoba declaraba que no se hallaba en aquella tierra moneda con la cual negociar" (Carlo M. Cipolla)
La ausencia de metálico, está visto, no es una novedad en estas tierras. ¿Quién no recuerda la ranchera que en los 30 cantaba intencionadamente la Merello?: "¿Dónde hay un mango, viejo Gómez? / los han limpia'o con piedra pómez". Pero en estas semanas iniciales del 2002 la evaporación del dinero parece más notoria que nunca. El llamado corralito bancario, inventado por Domingo Cavallo y perfeccionado por el equipo económico de Eduardo Duhalde, ha secado la plaza y - como advertía el Cabildo de Córdoba en 1574 - "no se halla moneda con la cual negociar". Es decir: la actividad se encuentra inmovilizada, si se descarta la que se desarrolla en (y ante) los bancos, convertidos en establecimientos a los que la gente concurre multitudinariamente sólo a pagar cuentas o a extraer (generalmente con magra fortuna), nunca a depositar.


Película ya vista: Recesión con inflación

Los expertos tienen un caso: en medio de esta formidable inactividad, se estima que la inflación ya creció, en menos de un mes - desde el día en que el gobierno devaluó el peso - un 6 por ciento, más de la mitad de la que prevén para todo el año los borradores de Ley de Presupuesto que se trajinan en el Palacio de Hacienda. Los efectos del fenómeno son más altos en la canasta de bienes de primera necesidad que componen el consumo más elemental de los sectores más humildes: la harina y sus derivados, así como el aceite son commodities y se cotizan en el mercado interno en dólares revaluados.

¿Y a cuánto se cotiza el dólar? Todavía no está claro quiénes serán los que podrán obtenerlos al precio oficial de 1,40 peso. En el mercado libre, entretanto, ya alcanzó los 2 pesos, es decir, un 43 por ciento más que el valor asignado por el Estado una semana atrás. Y ello pese a que el Banco Central dedicó una parte de sus reservas a frenar alzas mayores. Y a que Economía mantiene la rigidez del corralito. Los argentinos mantienen su conducta de buscar refugio en el dólar como moneda de ahorro y pasan allí sus pesos tan pronto logran tocarlos. Temen que la moneda nacional, rota la convertibilidad, siga devaluándose. Y aciertan al dolarizarse, cuando pueden hacerlo, a juzgar por lo ocurrido en los últimos siete días.

¿Por qué ha elegido el gobierno mantener un mercado cambiario dual y un corralito cuando hay otros caminos a seguir? Podrá decirse que lo hace por un motivo en principio más poderoso que la necesidad: su decisión política.

Esta semana se conocieron varias propuestas, técnicamente sofisticadas, de medidas que podrían permitir el fin del corralito y la devolución de los depósitos en su moneda originaria y que, más allá de esa circunstancia, que no es un detalle, permitirían restablecer el funcionamiento del sistema bancario y la progresiva recuperación de la confianza de los depositantes. Esas propuestas (de Jorge Avila y de Pedro Pou, publicadas en "Ámbito Financiero", y de Gabriel Rubinstein, en "La Nación") coinciden en la perspectiva de la dolarización. No hubo comentarios desde el gobierno sobre esos puntos de vista y es una pena el silencio, porque se trata de planteos serios que ofrecen solución a problemas que el gobierno no ha podido resolver hasta el momento.

El último jueves, en el Financial Times, Steve Hanke volvió a refutar las alegadas imposibilidades de dolarizar. "De acuerdo al balance del Banco Central de la República Argentina del 10 de enero registra 17.920 millones de circulante en pesos - contabiliza Hanke - y reservas puras en divisas, dólares americanos, por 14.750 millones. Además - agrega - el BCRA posee activos domésticos por un valor de mercado de 14.960 millones con los que se podrían adquirir dólares americanos". Más que suficiente, sostiene el autor, para dolarizar respetando la paridad 1 a 1 que establecía la Ley de Convertibilidad. Y mucho más que suficiente, se podría agregar, para dolarizar a una paridad más próxima a la actual.

El gobierno, sin embargo, quiere distanciarse de la dolarización y, mientas mantiene el mercado cambiario dual, anuncia que se propone dejar flotar libremente el dólar una vez que reciba ayuda crediticia de Estados Unidos o del Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, es difícil que esa ayuda llegue sin que el gobierno corrija su rumbo y presente un programa de acción "sustentable" en el tiempo. Aunque algunos diarios prefirieron titular con extremo optimismo las expresiones de George W. Bush en su conversación telefónica de doce minutos con Eduardo Duhalde, del jueves último, el jefe de la Casa Blanca fue claro, tanto en esa oportunidad, como en el discurso que pronunció una noche antes en el ámbito de la OEA.

"Le reitero que Estados Unidos está dispuesto a dar toda la asistencia técnica que considere necesaria", cerró Bush su breve charla. La otra asistencia dependerá del programa que presente el gobierno.

En la reunión de la OEA, el presidente de Estados Unidos había desplegado más su pensamiento: "Entendemos que el desarrollo sostenido depende de economías basadas en el mercado, en políticas monetarias y fiscales sólidas y de un comercio más libre en nuestra vecindad. Los hechos recentes en Argentina no modifican en nada esta realidad (...) Argentina - y las demás naciones del Hemisferio - necesitan fortalecer el compromiso con las reformas de mercado, no debilitarlo. Los atajos que huyen de las reformas sólo conducen a más problemas. Las medidas a medias no disuelven el dolor, sólo lo prolongan". Más claro, agua.


Afirmaciones transparentes, disidencias claras

Bush agregó párrafos igualmente inequívocos: "El éxito, en la economía global, llega a aquellos países que mantienen la disciplina fiscal, abren sus fronteras al comercio, privatizan las empresas estatales ineficientes, desregulan los mercados domésticos e invierten en salud y educación. Y aquellos que prometen proteccionismos indoloros o seguridad a través del estatismo garantizan a sus pueblos un pálido futuro de estancamiento".

La decisión política del gobierno no disiente, pues, solamente con opiniones técnicas fuertemente fundamentadas, sino con las señales transparentes que emite Washington. No es un dato menor: sin la ayuda económica de los organismos internacionales - donde la opinión de Estados Unidos mantiene un peso que no podría considerarse despreciable -, la crisis no tiene solución a la vista. Y la crisis tiene mucha aceleración.

Todo indica que la vía de salida para esa crisis reclama correcciones importantes en el camino emprendido por la presidencia de Eduardo Duhalde. Los diálogos que esta semana mantuvieron los hombres de Economía con la misión técnica enviada por el Fondo Monetario Internacional fueron aleccionadores. La visita que Carlos Ruckauf y Jorge Remes Lenicov harán a Washington dentro de una semana deparará signos aún más notorios. ¿Serán suficientes para producir un golpe de timón oportuno? ¿Habrá decisión política para dar ese paso, y para darlo con convicción? Los precipicios suscitan reacciones fuertes: hay quienes, ante el vacío, dan lúcidamente un paso atrás. Otros, en cambio, sucumben a su magnetismo.

Artículopublicado en el diario "La Capital" de Mar del Plata el 19 de enero.
Jorge Raventos , 22/01/2002

 

 

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