Tensiones en la familia.

 


El lunes 18 de diciembre el gobierno arriesga un nuevo fracaso político internacional.
Uruguay presentó una demanda ante Corte Internacional de La Haya, reclamando que el gobierno argentino libere los pasos fronterizos que unen a ambos países y que hoy -algunos permanentemente, otros de manera esporádica- se encuentran cortados por asambleístas entrerrianos y es muy probable que ese altísimo tribunal decida escuchar el planteo de Tabaré Vásquez.
Aunque el veredicto específico de la Corte recién se produciría a partir de la segunda quincena de enero, el hecho de que resuelva avocarse al asunto representaría un éxito para Montevideo y un nuevo revés para la Casa Rosada, que ya soportó, en relación con este diferendo, derrotas por paliza en ese escenario y en el Banco Mundial.

Con todo, los diplomáticos del Palacio San Martín le acaban de proveer un módico éxito compensatorio al Presidente en el Mercosur: el bloque no quiso pronunciarse sobre el tema, admitiendo de hecho la tesis argentina de que se trata de una cuestión bilateral. El gobierno de Tabaré se quejó con acidez de la "falta de liderazgo" de Brasil, cuyo gobierno "renunció a asumir las responsabilidades que emergen de su tamaño y su poderío". Lula Da Silva, recién reelegido, privilegia la consolidación de un eje con Buenos Aires, más allá de las dificultades circunstanciales que esa alianza pueda acarrearle. Quizás, paradójicamente, con ese procedimiento el brasilero haya estimulado a los sectores de la política oriental que se manifiestan hastiados del Mercosur y sostienen que hay que avanzar hacia un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos (una perspectiva que tanto en el Planalto como en la Casa Rosada es traducida como una invocación a Belcebú).

Esa mano tendida por Brasilia en el bloque regional no compensa, por cierto, la magnitud y consecuencia de las caídas experimentadas. Tampoco es consuelo el anuncio, difundido con bombos y platillos por el dispositivo oficial de propaganda, de la mudanza de la proyectada pastera española, ENCE, desde el Río Uruguay al de la Plata, y desde Fray Bentos a Punta Palmira. Si se estima que esas fábricas son contaminantes, harán tanto daño en un lugar como en otro. Los ambientalistas no se conforman con ese cambio de escenario. Por otra parte, los sectores movilizados en Gualeguaychú y en otros puntos de Entre Ríos señalan a Botnia y su emblemática chimenea como el verdadero problema, no a la todavía enteléquica ENCE, considerada como una amenaza más diluida. La movida de la pastera española sirvió, sí, a España para testimoniar su deseo de ayudar al presidente argentino a salir del pantano en el que se introdujo ya que (como apuntó el ministro de agricultura uruguayo, el ex tupamaro Mujica) "Kirchner necesita ayuda porque no sabe retroceder". Pero esa ayuda no es suficiente si el interesado no hace su propio trabajo, como tampoco lo serán los buenos oficios del rey Juan Carlos que, por buen monarca que sea y grandes deseos que tenga de servir, no tiene habilitados los milagros. El gobierno argentino, que amenazó a los productores agrarios con reprimir sus movilizaciones (aunque, es cierto, no se animó a hacerlo), que intervino en los mercados y ordenó a las fuerzas armadas vender animales de sus planteles (vaya a saberse si en ese trámite se cumplieron todas las normativas) para quebrar el paro del campo, no sabe, no puede o no quiere garantizar el libre tránsito en los pasos internacionales (y a menudo tampoco en las más domésticas calles, avenidas y autopistas).

Así, el país se desliza hacia el cambio de año y las siempre deseadas vacaciones con una fuerte asignatura pendiente con el vecino más próximo (y el que alberga, habitualmente, a decenas de miles de turistas argentinos), un conflicto que seguramente tendrá consecuencias en la política interna: en apenas tres meses Entre Ríos (junto con Catamarca) estará en la pole position del año electoral. Allí se realizará uno de los dos primeros comicios del año en que la familia Kirchner se juega su permanencia o su despedida del poder.

También se acerca a las campanadas del 31 rezando para que no haya cortes de luz. Con mucha agudeza, Jorge Oviedo, columnista del diario La Nación señala que la Argentina "es el país en el que, según el gobierno, hay emergencia económica, aunque la economía crezca a casi el nueve por ciento anual; pero no hay crisis energética, aunque los cortes proliferen y haya que reducir la producción industrial para evitar un colapso que acecha a la vuelta de la esquina".

En este país la Casa Rosada se exhibe satisfecha del efecto que tuvo sobre las fuerzas opositores la operación de lanzamiento de Daniel Scioli como eventual candidato a la gobernación bonaerense. En rigor, así Scioli sea ahora su candidato favorito, Kirchner teme que un resbalón jurídico termine sacando al vicepresidente de la pista, puesto que no parece que cumpla las condiciones que la constitución bonaerense impone a quienes se postulan (ni nació en la provincia ni residió en ella ejerciendo la ciudadanía durante cinco años ininterrumpidos). Por ese motivo, el Presidente también alienta las esperanzas de un tropel de dirigentes dispuestos a reemplazar a Scioli en esa candidatura en caso de que vuelque (y hasta dispuestos, incluso, a ayudarlo a volcar). En ese pelotón se encuentran, entre otros, el intendente platense Julio Alak, el felipista Florencio Randazzo, el diputado hasta ayer nomás duhaldista José María Díaz Bancalari, el senador hasta anteayer nomás duhaldista José Juan Bautista Pampuro, el presidente de la Cámara baja, Alberto Balestrini, el canciller Jorge Taiana, por supuesto el ministro de Interior, Aníbal Fernández. Y algunos otros. El presidente es hombre precavido y hace medir a todos a través de su batallón de encuestadores. Y confirma que Scioli le lleva varios cuerpos de ventaja a los otros y que, de todos estos (cualquiera más rendidamente kirchnerista que el vicepresidente) no hay uno que pueda garantizarle una victoria en el distrito más poblado del país.

Claro está: como se ha señalado (también en esta página) la posibilidad de colocar a Scioli como candidato del oficialismo produce efectos disgregatorios, movimientos centrífugos en las fuerzas oficialistas. Un ejemplo significativo: Horacio Verbitzky, el periodista más influyente con que cuenta el poder, un hombre que asesora al propio Presidente, publicó la última semana este párrafo que condensa amargura y reticencia. Es cierto, lo escribió para golpear a Felipe solá, con el que mantiene una vieja rencilla por el manejo de situaciones de poder e influencia, pero bajo el disfraz de una crítica al gobernador y a su reforma de la Justicia, hay toda un revelador dato que golpea en el centro mismo la política social de Kirchner. Dice Verbitzky: "El aspecto más objetable es la definitiva desintegración de la defensa pública. El gobierno no ignora su importancia ya que nueve de cada diez personas sometidas a juicio dependen de la defensa oficial porque no pueden pagar un abogado propio, contra sólo seis de cada diez hace apenas una década, la de la gran crisis económico-social ." Comparar desfavorablemente la política social vigente por comparación con la década del 90 es la peor agresión que se le puede hacer al kirchnerismo. Sustentar esa comparación con datos tan fuertes, que reflejan un deterioro del 30 por ciento en un índice de tanta sensibilidad como la defensa en juicio es letal. Que ese cuadro lo pinte un buen amigo del gobierno como el columnista de Página 12 y directivo del CELS es más que significativo: es una señal de las tensiones que se viven este fin de año en la gran familia del oficialismo.
Jorge Raventos , 17/12/2006

 

 

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