El triunfo democrata
Tiempo de cogobernar

 


Las elecciones de medio término en Estados Unidos, por su naturaleza, son locales: se eligen representantes y senadores en el Congreso y gobernadores en los estados. Se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes, de 435 miembros, lo que ocurre cada dos años; se escoge un tercio de los 100 senadores, y 35 gobernadores de los 50.
Las elecciones de medio término en Estados Unidos, por su naturaleza, son locales: se eligen representantes y senadores en el Congreso y gobernadores en los estados. Se renueva la totalidad de la Cámara de Representantes, de 435 miembros, lo que ocurre cada dos años; se escoge un tercio de los 100 senadores, y 35 gobernadores de los 50. Los comicios del martes 7, en cambio, tuvieron un carácter nacional, circunscrito a un solo tema y a una sola figura política: la Guerra de Irak y el liderazgo del presidente George W. Bush. Más del 60% de los votantes dijeron que su voto fue determinado por cuestiones nacionales. Este referéndum nacional sobre la política norteamericana en Irak y el liderazgo presidencial lo perdió Bush en forma contundente, y arrastró a su partido –el Republicano– en su derrota.

Las características nacionales de la elección del martes 7, y la magnitud del rechazo a Bush y a su política en Irak, van más allá de un triunfo del partido de la oposición en comicios de medio término, y se convierte en una expresión nítida de la opinión pública norteamericana, el último resorte de decisión del sistema político estadounidense. En la Cámara de Representantes los demócratas tuvieron una ganancia neta de 28 bancas; el resultado es que hoy tienen 230 escaños frente a 196 de los republicanos. En el Senado, el saldo favorable de los demócratas fueron 6 bancas; y tienen así 49 senadores, más dos independientes que votan con ellos, frente a 49 republicanos. Son 28 sobre 50 los estados que controlan los demócratas. Hoy el Partido Demócrata es hegemónico en todo el Nordeste, y ha vuelto a triunfar en el mayor estado de la región –Nueva York–, tras doce años de interregno republicano. Paradójicamente, las principales víctimas republicanas de la ola demócrata en el Nordeste son moderados, no conservadores; los denominados “Rockefeller´s republicans”. Hoy el Republicano es esencialmente el “Partido del Sur”, donde ha vuelto a ratificar la hegemonía que mantiene desde la década del 60, y sus filas, tanto en el sur como en el resto del país, son ahora más homogéneamente conservadoras que antes del 7.

Los demócratas han logrado una fuerte presencia en el Oeste por primera vez en 12 años; 8 de los estados no costeros del Oeste son hoy demócratas (Montana, Wyoming, Idaho, Colorado, Utah, Nevada, Arizona y Nuevo México); la totalidad, prácticamente, de los demócratas elegidos en estos estados son “blue dogs democrats”: socialmente conservadores, de origen rural, contrarios al aborto, defensores de la libre disposición de armas de fuego, y tienden a votar con los republicanos más conservadores. La votación nacional del martes 7, en síntesis, no fue un sufragio por los demócratas, sino un referéndum contra Bush y la Guerra de Irak.

Pero, a su vez, el control de las dos cámaras del Congreso, sobre todo la de Representantes, decisiva en el sistema político norteamericano, convierte al Partido Demócrata del duro opositor que fue en los últimos cinco años en integrante y socio del sistema de poder, al punto de cogobernar con la Casa Blanca en las cuestiones decisivas de la agenda nacional e internacional de los próximos dos años.

Las características nacionales del martes 7 también implican que no ha sido votada la agenda demócrata, ni siquiera, o principalmente, con respecto a Irak. Los demócratas están profundamente divididos con respecto a la guerra en Oriente Medio. La base partidaria, en los grandes centros urbanos, reclama el retiro inmediato de las fuerzas norteamericanas. En cambio, el liderazgo del partido en el Congreso y en los estados descarta esa posibilidad. Entre los que no aceptan el retiro inmediato está Hillary Clinton, reelegida como senadora por Nueva York con el 70% de los votos.

También es notable lo ocurrido con el senador Joseph Lieberman, de Connecticut, ex candidato a vicepresidente de los demócratas con Al Gore en 2000, que tras perder las primarias de su partido se presentó como independiente y triunfó el martes con el 50% de los votos, tras lograr el respaldo prácticamente unánime de los republicanos. La cuestión iraquí se complica para los demócratas tras su triunfo del martes 7; hasta ahora expresaban y canalizaban la frustración y el rechazo del público norteamericano por la Guerra de Irak; ahora se han convertido en integrantes del sistema de decisiones, y tienen que conducir, junto con Bush, la política norteamericana en Oriente Medio. Esto es especialmente relevante para la conducción demócrata de la Cámara de Representantes, órgano básico del sistema político norteamericano. Nancy Pellosi se transforma así en la segunda figura política de Estados Unidos en estos dos años.

La gran excepción al carácter nacional de la elección del 7 fue California; el republicano Arnold Schwarzenegger logró mantener el carácter local de la votación en el mayor estado norteamericano, y por eso triunfó con el 56% de los votos.

Estados Unidos sólo es igual a sí mismo; la derrota del conservador Bush tiene como consecuencia la acentuación del carácter conservador de los dos partidos norteamericanos.

Publicado en el DIARIO PERFIL el 12/11/06
Jorge Castro , 11/12/2006

 

 

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