Bush adelanta una ola neoconservadora .

 


El triunfo del presidente George W. Bush en las elecciones presidenciales del 2 de noviembre tiene un carácter rotundo. Obtuvo más de 58 millones de votos, el mayor nivel de sufragios en toda la historia de los presidentes norteamericanos. Dejó atrás, en este sentido, a la marca histórica del presidente Ronald Reagan en 1984 con 54.5 millones de votos. También es la primera vez desde 1936 en que un presidente es reelegido y, al mismo tiempo, su partido gana bancas tanto en el Senado como en la Cámara de Representantes.
Artículo publicado en el diario La Nación el 16/11/04

Por Jorge Castro*

El anterior presidente que logró algo semejante fue Franklin Delano Roosevelt, al obtener su reelección en 1936, en medio de la gran depresión de la década del 30.

Bush obtuvo 8 millones de votos más que en el 2003, más del doble del crecimiento que tuvo el presidente Bill Clinton entre su elección de 1992 y su reelección en 1996. En todos los casos, además, el presidente Bush logró más votos que su Partido Republicano. Consiguió incrementar sus votos en 45 de los 50 Estados norteamericanos con respecto a los del año 2000, incluyendo casi 5% de aumento en Massachusets, el Estado de su contendiente demócrata, el senador John Kerry.

Por último, el Partido Republicano hizo en estas elecciones avances históricos en lo que se refiere al voto de las minorías y de las mujeres. Bush obtuvo el 42% del voto de la comunidad hispana (35% en el 2000), el 11% en la comunidad negra norteamericana (9% en el 2000), el 24% de los votos judíos (19%) y el 47% de las mujeres (43%). En Florida, el cuarto distrito electoral norteamericano, el 55% de los hispanos respaldaron a Bush, un aumento de 6 puntos con respecto a los que logró en el 2000. Finalmente, los votantes republicanos que respaldaron a Bush fueron el 94% del total, un porcentaje superior incluso al de Ronald Reagan en la década de los 80.

EEUU adelanta el ciclo de la economía mundial desde la finalización de la Guerra Civil en 1865. Es lo que advirtió Angus Maddison cuando señaló que el producto estadounidense por hora de trabajo supera al británico desde el fin de la Guerra Civil y, desde entonces, se mantiene a la cabeza del mundo. El ciclo económico estadounidense adelanta el ciclo de la economía mundial y es su avanzada desde entonces hasta ahora.

Pero también parece ocurrir algo semejante con el ciclo político. Los cambios fundamentales que suceden en este plano en los EEUU no son sólo un fenómeno norteamericano sino que adelantan una corriente mundial. Es lo que advirtió Alexis de Tocqueville en su obra clásica “La Democracia en América”(1837). El joven magistrado francés advirtió que en los EEUU estaba ocurriendo entonces una revolución social y política, que le otorgaba al sistema norteamericano el carácter de una democracia plebeya y populista, hondamente anti-elitista, basada en la práctica y en el criterio de la igualdad, bajo el liderazgo del presidente Andrew Jackson. Este fenómeno no era exclusivamente norteamericano sino que adelantaba la característica central de todos los regímenes y sistemas políticos del mundo en las siguientes décadas, cualquiera fuera la región y cultura en que se desarrollara, Tocqueville señaló también, que el fenómeno de la igualdad en la democracia norteamericana se iba a manifestar en todas partes del mundo al mismo tiempo sólo que con un criterio democrático republicano en algunos casos y en otros, probablemente mayoritarios, bajo el signo del autoritarismo; pero en una y otra hipótesis el fenómeno común era el mismo: la igualdad expresada en la democracia plebeya. Dice Tocqueville “no es que Estados Unidos sea el futuro del mundo, sino que Estados Unidos es el lugar del mundo donde el futuro llega primero”.

Si esto es así, lo que acaba de ocurrir el 2 de noviembre en EEUU es un acontecimiento de importancia mundial. En la década del 30, se presentaron dos opciones de carácter intermedio para enfrentar la crisis del capitalismo sin llegar al comunismo. Una fue el “New Deal” con Franklin Delano Roosevelt en los EEUU; la otra fue el Fascismo. Los países aliados llevaron adelante la Segunda Guerra Mundial en contra del fascismo bajo el signo ideológico del “New Deal”. Por eso, el mundo entero, terminada la gran contienda, vivió bajo el signo intermedio del capitalismo y el comunismo, que fue el “New Deal”.

En la década del 90, el presidente demócrata Bill Clinton orientó su partido y su gobierno hacia el centro-derecha, se hizo cargo del programa republicano y de la herencia de Ronald Reagan, sobre todo en lo que hace a la reforma del Estado y al papel crucial que adquiere la iniciativa privada trasnacional en el contexto de la globalización. La consecuencia de este giro de Clinton hacia el centro-derecha, en el momento en que emergía la globalización, fue la aparición en gran escala en los EEUU de la ideología neoliberal transformada luego en fenómeno mundial. Si esta regla según la cual EEUU no sólo adelanta el ciclo mundial en lo económico, sino también en términos políticos resulta verdadera, lo que ha ocurrido en las elecciones norteamericanas del 2/11 es un adelantamiento del ciclo mundial, pero en vez de ser, esta vez, la expansión de una corriente neoliberal fundada en la ideología que las ideologías han muerto, como ocurrió en la década del 90, el signo fundamental de esta nueva ola mundial es de signo neoconservador. Esto es, afirmación de la identidad cultural, religiosa y nacional, pero abrazada a la globalización y al cambio tecnológico,en un contexto de integración mundial cada vez más acelerado e irreversible

*Presidente del Instituto de Planeamiento Estratégico
Jorge Castro , 17/11/2004

 

 

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